De esta casa de comidas marinera hace más de 80 años, cuatro generaciones después, tenemos el Restaurante Mediterráneo. Y digo tenemos porque, a veces, hay que dar gracias por poder contar con establecimientos como este, porque cada vez que cruzas sus puertas, lo primero que te viene a la cabeza es que las cosas van a salir bien.
Todo suma en este restaurante. Que está en una de las mejores esquinas del Grao de Castellón, en la que huele a mar constantemente. Que el interior del local recuerda a una escena de película, elegante y ecléctica. Que el equipo formado por Antonio (maître), Sergio (sumiller) y Víctor (chef) no tiene fisuras, son de esa estirpe de profesionales impecables y cercanos a la vez, apasionados pero sin caer en esos excesos que te lleven a pensar que detrás hay una pose.
Con esto, si le pedimos al Mediterráneo cosas buenas, te las va a dar. ¿Marisco? Marisco. ¿Arrocito? Arrocito. ¿Materia prima de primera? De primera. ¿Respeto y audacia en las elaboraciones culinarias? ¿Diversidad de buenos vinos? ¿Trato como si estuvieras en casa? A todo, sí.