Porque comer con nuestro mar como telón de fondo, es el mejor plan posible
Puede que os suene a tópico. “Comer frente al mar. Pero si lo hacemos siempre”. Pues no. No queráis engañarnos. Porque a pesar de tener el Mediterráneo bien cerca, le hacemos más bien poco caso. O ¿acaso sois vosotros de los que comen una paella cara al mar? ¿Eso no es más para los que nos visitan de fuera? Vamos a hacer apología de lo que tenemos, que no es poco: los restaurantes de playa, esos en los que comer 'a la voreta del mar'
Así que nos vamos rumbo a Dénia, porque allí precisamente, hay un buen puñado de buenos -buenísimos- restaurantes en los que comer lo mejor del lugar con vistas sobre el gran azul. Y qué queréis que os diga, que a una valenciana viviendo en Madrid, esto le parece el mejor plan posible. Porque la brisa marina se echa de menos. Mucho.
Para hacerlo como merece, no hace falta más que coger nuestro coche e ir recorriendo la carretera, desde Les Marines, hasta Dénia y desde ésta hasta Les Rotes, donde se alza el Montgó y da paso a Jávea. ¿Empezamos?
Lo primero que hemos de decir, es que Dénia no es Ibiza. Aquí los restaurantes, pese a estar junto al mar, no están en plena arena de la playa, ni se han concebido como chiringuitos, más bien como templos de buen comer que aprovechan un enclave sin igual.
En plena carretera de Les Marines a Dénia, nos topamos con Casa Federico. A pocos pasos del mar, se alza este restaurante con más de 40 años de historia a sus espaldas, siendo así unos de los pioneros en montar este tipo de establecimientos en La Marina Alta. Lo que abriera con vocación de chiringuito de playa, pronto fue adquiriendo nuevas dimensiones y creciendo hasta lo que es ahora.
Y tantos años después, siguen dando en el clavo. El secreto no es más que utilizar buena materia prima valenciana, verduras de su propio huerto familiar y hacer terreta. Su carta arranca con tapas típicas de la Marina Alta. Se pueden tomar bull amb ceba, figatells, cocas de maíz, gamba amb bleda, pulpo seco, salazones... A esto hay que sumarle los productos del mar como el sepionet plancha, hígado de rape, gamba roja de Dénia, clótxinas en temporada... Pero sin duda, una de las cosas que define esta casa, esos son sus arroces. Los bordan. Y en carta cuentan con más de una apabullante veintena de recetas diferentes, entre arroces secos, paellas y melosos. Al horno, valenciana, fideuà, de coliflor y bacalao, y así hasta un sinfín de recetas valencianas y alicantinas de toda la vida.
No muy lejos de allí y pegadito al puerto de Dénia está Peix i Brases. Aquí para ver el mar tienes que reservar en su terraza, cosa que se vuelve una verdadera gozada en las noches de verano. Lo que han conseguido Tomás Arribas y el chef Jose Manuel López, es digno de ser alabado. López ofició en las cocinas de Quique Dacosta y alguno de sus platos, todavía conserva ese impronta minimalista aprendida en esta gran casa. Desde luego, el de Peix i Brases es un lenguaje propio con la cocina marinera por bandera. Esa en la que se conjugan a la perfección lo mejor del mar y de las huertas valencianas. De hecho, acaban de celebrar allí unas jornadas de cocina de la zona con productos K.m 0, es decir, de la propia lonja dianense, con un menú en el que se podía degustar platos una llandeta de gamba blanca y blanquets o el tradicional pulpo seco a la llama.
¿Quién es pues la reina de Dénia? Su majestad, la gamba roja. Sí, esa que le gusta tanto a nuestro queridísimo Jesús Y es en los dos siguientes restaurantes, ya encaramados sobre las costas escarpadas de Les Rotes, donde la soberana es la más grande homenajeada. El primero de ellos, El Faralló, no en vano llamado el templo de la gamba roja. Aquí tienes que ponerte fino a gambas. Eso sí, hervidas en agua de mar, por favor. Pero no solo de gamba vive el Farralló, porque aquí han apostado por una cocina tradicional 'deniera' donde no faltan pulpo seco, esgarraet y buenos arroces.
El segundo sí que está, literalmente, encima del mar. El Pegolí, otro de los más longevos de la zona, data de 1943, año en el que un jovencísimo Pepe Piera, natural de Pego -de ahí lo de El Pegolí- abría sus puertas. En un primer momento allí se comía un menú cerrado. Pero nada de menú rollo con platos de relleno, sino una opción que incluía salazones, ensaladas, marisco y arroz de plato principal y que sigue funcionando como una de las opciones más claras del restaurante. Hoy en día, en manos de sus hijos, conserva la calidad intacta como el primer día y es uno de los mejores lugares donde comer gamba roja y un más que logrado arroz a banda.
En la misma calle Fénix, bordeando la costa de Les Rotes, se encuentra Sendra, un pequeño bastión de madera donde lo que más sorprenden son sus pulpos secándose al sol. Ante una estampa así, no podemos sino detenernos y hacer un alto en el camino. Luis Sendra salió de la sala de El Pegolí, para aventurarse con su restaurante en solitario, allá por 1974. Y desde entonces lo que sale de sus cocinas, no ha fallado un solo día. ¿Qué pedir? Una vez más, delicias de la Marina Alta, su imprescindible pulpo seco a la llama y como plato fuerte, otro arroz a banda de excepción.
Llegamos al final del camino hasta llegar a Mena, un restaurante encaramado sobre un acantilado en pleno Mediterráneo. Su terraza es una de las más cotizadas para los aperitivos bajo el sol de Dénia. Pero la que más nos importa en estas líneas, es la que en verano se deja atrapar por la brisa del mar azul bajo ella. Además de la sala interior, Mena atavía una terraza en temporada de verano donde gozar de sus especialidades: pescados y mariscos de la lonja, ostras valencianas, gamba roja, quisquilla, percebes... Y tampoco podían faltar los arroces, como un original y bien goloso arroz de raya y ajos tiernos o una fideuà de carne y garbanzos.
Nosotros ya tenemos claro donde vamos a pasar el verano, ¿y tú?