Cuando un artista acepta pintar por encargo corre el riesgo de que se le desprestigie y sin embargo es un tipo de mecenazgo deseable. Nos preguntamos por qué esta contradicción, qué papel juega el retrato como espejo de nuestra sociedad y entrevistamos a propósito al pintor valenciano tras su aparición en un programa de televisión con Miguel Bosé
VALENCIA. Históricamente muchos artistas se han dedicado al retrato por encargo o al menos ese ha sido un modo de subsistir, uno de tantos, porque vivir exclusivamente del arte es un arduo camino lleno de dificultades, grandes esperanzas y también grandes decepciones. Una de las áreas en las que más se sufre esto por condicionamientos obvios (el coste de los materiales, su transporte y almacenaje) es la pintura, independientemente de la técnica, y si bien el célebre Luis Gordillo suele afirmar que la pintura a él le ha servido para estructurar su vida y para contraponerse a la angustia y la ansiedad, son muchos los artistas pintores que precisamente su condición de pintor o de pintora les lleva a las angustias y ansiedades propias del vivir al día.
Vemos normal que alguien que se dedica a la pintura tenga a la vez otros trabajos que no estén vinculados al mundo del arte, como por ejemplo relacionados con la hostelería. Por su parte, un fotógrafo, además de realizar fotografía artística a menudo también se gana la vida con fotos de bodas, bautizos y comuniones sin abandonar su herramienta principal, la cámara, y no nos extraña, pero el pintor sí suelta el pincel para trabajar en otra cosa y es que, en general, los artistas, se dediquen a la práctica artística que sea, luchan contra viento y marea para que se les reconozca su profesión y poder vivir de ella dignamente, volcados en ella todo el tiempo.
Desde hace mucho cantidad de pintores han dado cuenta de la escena social que los rodeaba realizando retratos por encargo para poder tener tiempo y materiales a dedicar a sus producciones menos “comerciales” o más independientes. Destacan a principios del siglo XX el húngaro Philip de Laszo, pintor de la alta sociedad europea, y Jacques Émile Blanche, retratista de escritores famosos coetáneos como Marcel Proust, Paul Morand, o James Joyce, quizás sean los pintores más prestigiosos de retratos de tal periodo, al que le sucedieron por ejemplo el parisino Bernard Boutet de Monvel, que alcanzó el éxito en Estados Unidos, sobre todo gracias a sus ilustraciones para publicaciones prestigiosas como Harper o Vogue. En aquel momento Tamara de Lempicka conocía al doctor Boucard, magnate de la industria farmacéutica que le encarga su retrato y el de su esposa e hija, quedando la familia tan contenta que se convierte en uno de sus más importantes mecenas lo cual le permite seguir creando.
El valenciano Ignacio Pinazo fue retratista de una afamada familia de Bétera, la del banquero José Jaumandreu, lo cual le llevó a recibir numerosos encargos de personas que querían sobre todo retratos de sus hijos, otras familias pudientes que lo sacaron de su precaria situación, sin ir tan lejos. Por su parte, volviendo a Estados Unidos, Andy Wharhol es un caso paradigmático. Tras sufrir una experiencia cercana a la muerte por el disparo de una atacante el artista toma un giro en su trayectoria y se obsesiona con ganar dinero produciendo obra rápida, su galerista suizo de ese momento le aconseja que dado que muchos pintores han hecho fortuna a lo largo de la historia mediante retratar a famosos tal vez ahí estaba la clave para alcanzar los millones de dólares que quería, de modo que en el año 1972 Wharhol realizó más de 100 retratos de famosos solo por el afán de amasar dinero, retrató a celebridades como John Lennon con aire pop pero, la verdad, sin mucho interés, se nota en qué obras hay más avidez que otra cosa y es algo que el artista nunca ocultó.
En las últimas semanas se ha desatado una polémica sobre la vigencia del retrato por encargo en el panorama artístico español a causa de la aparición televisiva de un joven pintor natural de Algemesí afincado en Madrid, a saber, Jordi Machí, quien nos ha concedido una entrevista para aclarar ciertas cuestiones después de haber sido criticado en redes sociales en las que se cuestionaba el origen de su visibilidad mediática y la calidad de su trabajo más por quiénes son los personajes retratados que por su estilo o técnica.
“Siempre sentí que mi instinto me llevaba a la figuración y por el retrato siento pasión, siendo para mí la expresión pictórica más fiel del alma y lo que más gozo pintando. Pero no sólo me centro en el retrato, disfruto en cualquier registro y me gusta experimentar mi creatividad”, explica el artista y añade: “Creo que las críticas son casi instintivas en el ser humano y siempre y cuando sean constructivas las veo necesarias y beneficiosas para todos. Sin embargo otro tipo de críticas que se asemejan más a las de un programa de TV amarillista que a cualquier reflexión inteligente sobre el arte, carecen de importancia”.
Machí ha trabajado en diversos ámbitos, no se dedica al retrato en exclusiva ni desde siempre aunque haya tenido sus preferencias, también el mundo del cine le brindó su oportunidad y la aprovechó, hay trenes que solo pasan una vez, ¿está mal subirse a ellos? “Nada en esta vida sale de la nada, todo lleva un esfuerzo, sacrificio y duro trabajo. En 2011 consigo un puesto en el equipo artístico del rodaje de la película “Presentimientos” dirigida por Santiago Tabernero y protagonizada por Marta Etura y Eduardo Noriega. Allí trabajo sobretodo como grafista y ayudando con los decorados, podría decir que estaba en el escalón más bajo de todo el equipo. Es Santiago Tabernero, con el que guardo una bonita amistad, admiración y respeto, el que piensa en mí para el especial de Miguel Bosé de TVE1 que él mismo dirige. Me llama mientras estoy en Estados Unidos y ante el reto que suponía pintar para toda España y con dos cámaras enfocándote no dudo en aceptar”, explica aludiendo a la tensión que provoca la pintura rápida además bajo tantas miradas.
Tras su aparición en el especial de Nochebuena en Televisión Española pintando en directo un retrato del cantante Miguel Bosé, que presentaba el programa y a quien conoció tan solo unas horas antes, Machí salió en un artículo de El País siendo calificado como “el pintor de los famosos”. Hace ya un tiempo, visitando a unos amigos suyos que viven en Nueva York, conoció a una productora del equipo de Kanye West, rapero, cantante, diseñador y productor musical estadounidense, quien facilitó la adquisición de una de las obras de Machí para West de manera tal que el mercado norteamericano se abrió al valenciano que decidió marcharse tres meses a Austin, Texas, para producir obra allí mismo y seguir vendiendo, la mayoría por encargo. Había estado viviendo en varios lugares y siempre teniendo que mantenerse trabajando a la vez de camarero muchas horas, con poco margen para producir sus pinturas. El contacto norteamericano viajó hasta su estudio en Madrid cuando él regresó a España y le compró más obra. También mediante plataformas de venta online, antes de que esto ocurriera, le surgieron varios encargos que fueron un apoyo moral y económico fuerte. Por ejemplo, un grupo británico llamado “The Chicago Blues Brothers” que rinde tributo a The Blues Brothers le encargó un poster digital con un tren, el skyline neoyorkino y ellos retratados de fondo, fue portada de un disco y de ahí le han llovido más propuestas que él ve como oportunidades de mecenazgo.
En el mundo del arte en España estamos constantemente intentando que salga una ley de mecenazgo y sin embargo cuando hay ya mecenas privados, como los que encargan obras como retratos, marcas o empresas privadas que contratan a artistas o diseñadores gráficos etc., a menudo se critica, o sea, ¿Quien disfruta la obra de un artista y desea realizar un pedido de una obra por encargo no es al fin y al cabo un mecenas en cierto sentido?, preguntamos, Machí responde: “Para mí la figura del mecenas en el arte es necesaria para la supervivencia del artista y algo que debería normalizarse. A menudo se dice que un verdadero artista es el que pinta solo para sí mismo, esto queda muy intelectual, pero yo creo que el verdadero artista tiene que saber desenvolverse en diferentes campos y saber adaptarse a cualquier momento y situación pictórica sin miedos ni barreras impuestas”.
Respecto a los retratos de famosos no está claro qué determina que un retrato sea interesante y contribuya a reflejar el momento sociocultural que vivimos. Si las celebrities son las personas más retratadas en los massmedia entonces ¿Por qué se ve raro que desde la pintura se las retrate o que pidan ser retratados? Para Jordi Machí un retrato interesante es “aquel que tiene la capacidad de inspirar, que llega a más allá de dicha representación, aquel desde el que puedes ver el alma del retratado. Y aunque para mí el retrato funciona de una forma más intimista sí es cierto que siempre debe adquirir un compromiso con su contexto sociocultural y su momento histórico. Y las celebridades, nos guste o no, son parte representativa de este contexto sociocultural, siempre fueron retratados y no tiene nada de malo que se siga haciendo”.
Sobre las críticas "negativas" que ha podido encontrar en su camino, le preguntamos si considera que el juicio que se emite es por quién es el retratado (o el que hace el encargo, el famoso) no tanto por la calidad de la obra. Por ejemplo, si a Kim Kardashian se la considera frívola un retrato encargado por ella o sobre ella sería inmediatamente considerado por la crítica como frívolo y no debiera de ser así. “La calidad de un retrato no debería en ningún caso responder de la posición social del retratado sino a la habilidad del pintor y la calidad de la obra. Muchas veces el hecho de pintar para un personaje público de dudosa reputación hace que la calidad de la obra se pueda ver salpicada por los adjetivos del retratado, pero esto es injusto. El camino de un artista no es para nada un camino de rosas, hay que saltar muchos obstáculos y luchar contra muchos prejuicios. Y es curioso que dentro del propio gremio sea donde surgen las peores trabas. En mi opinión deberíamos apoyarnos más entre nosotros en vez de estar intentando hacer caer a todo aquel que está saliendo por otro lado del foso”, señala Machí.
El retrato es un género en el que el pintor refleja no tanto al personaje como a todo lo que a este lo acompaña, es decir, refleja un momento sociocultural concreto, las tendencias de una época. Considerado el representante actual del retrato moderno, el británico Julian Opie utiliza las últimas tecnologías aplicadas a la pintura y, además de los trabajos realizados por ordenador, en sus esculturas e instalaciones incorpora vinilos con luz interior, paneles LED o pantallas de cristal líquido, siendo muchas de sus creaciones retratos por encargo que realiza con sus característica líneas básicas y ojos que son meros puntos negros. De hecho, la exposición que tuvo en nuestra ciudad en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) en 2010 estaba compuesta por casi todo retratos de “buenas familias” que se los habían encargado y los prestaban con orgullo por ir a ser expuestos en un museo lo cual, suponemos, abarataba los costes de la muestra sensiblemente. ¿Acaso no es esa suficiente prueba de que en la última década el retrato da cuenta de en qué tipo de sociedad vivimos? El minuto de fama, la búsqueda de gloria, la hipocresía de no querer evidenciar que el arte conlleva unos costes, que el artista es un trabajador como cualquier otro para lo bueno y para lo malo, todo eso a menudo está más presente en el retratado, en lo que pide el público y en lo que critica el crítico que en el artista.