Los datos previos a la reunión de junio del FOMC no podían ser más favorables. La inflación llevaba dos meses consecutivos enfriándose tras un primer trimestre decepcionante. Una serie de datos sobre el mercado laboral, incluido un aumento de la tasa de desempleo hasta el 4,0%, indicaron una relajación gradual de las tensiones. Es cierto que las recientes y sólidas cifras de las NFP (nóminas no agrícolas) han sido un borrón, pero el aumento de la inmigración y las posibles dificultades en el departamento de estadística relativizan esas cifras sorprendentemente elevadas. Además, el decepcionante crecimiento del PIB en el primer trimestre fue justo, ya que el robusto consumo interno subyacente fue lo suficientemente fuerte como para pasar por alto la baja cifra principal.
A pesar de todos los indicadores pesimistas, los banqueros centrales dieron una sorpresa aparentemente agresiva en la reunión de junio del FOMC. La proyección mediana actualizada del tipo de interés de los fondos federales, o diagrama de puntos, indica ahora un único recorte de tipos de aquí a finales de año, frente a los tres previstos en marzo. Este cambio de opinión se debió probablemente a una ligera mejora de las perspectivas de inflación para este año y el próximo. Curiosamente, para 2024 los participantes en el FOMC indican que no esperan nuevos avances en materia de desinflación. Además, un vistazo a la distribución de los puntos revela una falta de consenso entre los banqueros centrales. Pero hay más puntos que unir. Recientemente, se ha prestado mucha atención al debate sobre dónde se situarán los tipos a largo plazo, o el tipo de interés neutral. En este caso, los banqueros centrales prevén ahora un tipo más alto, del 2,6% al 2,8%. El aumento puede ser marginal, pero implica que los banqueros centrales prevén ahora más presiones estructurales sobre los precios que antes. Mientras tanto, el comunicado de prensa reconoce algunos progresos en el frente de la inflación, actualizando "una falta de progreso" a "un progreso modesto". Si bien es más matizado que el gráfico de puntos, el mensaje inicial de la reunión de junio del FOMC sigue siendo de línea dura.
El hecho es que, si interpretamos al pie de la letra las proyecciones económicas actualizadas, siguen empeñados en reducir los tipos, aunque "falte" desinflación o se suavicen aún más las condiciones del mercado laboral. Esta postura contrasta con su valoración de los "modestos" avances en materia de inflación, como se menciona en el comunicado. Desde nuestro punto de vista, casi parece que estas proyecciones se formularon justo antes de la inesperada suavidad de las cifras de inflación de mayo. Durante la conferencia de prensa, el presidente de la Reserva Federal, Powell, fue rápidamente interrogado sobre esta incoherencia. Respondió calificando las proyecciones de previsiones conservadoras, añadiendo que unas lecturas de inflación más bajas, como las observadas en mayo, podrían alterar las perspectivas. Explicó además que sus hipótesis de inflación persistente en 2024 se ven influidas por los efectos de base derivados de un segundo semestre de 2023 más suave. El presidente Powell reiteró una vez más la fuerte dependencia de los datos de las decisiones futuras, pero al mismo tiempo reconoció que los datos de inflación de mayo son indicativos de "progreso", un término que los mercados probablemente estén observando con interés.
En resumen, creemos que se necesitará más tiempo para que el término "progreso" pase de la conferencia de prensa a la declaración posterior a la reunión, donde serviría de señal definitiva para un primer recorte de tipos. Mientras tanto, la Reserva Federal debe evitar escenarios como los del cuarto trimestre de 2023, en el que las condiciones financieras experimentaron una relajación innecesaria debido a las crecientes expectativas de recorte de tipos. Teniendo en cuenta las incoherencias observadas durante la reunión de junio, concluimos que este objetivo se ha logrado con éxito por ahora: los mercados han descontado algo menos de dos recortes en 2024, una ligera disminución con respecto a las expectativas previas a la reunión. A medida que vayamos atando cabos, es probable que coincidamos con esta valoración.
Christian Scherrmann es economista para EEUU de DWS