Para cubrir la demanda de empleo y la escasez de profesionales en determinados oficios, Fernando Marzal creó, de la mano del venture builder Zubi Labs, la empresa Kämpe, una startup que acelera el acceso al empleo en oficios técnicos, como electricistas, albañiles, fontaneros, carpinteros y especialistas en climatización. Para ello ofrecen formación, mentoría y colocación laboral en menos de cien días a jóvenes menores de treinta y cinco años.
«La idea surge al identificar la gran necesidad de mano de obra en muchos oficios y la dificultad para entrar en el mercado laboral sin una preparación específica», dice Marzal. Para solucionarlo, establecen una nueva categoría docente que llaman de 'profesión formacional', donde combinan suscripción mensual, plan de carrera guiado y colocación laboral directa. Aplican inteligencia artificial (IA) para personalizar las rutas formativas, la mentoría y el matching con empresas.
La formación la reciben los alumnos en las horas libres que les quedan de la jornada laboral. A cada alumno se le asigna un maestro especialista en la materia que le va revelando los secretos del oficio, como se hacía en los antiguos gremios. Aunque pueda parecer arcaica, la fórmula resulta eficaz, porque favorece la integración laboral a jóvenes que, por el motivo que sea, no han podido o querido estudiar, a la vez que atienden la demanda en sectores donde faltan manos. El título que obtienen no es el de la Formación Profesional, sino un certificado de profesionalidad o un carnet de industria que acredita su capacitación para el desempeño de esa actividad laboral. Kämpe funciona con un modelo de suscripción, donde cada estudiante paga 49 euros mensuales.

- Equipo de Kämpe.
No olvidemos tampoco que, allí donde faltan manos, suben el reconocimiento y el precio, de manera que un director de obra actual podría llegar a ganar más de 90.000 euros anuales, según Marzal, mientras que un yesero en el escalafón superior podría ganar entre 60.000 euros y 72.000 euros anuales, según el economista Gonzalo Bernardos.
Dignificar los salarios
Hablamos de dinero porque, por mucho que se hayan puesto de moda conceptos como el del salario emocional, las oportunidades de crecimiento o las retribuciones flexibles, la mejor manera de reconocer el esfuerzo de un trabajo bien hecho es pagándolo. «Para dignificar un oficio, lo primero que hay que dignificar son los salarios», sostiene el empresario Rodrigo Lojo, cofundador y CEO de la empresa conservera Roi&Co. Toda la vida de Lojo ha estado vinculada a esta industria, donde las mujeres han sido mano de obra principal. Por eso sabe que tanto a su abuela como a su madre el patrón las animaba a cantar a la vez que enlataban los mejillones o el pulpo de las Rias Baixas para evitar que se metiesen algún bocado en la boca mientras procesaban el alimento en jornadas maratonianas y mal pagadas.

- Roi Lojo, CEO de Roi&Co.
Reivindicar el papel de las mujeres del mar y su género es uno de los objetivos principales que dice perseguir Rodrigo Lojo con su empresa, así como reconocer a todos aquellos que «levantaron su tierra con un esfuerzo cubierto de salitre y, demasiadas veces, sin el justo reconocimiento».
Por su parte, el sueño de WoolDreamers es revalorizar la industria de la lana española, especialmente la merina, y todos los oficios asociados. «WoolDreamers es un proyecto que nació en el corazón de un joven de treinta y tres años, que llevaba más de la mitad de su vida dedicado a la profesión y la pasión transmitida por su padre desde muy pequeño», se autopresenta Ramón Cobo, impulsor de esta iniciativa junto a su hermano Jesús, su cuñado, Óscar López, y el resto de la familia porque, para dar con el origen de la empresa, hay que retroceder más de cien años. Se emplazan en la pequeña localidad de Mota del Cuervo (Cuenca), cuya economía ha estado tradicionalmente ligada a la cría de ovejas y a la alfarería.
La primera derivó en una boyante industria textil en torno a la lana que requería de oficios especializados para el desmotado, lavado y cardado de la lana, el batanero, hiladores, tejedores, tintoreros…La entrada masiva de fibras sintéticas en el mercado acabó con todos estos oficios, los mismos que hoy quieren recuperar en WoolDreamers reconstruyendo toda una industria que fue arrasada por la globalización.

- El objetivo de WoolDreamers es revalorizar la industria de la lana española, especialmente la merina, y los oficios.
«Queremos transformar lo ordinario en extraordinario —declaran—, y el primer paso es conseguir que a todos los profesionales ligados a la lana les resulte rentable dedicarse a ese oficio, desde los pastores hasta los que empaquetan el producto. A todos hay que pagarles un precio justo», dice Ramón Cobo. Apoyan también la narrativa de la compañía en el valor de la sostenibilidad, teniendo en cuenta que la lana es una fibra textil 100% natural, 100% ecológica y 100% biodegradable.
A WoolDreamers, donde se dedican a producir la materia prima y la venta de ovillos, han sumado la marca Wool4Life para la venta de producto final, sin plegarse a las modas, sino siguiendo «los ritmos del territorio». Todos los productos que ponen a la venta son trazados con tecnología blockchain que garantiza «la promoción de empleos dignos en zonas rurales, el respeto por la vida animal y la creación de productos que perduren, tanto física como emocionalmente».
I+D en pleno campo
Para tintar los hilos, uno de los acuerdos de colaboración que tienen previsto suscribir en WoolDreamers es con Tintoremus, la empresa impulsada por Lola López y Clemente Cebrián (cofundador de El Ganso) para producir tintes naturales. Extraen la materia prima de sus propias plantaciones que tienen en Cáceres, convertido hoy en el mayor cultivo de índigo de la variedad Persicaria tinctoria existente en Europa.
Aparte de contribuir a la sostenibilidad de la industria de la moda, Tintoremus quiere revitalizar la economía local diversificándola y generando empleo, no solo en el campo, sino también el tecnológico. Atraídos por el proyecto, forman parte del equipo un ingeniero agrícola, un químico, un biólogo, un responsable de I+D y una diseñadora. Allá donde ellos no llegan, recurren a la Incubadora de Alta Tecnología en Bioeconomía y Economía Circular (IAT) de Extremadura, en Mérida, para investigar el desarrollo de nuevos procesos y tecnologías de cultivo y tintado, así como otras líneas de negocio.

- Clemente Cebrián y Lola López, fundadores de Tintoremus.
Donde no pudieron ayudarles en el IAT fue en encontrar a una persona con conocimiento suficiente en el arte de teñir los tejidos de manera natural, oficio barrido también por la industrialización. Al final dieron con la joven Daniela Conde, hoy responsable del área de tintado en la compañía, quien aprendió el tinte artesanal de una maestra japonesa, país que ha sabido mantener vivas sus tradiciones de teñido textil.
La empresa valenciana Tejidos Royo, con más de 120 años de historia, es otra de las que colaboran con Tintoremus en el desarrollo de un denim —tela vaquera— más sostenible. Todavía a medio camino de conseguirlo, pero están convencidos de que, tarde o temprano, lograrán unos pantalones vaqueros 100% teñidos con índigo natural.
Falta de relevo generacional
Y aunque haya oficios que todavía se mantienen vivos, la falta de relevo generacional los sitúa en riesgo de extinción. Entre las causas que hay detrás, se encuentra el progresivo envejecimiento de la población española junto a una natalidad menguante, pero también unas condiciones laborales que resultan poco atractivas a los más jóvenes. La escasez afecta especialmente a sectores como a los que apunta la solución de Kämpe (electricidad, fontanería o la construcción), pero hay otros, como el del transporte por carretera, que también se están desangrando.

- Luis Bardají, Gabor Balogh y Ramón Castro, fundadores de Trucksters.
Estimaciones recientes sitúan en torno a treinta mil el número de conductores de camión que necesita España para preservar el sector del transporte de mercancías, vital para nuestra economía. El desequilibrio entre la demanda y la oferta ha propiciado importantes mejoras salariales y laborales para este colectivo a las que también ha contribuido el uso de la tecnología.
Una es la desarrollada por Trucksters, donde dicen trabajar para mejorar la calidad de vida de los conductores, permitiéndoles pasar más tiempo de calidad en casa y ofreciéndoles estabilidad laboral. Se trata de un operador que proporciona un servicio de transporte de larga distancia FTL con un innovador sistema de relevo de conductores basado en big data e inteligencia artificial. Fundada en 2018 por Luis Bardají, Gabor Balogh y Ramón Castro, el objetivo de Trucksters es lograr que la industria mundial del transporte de mercancías por carretera sea más eficiente y digna para los profesionales del sector. En apenas siete años de vida, la empresa ha conseguido reunir a un equipo de más de cien empleados, con oficinas en España y Alemania. Es una prueba de que la tecnología no siempre destruye empleos; también sirve para mantenerlos.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 130 (octubre 2025) de la revista Plaza