Cuando Josep Bono comenzó la carrera de Ingeniería Industrial, no imaginaba que su futuro profesional estaría ligado a las inversiones y al capital privado. El joven, nacido en L’Alcúdia en 1987, se especializó en mecánica en la Universitat Politècnica de València, y su primera experiencia laboral fue en el corazón del clúster de automoción valenciano, en Almussafes. Pero, como él mismo dice a Plaza, «te voy a sorprender». Bono arrastraba desde pequeño un interés latente por la economía. Lo veía en casa: su padre seguía las cotizaciones bursátiles a través del teletexto (algo que recuerda casi con ternura) y la familia materna gestionaba un negocio de muebles que imprimió en él sensibilidad empresarial.
La crisis económica de 2008, que le pilló en plena carrera, acabó de despertar ese gusanillo. «Sentía que la parte económica me interesaba y que el día de mañana necesitaría entenderla», explica. Ese impulso le llevó al MBA de EDEM, un punto de inflexión que cambió su vida profesional. Tras el máster, trabajó en dos firmas del ecosistema inversor —una de ellas en València— hasta que una circunstancia personal lo llevó a mudarse a Madrid. Allí, en 2017, desembarcó en la gestora entonces llamada GED, hoy Buenavista.
Lo que encontró en Buenavista fue una casa en plena expansión. Cuando se incorporó al equipo de private equity la firma estaba empezando a diversificar sus líneas de inversión. Ahora, dicho departamento duplica el tamaño original y Buenavista ha consolidado verticales de inversiones minoritarias en salud, infraestructuras y venture capital, incluso con presencia internacional.
En paralelo, la evolución de Bono ha sido igual de sólida. En 2024 fue promocionado a socio. «Estoy superagradecido a la casa por la oportunidad y por el recorrido», afirma. Y lo dice tras haber vivido años complejos: pandemia, tensiones inflacionistas y un contexto global convulso. Para Josep Bono, uno de los cambios más relevantes de la última década es la madurez del sector. Según los datos de SpainCap, el private equity en España ha multiplicado por cuatro los activos gestionados. Aun así, asegura, sigue siendo «el gran desconocido». «No solo para los inversores, sino para los empresarios», matiza. Aunque invertir en bolsa, bonos o inmuebles es algo familiar para cualquier ahorrador, pocos saben que también pueden invertir en capital riesgo. Las barreras para ello han bajado, según Bono, al contar con mínimos de entrada más reducidos y procesos más accesibles, lo que ha democratizado una inversión que antes se percibía reservada a grandes patrimonios.
En la percepción social es donde Bono detecta más desconocimiento. Cuando se anuncia que un fondo entra en una empresa, el relato público tiende a encender alarmas. Él invita a cambiar la mirada: «Debería ser motivo de orgullo. Un inversor profesional apuesta por la compañía porque tiene potencial, porque está bien gestionada y porque puede crecer».
Fondos ‘buenos’ y ‘malos’
Ante la pregunta de si cree que hay fondos ‘buenos’ y ‘malos’, Bono señala que no es una cuestión ética, sino estratégica. «Nuestra estrategia siempre es la de aportar valor. No venimos a despedazar compañías. Venimos a ayudarlas a crecer». Buena parte de su trabajo consiste en profesionalizar, digitalizar, impulsar planes comerciales, desarrollar nuevas capacidades o integrar empresas complementarias bajo un mismo proyecto. Eso, reconoce, transforma tanto a las compañías como a sus equipos directivos. Recuerda con humor una anécdota reciente: «En una de las últimas operaciones, el equipo directivo no sabía qué esperar del socio del fondo… y al llegar dijeron: ‘‘Anda, si parece una persona normal’’».
Su carrera se ha desarrollado en Madrid, pero Bono mantiene un vínculo profundo con su tierra. No solo por origen, sino porque Buenavista tiene un fuerte interés en la Comunitat Valenciana. La primera inversión de su último fondo se ha realizado aquí, y la firma analiza activamente nuevas oportunidades. Bono destaca que la región combina tejido empresarial de alto nivel, talento y sectores en crecimiento. Entre los segmentos con más potencial identifica salud, tecnología, ciberseguridad, e IA, además de la industria y los servicios, que siguen siendo pilares tradicionales. «Hay compañías con propuestas muy sólidas que van a estar en el radar de los fondos», anticipa.
El día que su pueblo se inundó
En 2024, la Dana golpeó con fuerza L’Alcúdia, su municipio. El agua entró en casa de sus padres, familiares y amigos. Bono recuerda esa etapa con emoción contenida. Buenavista se involucró activamente en la iniciativa DNA Valencia, aportando recursos económicos y trabajo para asesorar a empresas afectadas: desde preparar business plans hasta orientar sobre ayudas fiscales o legales. Él mismo dedicó decenas de horas. «Lo hicimos sin ánimo de lucro, para ayudar a empresarios que lo estaban pasando muy mal».
Bono reconoce que el private equity «no es el mejor sector para conciliar». Pero destaca que la cultura interna de Buenavista hace viable lo que en otros entornos sería imposible.
Padre de tres niños, agradece especialmente la corresponsabilidad de su mujer: «Sin su ayuda no podría haber crecido profesionalmente». Y revela su rutina personal: tres días a la semana se levanta a las seis para hacer deporte antes de despertar a sus hijos y llevarlos al colegio. «Si no buscas el hueco, no lo encuentras», dice entre risas. Viajar, pasar tiempo con la familia y los amigos y mantenerse activo son sus válvulas de escape.
Formación & hobbies
Formación: Ingeniería Industrial, especializada en mecánica.
Máster y cursos: MBA en EDEM Escuela de Empresarios.
Hobbies: Josep Bono busca huecos en la semana, entre su vida profesional y personal, para hacer ejercicio. Trata de entrenar tres veces a la semana, antes de ir a levantar a sus hijos para llevarlos al colegio. Hacer planes con sus amigos, viajar y pasar tiempo en familia son algunas de sus válvulas de escape de una exigente carrera profesional que, aunque puede llegar a ser muy intensa, le apasiona.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 132 (diciembre 2025) de la revista Plaza
