Opinión

Revista Plaza Principal

La vida a cara o cruz

Por las patillas

Publicado: 04/05/2025 ·06:00
Actualizado: 04/05/2025 · 06:00
  • Patillas
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Mi padre no soportaba que yo llevara el pelo largo, aunque nunca me lo dijo. Yo no soporto un corte de pelo sin patillas. Da igual que los jóvenes lleven bigote o barba, pero que renuncien a las patillas me preocupa. Si tienes cara, y todos la tenemos, hay un modelo de patilla para ti. Y si tienes pelo, la patilla enmarca tus facciones, sienta bien y aporta personalidad.

La patilla es ese conjunto de cerdas que crecen por delante de la oreja, desde el nacimiento del pelo hasta el mentón, uniendo el cuero cabelludo con la barba. Lo idóneo es mantener la anchura natural en su parte superior y, retocándola lo mínimo, llevarla hasta el lóbulo.

Lleva patillas. Si tienes la cara ancha, llévalas pequeñas; si tienes la cara estrecha, llévalas anchas; si tienes mucha mandíbula llévalas estrechas y, si quieres ser un hortera, llévalas finas. Llévalas como quieras, pero si quieres que te respeten, lleva patillas.

En los hombres son signo de masculinidad, le hacen atractivo e indican madurez. Agrupo a mis conocidos. Está el que las lleva rectangulares y excesivamente cortas; suele ser gente poco imaginativa, ordenada, callada, profesional de lo institucional y tirando a conservador. Luego está el que las lleva anchas hasta la mandíbula, con ese toque llamativo, exagerado y desafiante; un tipo que tampoco nunca depila sus ingles. También está el que se las deja finas y largas, que se cree elegante y que pasa tiempo mirándose al espejo, depilando su pecho, axilas, colonia y ¡hasta las cejas!

Dicen que lo que nunca hay que hacer es llevarlas asimétricas, porque es un gran error. El ámbito de la estética y la belleza busca la simetría porque es atractiva, armoniosa y se asocia a la salud, la eficacia y una genética favorable. El cerebro juzga a las personas entre varias opciones a través de procesos mentales influenciados por la razón, las emociones y los recuerdos. El libre albedrío lo llaman. A partir de ahí valora a sus semejantes por la simetría de su verticalidad, y no por la asimetría de su horizontalidad. Craso error. Me molesta que el cuerpo humano sea tan simétrico. De frente, todo lo que tenemos par está ordenado a los lados, y de lo impar, al centro. Así lo ha decidido la naturaleza. Cambiar de sitio un tobillo, un pezón, un güevo o tener dos ombligos es complicado. Por eso, porque puedo y como muestra de rebeldía, ¡me gusta llevar las patillas asimétricas!

Tengo una hija entrada en la pubertad y de la que estoy muy enamorado. Como corresponde a su edad, muestra interés por sus estudios, futuro y crecimiento social. Es fácil que venga a casa acompañada. Cuando lo hace con amigas, se encierran en su cuarto y no tengo idea de lo que ocurre. Son como ella: alegres, pizpiretas, espabiladas y comprometidas. Por el contrario, cuando aparece con algún chico, casi siempre cumple el mismo patrón: zamarros de su misma edad, parcos de palabras, rebosantes de granos pajilleros, aún desarrollando músculos y alguna muestra de tocino, y un corte de pelo modelo palmera recién podada, coliflor hervida, escoba del revés, susto mal dado, toldo macetero, brócoli... y claro, ¡sin patillas!

* Este artículo se publicó originalmente en el número 125 (abril 2025) de la revista Plaza

 

El mundo se va a la mierda. El bicho ultraliberal promueve la mínima intervención estatal y aboga por la libertad individual y la autogestión a cambio de la solidaridad y el bienestar colectivo. La juventud, indiferente y superficial, anda más preocupada por consumir tendencias. Una revolución es urgente... ¡¡¡empecemos por la de las patillas!!!

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