VALÈNCIA. Muchos lectores y lectoras ya conocerán la figura de Vicent Miguel Carceller, creador de La Traca, todo un fenómeno editorial que le costó la vida por su humor socarrón contra la Iglesia Católica y las instituciones que sostenían el franquismo. Una publicación que fue tremendamente popular (llegó a vender 500.000 ejemplares), pero que fue silenciado por su contenido burlón.
Desde hace unos años, se han venido sucediendo diferentes iniciativas para sacar del olvido la figura del editor. Primero a través del libro Vicente Miguel Carceller: El éxito trágico del editor de La Traca escrito por Antonio Laguna; más tarde por la exposición que le dedicaría La Nau en 2016, La Traca. La transgressió com a norma. Ahora, Ricardo Macián completa el círculo con un documental y una pieza de ficción que se estrenará próximamente en el Festival de Valladolid, Carceller, el hombre que murió dos veces.
Las dos piezas, la documental y la ficcionada, coinciden en este largometraje, que no solo cuenta la historia del editor, sino todo el trabajo que se ha ido sucediendo estos años para rescatar su figura. El historiador Antonio Laguna descubrió su figura casi de casualidad, en un almanaque periodístico en el que citaban el éxito de La Traca. Eso le llevó a iniciar la investigación, que tuvo aportaciones de Rafael Solaz, Enric Nogués o Lamberto Ortiz.
La revista de La Traca nació a principios del siglo XX y ya tuvo sus primeros problemas con la dictadura de Primo de Rivera, que llegó a suspender la publicación. Unos años después, con la llegada de la II República, resucitó para ser más beligerante que nunca. La publicación, con un precio y una narrativa popular, no se ruborizaba en machacar a Franco y el clero, burlándose de las maneras menos elegantes posibles. Era la guerra que no podían ganar desde ninguna trinchera de la Guerra Civil. La guerra de la risa.
El regimen franquista hizo suyo el dicho “muerto el perro, se acabó la rabia” y mandó fusilar tanto a Carceller como a uno de los dibujantes estrella de la revista, Bluff. Y partir de entonces, el silencio impuesto.
Macián reúne en este documental la historia fascinante del editor pero también la recuperación que se ha llevado a cabo contra viento y marea, con un objeto de estudio muy complicado de encontrar. La ayuda de muchas personas, también de la familia, han permitido ir -poco a poco- contando la historia que Franco quiso enterrar.
El hombre que murió dos veces se centra así en esa segunda muerte, en la del olvido que aún no se ha acabado de solucionar. Lo hace como documento pero también como manifiesto, en el descubrimiento de la figura de Carceller también está la pregunta de por qué no se le ha reconocido hasta ahora como merece.
Para ello, Macián cuenta con los testimonios de sus familiares, pero también de los historiadores que han participado en la investigación y un buen puñado de colaboraciones como Paco Roca o el cuadro de actores y actrices que llevan una reconstrucción de algunas escenas de la vida de Carceller.
La parte ficcionada ha estado escrita por el dramaturgo Manuel Molins, y se representó a la familia del editor para el documental. Es el público selecto que puede comprobar cómo el tiempo pone todo en su sitio. También un viaje de ida y vuelta que, sin la familia, quedaba incompleto.
A Carceller le fusilaron en 1940, en una fosa de Paterna que ahora sale a la luz. El documental sale a la luz casi coincidiendo con la exhumación. Justicia en el audiovisual y justicia en la realidad. La llamada “fosa de la cultura”, donde también se encontraría Bluff, cierra ese círculo de recuperación de la memoria.
Su vida se está recuperando por el interés y admiración personal de unos pocos. Su vida durante la Guerra Civil es todo un misterio, porque lo poco que se conoce ha sido a través de confesiones bajo tortura en las que reniega de su pasado y el expediente de incautación de sus propiedades que permiten conocer su faceta emprendedora”, explicaba a este diario el profesor Antonio Laguna. “Aún queda saber por qué no huyó cuando la situación política se torció. La consigna del régimen era que quien no estuviera manchado de sangre, se rindiera y no pasaría nada, pero obviamente no fue así”, añade. “¿Cómo hubiera cambiado la sociedad valenciana si Carceller hubiera seguido vivo?”, se pregunta el director del largometraje, Ricardo Macián, teniendo en cuenta además el carácter emprendedor y regionalista del editor.