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LA VIDA A CARA O CRUZ / OPINIÓN

¿Rico o culto?

10/09/2018 - 

VALÈNCIA.-Si me das a elegir entre tú o la riqueza, con esa grandeza que lleva consigo, ay amor, me quedo contigo... Si me das a elegir entre tú o la cultura, donde libre es el vuelo para ir a otros nidos, ay amor, me quedo sintigo... bla bla bla...

La vida solo es un control de las necesidades. Luego está lo de que la pierdes o te la perdonan, según cómo la juegues. Y mientras transcurre te vas acomodando. A poco que te fijes, todo tu entorno está dividido entre conocidos y enemigos. De los primeros alguno pasa a ser amigo. A los segundos no hay forma de elegirlos, aparecen cuando menos los esperas, como el acné.

Cinco son las necesidades básicas que hacen que mi vida funcione y esté equilibrada. A saber: la electricidad, que me ilumina y hace que todos los aparatos que tengo en casa hagan ruido; el agua, que da vida, higiene y otras muchas comodidades; el gas, con el que aguanto el húmedo invierno valenciano y que cuando trastea entre fogones ayuda a mantener mi cuerpo en el peso perfecto, aunque según el endocrino lo que me falta es un palmo de altura —¡¡socabrón, le piropeo!!—; el teléfono, con el que mantengo relaciones de familia, comunicación y mandanga, y por último, la gasolina, alimento principal en mi dieta diaria y que me da energía suficiente para acercarme a la vida laboral, social y perdidas varias de tiempo.

Desde hace años no todos los meses puedo afrontar estas cinco necesidades, sinvivo sin alguna de ellas y, lo peor, es que ya me he acostumbrado. Y después de la paciencia y la experiencia, me he dado cuenta de que la única que incomoda no tener es la del agua, y coincide que es la más natural y la única vital. El resto son prescindibles, pero el agua, ¡¡¡ay como falle el agua!!! Grifos inútiles, limpieza que se va acumulando, justito de aseo, cisternas vacías, deshidratación, ojos hinchados, orificios resecos, estreñimiento, espasmos, sequedad de ideas, polvo, confusión, fatiga, desolación...

Por lo general, en mi gremio, el de la creatividad, basado más en el talento y los conocimientos inútiles que en el learning by doing, o lo que es lo mismo, no aprender de nada que luego no se vaya a utilizar, la pobreza y envidia campan a sus anchas. Los compañeros de más éxito que pueda conocer no tienen ingresos superiores a los de cualquier mindunguis que se dedique a la especulación. Así visto el panorama, si tuviera que elegir entre RICO o CULTO. ¿Con qué me quedaría? Últimamente no paro de dar vueltas a una respuesta como si tuviera la más mínima oportunidad de elegir, o siendo todavía más realista, de conseguirlo.

Un RICO es aquel que no tiene deudas, ni con amigos ni con instituciones de ningún tipo, y que tampoco tiene despertador ni horarios. Alguien que no acumula ni gasta ni necesita, porque dispone de todo. Siendo RICO, ¿qué necesidad hay de saber quiénes son Tom Waits, Richard Corben o Sakiamuni? ¿Nociones básicas de economía, derecho, política, ética...? y las matemáticas, ciencia, historia, arte, literatura... ¿para qué?

El CULTO, además de ser repelente sabelotodo, se caracteriza por tener cierto sentido estético de su entorno, capacidad de comunicar, multicultural de la muerte y crítico contra fanatismos y adoctrinamientos. De lo contrario sería tosco, ignorante y simple, tan valorado en nuestros días.

Por cierto, la mandanga que los movimientos nacionalistas o religiosos transmiten en los colegios, ¿también es cultura?

Si me das a elegir entre RICO o CULTO, ay amor, me quedo contigo...  

* Esta opinión se publicó originalmente en el número 46 (agosto) de la revista Plaza

 

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