En camión y por el Rin

Riesling, la dama más fresca

Brom que te brom hoy subimos a un camión y nos abrochamos el cinturón porque vienen curvas y daremos algún frenazo. Salimos de Valencia en minifalda, con los pelos naranjas y cargaditos de cítricos, que nos los quitan de las manos, oiga

| 15/03/2019 | 5 min, 58 seg

Y así, con el volante bien agarrado comenzamos nuestro viaje, hedonistas. De Alemania a Austria pasando por Alsacia en busca de la dama más fresca. Es la riesling.

Hablamos de uva blanca venida del Rin, el espejo en el que se mira para ser reflejo de climas y terruños con coloridas pizarras. Amante del frío, es noble, muy señora y un poquito traviesa, que mira que le gusta jugar al cromatismo. Sus impronunciables clasificaciones son tan diferentes y complejas como los lugares que la ven crecer. Unas veces por la calidad de sus suelos, otras por la cantidad de azúcar residual, densidad o graduación. Podemos quedarnos con las tipologías alemanas más habituales, desde los más ligeros kabinett, creciendo en volumen de spätlese a auslese hasta llegar a los más dulces y fornidos, los beerenauslese y trockenbeerenauslese. Sin olvidar esa mágica palabrita que aparece y desaparece con frecuencia, la trocken de los muy secos. Y ya que hemos llegado hasta aquí nos quedamos en germánicos parajes para empezar a dar saltitos entre minerales laderas de impetuosos desniveles, con muy de abrigo, que hace biruji, y con ojo de no insolarnos bajo astros testarudos.

Más o menos como el Daniel Vollenweider Felsenfest Riesling 2015 (Daniel Vollenweider) que nos acompaña a visitar el Mosel con la clase que le caracteriza y unos tirantes de frutas. Acideces imposibles que compartimos con unas truchas en papillote, que la cosa va de peces… porque sí.

Unas abejas floreadas nos indican dónde está la próxima gasolinera, comprobamos que los neumáticos están en su sitio y seguimos con el vecino de una de las mejores parcelas de la zona, el Thanisch Berncasteler Doctor Spätlese 2015 (Thanisch). Paseo entre viñas viejas y sus bichitos con paisajes de maduras manzanas verdes y el frescor que se calma con cariño. Nos subimos a un balancín y el apetito, que llega a desbocados, lo calmamos con una raya a la mantequilla negra.

Amante del frío, es noble, muy señora y un poquito traviesa, que mira que le gusta jugar al cromatismo

No muy lejos está a la espera el Julian Haart 2015 (Weingut Julian Haart). Un bólido dispuesto a ganar carreras de fondo. Bestia que con calma hará los mejores tiempos. Conciso pero siempre afable nos lleva a un pajar a comer un bocadillo de sardinas en aceite. Poco más y mejor.

Cambiamos de lugar para probar el Dönnhoff Felsenberg 2017 (Hermann Dönnhoff). Escarpado vino de Nahe con la personalidad salvaje de los que son muy jóvenes. Chispeante y con presencia dice que pidamos hora al dentista. Vale, pero antes nos pones el bacalao ahumao sobre pan crunchi crunchi, que vamos a darle un muerdo.

Abrimos una botella de Monzinger Paradiesgarten Riesling Auslese trocken 2002 (Weingut Schauß) sin movernos en demasía y, profundamente generoso, nos regala momentos de alegría. La de la tranquila charla sin prisa y entre amigos. Lo tomaríamos con mucho queso, pero no nos salimos del guion y preparamos un tartar de salmón.

Conducimos hasta Pfalz quemando la goma justa para llegar al Koehler-Ruprecht Kallstadter Saumagen Riesling Kabinett Trocken 2013 (Koehler-Ruprecht). Ligero de cítricos cuchillosos es persistente en su empeño. El de acompañarnos un buen rato y disfrutar de unas caballas en suavísimo escabeche.  

Antes de abandonar Alemania nos acercamos a Rheinhessen donde humilde nos espera el Keller Riesling Hubacker Grosses Gewachs 2017 (Weingut Keller). Directo y sin tonterías dice que es delicado y austero. Pero no se corta un pelo y nos regala un manojo de menta, ideal para aderezar el plato que toca, unos chipironitos salteados con guisantes.

Rodando y probando, que estamos en Alsacia

Rodando y probando alcanzamos Alsacia donde nos espera una dulce historia de años vividos entre cepas preciositas y lustrosos pagos con rincones en los que perderse. La calidez de los que tienen la mirada puesta en el sur mientras esperan unas gotas de lluvia que casi siempre se harán esperar con paciencia.

La misma que no tenemos ante la visión del Fronholz Riesling 2016 (Domaine Ostertag). Limas membrillosas con un fondo umami de los que hacen relamerse. Larga vida entre montañas donde el peso no se hace pesado. Tensión en equilibrio con mucho gusto y unas gambas al ajillo con bastante guindilla.  

Entre miles de flores y un árbol de mango nos conquista el Schieferkopf Riesling Lieu-dit Buehl 2010 (Domaine Schieferkopf). Porque es empireumático y divertido mientras nos susurra un montón de cosas al oído. Y entre secreto y secreto, un puñado de verdades y un plato de curry rojo de rape.

No hay descanso, que el Kreydenweiss Riesling Kastelberg Grand Cru 2013 (Marc Kreydenweiss) se presenta casi alemán. De un rústico comedido sorprende con su aquel de oxidación, esa que nos acerca muy de lejos a nuestro querido Jerez. Exagerado en sapidismo  le damos la aprobación con unos boquerones en vinagre.

A su rollo independiente aparece el Trimbach Riesling Frédéric Émile 2011 (Trimbach). Estilo embotellado durante cinco años que enciende cerillas para iluminar noches oscuras. Aunque corpulento, es de mucho brincar y no se corta un pelo para sentarse a la mesa con un rodaballo a la brasa.   

El Kientz Riesling La p´tite vigne À Emeline 2015 (René Kientz) es hidrocarburismo muy de naricilla e intensidad con potencia inmediata. Reseco y con su amargor, se hace querer porque es la diferencia. Y nos gusta con picantes, así que le ponemos un cebiche de corvina y nos quedamos tan a gusto.

Madurez, textura y riqueza, así es el Zind-Humbrecht Riesling Clos Windsbuhl 2001 (Domaine Zind Humbrecht). Altura de altos riscos que necesita su tiempo para soltarse, pero cuesta dárselo, que nos lo bebemos sin sentir. Densidad y poderío que nos pide una receta en consonancia como un guisote o matelote de anguila.

Desde Austria y hasta luego

Casi sin darnos cuenta alcanzamos el último de nuestros destinos. Estamos en la más alpina Austria, con su brisa y en Patrimonio de la Humanidad. Y muy humanamente no nos resistimos al F.X. Pichler Riesling Loibner Loibenberg 2015 (F.X. Pichler). Esa viticultura que comienza silenciosa hasta traernos un lichi, pichi. Frías glicerinas que enseguida nos calientan el cuerpo con una de carpa a la cerveza, Mau y del Retiro, por supuesto.

Y ya está aquí, el final y el Franz Hirtzberger Singerriedel Riesling Smaragd 2015 (Franz Hirtzberger). Clasicote y con trabajo viene maletín en mano y aspecto lozano. Madurez compotosa y una rosa rosa rosa.  Abrimos un bote de arenques con pepinillos y alguna salsa cochina, los metemos entre pan y pan y, tal cual, con el sándwich puesto lo decimos, es hasta luego. Volveremos.

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