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ENTREVISTA 

Roger Bernat, cuando el actor es el espectador

Entrevista a uno de los creadores más estimulantes del presente, ávido de acabar con la pasividad de la audiencia

18/05/2016 - 

VALENCIA. En el teatro de Roger Bernat el público no es “el monstruo de los mil culos” que apostillaba Beckett, sino un monstruo de mil cabezas pensantes. Las propuestas que bosqueja el autor catalán, arquitecto y pintor de formación, son dispositivos lúdicos e interactivos que prescinden de actores profesionales y se sirven de los espectadores para sustentar las piezas. Sus llamadas a la acción ya han recalado en Valencia en el pasado. La última ocasión, en concreto, fue este pasado mes de abril en Espai Rambleta, donde se estuvo representando Please, continue, (Hamlet), una performance ingeniada en 2012 por el director y el artista holandés Yan Duyvendak. En el primer tramo de la obra se celebra un juicio al príncipe de Dinamarca con jueces, abogados, fiscales, psiquiatras, agentes judiciales y forenses auténticos, mientras que en la recta final, el jurado popular decide el veredicto final. 

En la adaptación del espectáculo estuvo trabajando Sonia Martínez, responsable de producción artística del complejo cultural, que asumió la responsabilidad de seleccionar a la judicatura y a los intérpretes locales. “Roger es un cuestionador y dinamizador del papel del espectador, una de las figuras que promueve e investiga en las posibles relaciones entre los distintos agentes que componen lo escénico. Sus obras tienen un marcado carácter político tanto por el cuestionamiento de la representación y la participación como por las situaciones que plantea y los temas sobre los que trabaja”, concluye la miembro del equipo de La Rambleta.

El centro cultural volverá a contar con la presencia del creador la última semana de junio, para participar en el laboratorio “Nuevos lenguajes para nuevos públicos”, antesala de < 25, un proyecto de la Unión Europea cuyo principal objetivo es reunir a un grupo de jóvenes menores de 25 años de diferentes países del continente para que creen una pieza teatral. La obra conjunta se desarrollará en diferentes residencias en España, Portugal y Reino Unido. La participación de Bernat será en una sesión cerrada al grupo de residentes y tutores y otra abierta al público. Pero antes, este fin de semana, de hecho, hay programadas en Valencia dos obras de su autoría: Domini públic, el 20 de mayo en Las Naves, y el día siguiente, 21 de mayo, Numax-Fagor-Plus en el Teatre El Musical. 

La responsable de gestión del teatro de El Cabanyal, Olga Álvarez, ensalza el trabajo de Bernat: “En la escena contemporánea sus proyectos se caracterizan por romper directamente la división teatral de escena y sala, generando espacios cuyas dimensiones acercan a todos los que forman parte de la experiencia teatral. El espectador por lo tanto ya no es espectador, sino el protagonista. Él reclama la participación del público como un paso más de emancipación de los ciudadanos”.

La pieza programada en El Musical es una performance a partir de la reconstrucción que los trabajadores de la cooperativa vasca de electrodomésticos Fagor , cerrada en 2013, realizan de la historia de los empleados de Numax, que en 1979, tras dos años y medio de autogestión, decidieron dejar la empresa e ir al paro. 

- ¿En qué medida conecta Numax Fagor con el teatro verbatim y en qué medida con el karaoke?

- Numax-Fagor-plus conecta con las recreaciones de grandes batallas históricas que se pusieron de moda en Estados Unidos y Europa a finales del siglo pasado. Allí se juntaban miles de personas vestidas de época, con caballos y armas de fogueo para recrear un domingo por la mañana la batalla de Waterloo o la de Verdum. Numax-Fagor-plus representa otra batalla, la de los obreros de ayer y hoy por deshacerse de la explotación.

- Tus obras tienen una enorme proyección internacional. ¿lo tienes en cuenta a la hora de crearlas con vistas a que habrá futuras adaptaciones del texto y de las referencias culturales a cada realidad local?

- Domini Públic (2008) era una pieza local e hicimos con ella unas 250 funciones en cuatro continentes. El Desplazamiento del Palacio de La Moneda (2014) también era un proyecto local y solo se hizo en Santiago de Chile, como era de esperar. Please Continue, Hamlet (2012) era un proyecto con el que siempre tuve reticencias y sin embargo es el espectáculo con más proyección de los que hemos hecho y Numax-Fagor-plus, que era una fucking master piece apenas se vio fuera de España. Así que no vale la pena pensar en el “mercado”, en adaptaciones o en la internacionalización porque ya se encarga el “mercado” de pensar en ti.

- ¿Hasta qué punto te resulta liberador y no tanto un reto creativo prescindir de escenografía y actores en tus espectáculos?

- Hay cosas que ocurren sin necesidad de escenografías: una conversación, una fiesta, un juicio, un tumulto. Ese es el tipo de cosas que me interesa llevar a escena. Hacerlo sin tener que cargar con elementos que no son necesarios es liberador, sí. Igual que resulta liberador dejar de distinguir entre actores y espectadores. Las personas que se encuentran en la sala, indistintamente de su rol asignado, construirán la pieza en la medida de las posibilidades de cada una. 

- ¿Qué alegrías y qué riesgos implica que el público sea el que mueva la trama?

- El riesgo de dejar en manos del público gran parte del espectáculo forma parte de la belleza del espectáculo. Si no hay riesgo, ¿a qué ir al teatro?

- ¿Los espectadores siempre están dispuestos a ocupar el escenario, a corresponsabilizarse de la acción, o encuentras reticencias?

- Los espectáculos no deberían prometer un público unánime y menos aún responsable. Aunque sea en el marco de un espectáculo teatral siempre es saludable la disidencia. Así que celebro que en mis espectáculos haya siempre quien se quede al margen. Sería un error pensar que los que no participan disfrutan menos de la pieza. 

Esa disyuntiva de implicarse o quedarse al margen formará parte del juego propuesto a la audiencia este fin de semana en Las Naves. “En ocasiones, hay que jugársela. Apostar por el riesgo como método y forma de un concepto artístico. Roger Bernat, uno de los hombres de teatro más apasionantes del momento actual, hace un teatro de su tiempo, fresco y vital, mientras se dirige a un espectador sin hacer concesiones al teatro más convencional (comercial)”, aplaude el director artístico del centro cultural, Guillermo Arazo.

En Domini públic, a la audiencia se le facilitan unos auriculares donde irá recibiendo instrucciones y se le irán planteando preguntas de distinta índole. Pudiera parecer que en este ajedrez humano, el espectador no es más que un simple peón, pero la mente tras la partida asegura que su acción conjunta cuenta una historia a partir de su subdivisión en micromunidades que plasman patrones sociales subyacentes. “Lo suyo es teatro entendido como laboratorio de psico geografía emocional. El espectador arma su propia historia, jugando a elige tu propia aventura pero en clave sociológica y psicopática. Bernat lo consigue experimentando un teatro vivo, diferente, e imprevisible”, insiste Arazo.

- Siempre planteas una contradicción, por un lado invitas a participar a la gente y por otro cuestionas el sistema democrático. ¿Cobra más sentido este contraste ahora que hay una dinámica de participación colectiva motivada por los nuevos partidos en liza en España?

- Esa contradicción nace ya en el siglo XIX con la conversión de las masas en público, tal y como apuntó en su día Ezra Park. En el momento en el que las turbas se disciplinan alrededor de los innumerables escenarios de la modernidad, las instituciones llaman a la participación. Una vez que los distintos dispositivos disciplinarios de nuestra era, tales como la escuela, la fábrica o el cine se hubieron implantado, se articularon mecanismos que permitieron replantear el funcionamiento de esos mismos dispositivos. Pero esos mecanismos, tal y como nos ha demostrado el siglo pasado con siniestra insistencia, han sido a menudo insuficientes o directamente funestos. Por eso me parece que, ahora que se plantean renovadas dinámicas de participación, el teatro tiene que volver a ser el laboratorio de lo social que nunca dejó de ser. 

- A menudo te he leído referirte a Walter Benjamin, ¿qué importancia tiene su máxima: “Desde que la política se convierte en espectáculo, el espectáculo se convierte en política” en tu trabajo?

- Que la política se haya convertido en un espectáculo se enmarca en el principal proyecto de la posmodernidad: la conversión en arte de todas las esferas de la vida pública y privada. La segunda parte de la frase de Benjamin se desprende de la primera. Desde el momento que la vida toda se convierte en arte, lo que antes considerábamos arte pierde su sentido, salvo que éste pase a ser una herramienta de la política y por tanto en una cuestión de estado, como de hecho ha ocurrido desde la predicción de Benjamin. Sólo hay que ver el papel que ocupan museos, ferias, muestras y programaciones artísticas en la construcción de una identidad común.

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