VALENCIA. Rosa Lladró Sala no quiere vender la histórica firma de porcelana que fundaron su padre, Juan, y sus tíos José y Vicente en 1953. Sin embargo, la hasta ahora presidenta de Lladró parece haber perdido la batalla familiar –librada sobre todo con su cuñado Juan Ignacio Jara, esposo de Mari Luz Lladró–, ya que la empresa está a punto de venderse.
Como avanzó este viernes Valencia Plaza, el consejo de administración de Sodigei, matriz de Lladró, ha convocado para el próximo 5 de enero una junta general extraordinaria de accionistas cuyo primer punto del orden del día es el siguiente: "Aprobar y autorizar la venta de la totalidad de las acciones de la mercantil Lladró SA, propiedad de la Sociedad".
Fuentes de la empresa valenciana confirmaron que la familia tiene una oferta sobre la mesa, después de haber encargado hace unos meses la búsqueda de comprador a una consultora. No se conoce su identidad, algunas fuentes apuntan que es una firma asiática y otras que se trataría de un fondo español.
La convocatoria de la junta de accionistas no la firma quien, según el Registro Mercantil, es la presidenta de Sodigei: Rosa Lladró Sala. La firma Juan Ignacio Jara y lo hace en calidad de presidente, lo que significa que la primogénita de Juan Lladró ha dimitido o ha sido destituida por los otros dos miembros del consejo de administración, el propio Jara y María Ángeles Lladró, otra de las cuatro hijas de Juan.
Valencia Plaza contactó este viernes con varios miembros de la familia y con la propia empresa pero ninguno quiso o supo aclarar las circunstancias del cambio en la presidencia. Fuentes de la compañía sí confirmaron el relevo, que es tan reciente que no se ha publicado en el Borme.
Rosa Lladró, con el apoyo de su padre, que tiene 90 años, es la principal opositora dentro de la rama familiar de Juan Lladró a la venta de la compañía, como ya ocurrió en 2015, cuando la familia estuvo negociando con un fondo norteamericano.
También se oponen las otras dos ramas familiares, que no tienen ningún poder de decisión, ya que el 70% de Lladró está en manos de Juan y sus hijas a través de Agroinmobiliaria, mientras que los otros dos hermanos fundadores y sus familias tienen el 15% cada uno.
Según fuentes cercanas a la familia, Rosa, en un intento desesperado por evitar la venta, estudió incluso postularse como compradora, pero la operación era demasiado costosa a pesar de que no incluye los inmuebles de la Ciudad de la Porcelana, sino sólo la unidad de negocio y la marca. Los inmuebles son propiedad de otra filial del grupo Sodigei, Rosal, a la que Lladró paga un alto alquiler que tendrá que asumir el nuevo propietario.
La posible venta de la empresa no cierra, sino todo lo contrario, la prolongada incertidumbre sobre su futuro que padece la plantilla. Tras continuos ajustes temporales desde 2009 por la caída de ventas, el año pasado llegó el ERE que finalizó con una reducción de plantilla del 38%, 268 personas.
Tras publicar Valencia Plaza este jueves que la familia ultima la venta de Lladró, la empresa pidió a los trabajadores "tranquilidad" ante la "lógica inquietud" por la información. Lo hizo a través de una nota interna en la que les informó de que el objetivo de la transacción es "garantizar la viabilidad de la compañía velando por el futuro del proyecto empresarial".
En el comunicado Lladró trasladó a los trabajadores "el reciente interés mostrado por un potencial grupo inversor en el negocio". "El cual vamos a analizar y someter a la junta de accionistas convocada a tal efecto", añadía el comunicado interno.