En Vinaròs y Slow Food. Es un restaurante pequeño y coqueto marcado por el producto de la zona del langostino, la alcachofa, la trufa y la galera.
Rubén Miralles es el restaurante que más recomiendo desde hace unos meses. Es cercano, sabroso, representativo y comprometido con el quilómetro cero de Castelló a un precio más que razonable. Ubicado en el centro de Vinaròs es una escapada que siempre alegra y, además, su propuesta sienta bien por ser de las reconfortantemente creativas: hummus de edamame con almendra marcona de Albocàsser, la crema de coliflor con trufa, remolacha por aquí o kale ecológica de km 0 por allá.
Una cocina que alimenta también con platos que ya son emblemáticos de la casa como la alcachofa rellena de galera, tallo de alcachofa salteado y chips de alcachofas, elaboración presente en el menú degustación de la galera, así como el arroz cremoso de pez de lonja con pan de algas, allioli de azafrán de la Mata y queso de Els Masets de la Torre d’Embesora.
Una visita antes del 29 de febrero asegura disfrutar de este menú que, como excepción en esta edición, permanecerá unas semanas más en carta por su fabulosa acogida. El mismo éxito lo celebran con el menú vegano; Rubén asegura que cada vez son más los comensales que se desplazan adrede para probarlo. Para viajar por la gastronomía de Castelló al ritmo Slow Food es recomendable el menú degustación Esencia, el cual es necesario encargar con 24 horas de antelación.
Este cocinero se formó en la Escuela de Hostelería de Benicarló, ha estado en varias cocinas de la provincia, abrió su restaurante en 2018 y, sin excusa, aún me pregunto el por qué de una visita tan tardía. Llegamos en el momento justo tras este tiempo de perfeccionamiento para contemplar a un Rubén cómodo, seguro y también feliz con un equipo joven y junto a su hermano Jonathan Miralles como sumiller que siempre trata de aportar un maridaje bueno con vinos de la zona.