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Los vecinos protestan por el abandono y la suciedad

Ruina y caos en Ciutat Vella

16/09/2017 - 

VALÈNCIA. Un manifiesto, denuncias en internet, protestas de particulares. Ciutat Vella está en pie de guerra porque se siente invadida por el ruido y el caos. La expresión, dice un portavoz de la Coordinadora de Entidades de Ciutat Vella, no es ni mucho menos una exageración. El malestar ya se ha hecho patente y la entidad vecinal está empapelando las calles del corazón histórico de València con un panfleto para hacer partícipe a la población de su situación de abandono y malestar.

En el pasquín la coordinadora denuncia “la existencia de solares estercoleros con ratas” así como “la necesidad vivienda pública de alquiler de nueva construcción”, reclama que se retiren de la zona los autobuses contaminantes, advierte de que “la contaminación acústica y atmosférica sigue”, critica que “los apartamentos ilegales” y los legales están expulsando de Ciutat Vella a los vecinos, ponen el foco de atención sobre como la peatonalización sólo está sirviendo para que las aceras y plazas se privaticen “al servicio del ocio”, y señalan el descontrol en la carga y descarga que “se realiza a cualquier hora y en cualquier lugar”.

Los vecinos, que califican a la avenida del Oeste como una autopista, exigen que se elimine su actual uso, piden autobuses “pequeños y eléctricos” para el casco histórico, un mayor control en los alquileres, el cumplimiento de las ordenanzas municipales, así como que “las cafeterías de la plaza de la Reina y las bicicletas” salgan “fuera de las aceras”.

Sin atender a la realidad

El problema de fondo, explican desde la coordinadora, es que el Ayuntamiento de València sigue sin atender a las necesidades reales de Ciutat Vella. Un buen ejemplo de ello es la limpieza. El consistorio sigue trabajando como si sólo vivieran los 26.000 empadronados, sin tener en cuenta la población flotante que se da cita en torno a los más de 3.000 apartamentos turísticos de la zona.

Teniendo en cuenta que se estima que cada uno de estos alojamientos alberga a una media de cuatro personas cada fin de semana, un cálculo somero estimaría en 12.000 personas más para la zona, casi un 50%. Con un añadido: muchas de estas personas forman parte del temido turismo de borrachera que ha colapsado ciudades como Barcelona y que se destaca por un comportamiento poco cívico, del que dan fe los numerosos vómitos humanos que se pueden encontrar cada mañana en las esquinas del barrio, especialmente a partir del jueves.

La situación ha sido denunciada también por entidades cívicas como Círculo para la Defensa del Patrimonio, que advierten que la “ruina, carteles, grafitis, la publicidad ilegal y las pintadas” son norma común en edificios protegidos de la ciudad. Un ejemplo de desidia y abandono al que se une la falta de respuesta concreta por parte del consistorio, donde se reparten culpas pero no se asume una solución concreta para problemas concretos, y que se ejemplifica a la perfección en la limpieza de las calles y las fachadas de estos inmuebles.

A esto hay que unir, por si fuera poco, vicios y actuaciones en apariencia irregulares. Una de las que citan desde la coordinadora de Ciutat Vella es la del solar municipal de la esquina de las calles Murillo y Moro Zeit, conocido también como solar del Princesa, que “está siendo utilizado en exclusiva como aparcamiento privado por los vendedores del Mercado Central”. “¿Desde cuándo están usando de forma privada este solar municipal?”, se preguntan los vecinos que reclaman ver cuál es el contrato que se ha firmado entre el Ayuntamiento y los vendedores del Mercado.

Demasiada permisividad

Los vecinos insisten ahora en denunciar la “permisividad” del consistorio y su poco rigor a la hora de cumplir sus propias normas, raíz de buena parte de los problemas; un Ayuntamiento al que acusan de permitir “el funcionamiento de las mafias del ocio”. “En este tema no vemos el Ayuntamiento del cambio, al que recibimos en su momento con esperanza”, indican con desánimo. Desde la coordinadora acusan también a las administraciones como responsables de la crisis turística, de la que no se puede culpar, dicen, a los turistas. “Es de las Administraciones que no regulan”, señalan. Una falta de regulación que tiene su ejemplo más patente en el continuo éxodo de la zona por los vecinos habituales que, dicen, dejan el barrio asfixiados por la presión económica de los apartamentos turísticos que está alterando el mercado inmobiliario.

Una coyuntura a la que hay que unir el problema que están generando las obras en la calle San Vicente, que han alterado el tráfico en la avenida del Oeste. “Estas modificaciones provisionales que consideramos provocadas por las obras tienen la previsión, por parte de la Concejalía de Movilidad, de hacerlas definitivas una vez que acaben las obras”. Desde la coordinadora rechazan de plano la propuesta de Giuseppe Grezzi y advierten que sólo las acepta mientras se realizan las obras por parte de Urbanismo. Una vez concluyan, dicen, debe volverse al status quo anterior porque, según sus mediciones, con esta solución provisional lo que se consigue únicamente es saturar la calle Linterna, al tiempo que se ha colapsado la avenida del Oeste.

Por todo ello la coordinadora ha decidido invitar al alcalde de València, Joan Ribó, a un desayuno para tratar estos temas y así encontrar una solución que sirva para regenerar los barrios históricos y librarles de la decadencia en la que están entrando. Un ofrecimiento que todavía no ha recibido respuesta.

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