el certamen otoñal reivindica su historia

Russafa Escènica, el festival hecho "a ratos libres" clama a la buena suerte en su 13º edición

6/09/2023 - 

VALÈNCIA. Dicen que el trece es el número de la mala suerte, y hasta la más seria de las instituciones coquetea con la superstición y plantea hacer la trampa aquella de 12+1. Solo con fuerza suficiente, y el convencimiento de tener algo más fuerte que la simple valentía se puede combatir contra ella. Russafa Escènica dice no tener miedo a las cifras. Ni al 13 ni a ninguna otra, por eso las presenta: 256 obras y 82.000 espectadores en las doce ediciones anteriores.

Un hecho que no es un dato numérico: el festival de artes escénicas de otoño brotó desde el páramo de una política institucional de recortes en cultura y una programación que miraba mucho más fuera de la Comunitat que a la escena local. Fue la falta de espacios en València lo que motivó entonces a la organización ha generar por ellos mismos un escenario, como también harían otras iniciativas de barrio como Cabanyal Íntim. Trece años después, el certamen le ha dado la vuelta a la situación, y ayer sentó en su escenario a Jose Luis Moreno, concejal del Ayuntamiento de València; Jose Luis Perez Pont, gerente del Consorci de Museus; y Marylène Albentosa, directora del Teatre Escalante. Un reflejo de que no solo se han normalizado las relaciones con las instituciones, sino que —tal y cómo subrayaba el director artístico del festival, Jerónimo Cornelles— es “excelente”.

Coincide en el tiempo que ese número trece de la mala suerta coincida con un cambio de gobierno que ha generado incertidumbre en los sectores culturales. Como si aquel páramo volviera a ser posible. A pesar de las dificultades económicas por las que la inoperancia de la burocracia ha puesto alguna vez en jaque el festival —y en este sentido, cabe señalar la transparencia siempre y sin matices mostrada desde la organización—, Russafa Escènica ha conseguido convencer al sector público y al privado de su relevancia y se ha extendido a toda la ciudad. Por eso, el festival se siente fuerte para afrontar el qué, y ayer, a preguntas de la prensa sobre cómo afrontaban el terremoto institucional, ponía en el centro de su discurso al público: “estos doce años los hemos llevado a cabo por el público, que ha sostenido el festival. Nuestro objetivo es que venga gente y se lo pase bien”, contaba Cornelles con el nuevo Director general de Cultura, Sergio Arlandis, en primera fila. "Durante estos 13 años las relaciones solo han ido cada vez a mejor, siempre. A 6 de septiembre, nuestras relaciones están siendo extraordinarias”, zanjaba.

Bosques

Pero además de contexto, Russafa Escènica es programación. Ayer completó la agenda, tras haber presentado los diez viveros (piezas cortas) el pasado mes de mayo, ayer hizo lo propio con los bosques (piezas largas), que son precisamente las que llenan los escenarios de toda València con cinco propuestas estatales e internacionales y otras cinco locales. Este año llegan con una novedad en su contratación, puesto que ahora se gestionará como “una co-producción con tres patas”: el festival, la compañía, y una institución o empresa privada, que apadrina el proyecto. Una manera de ir un paso hacia adelante en una mayor dotación para las compañías.

Las producciones valencianas son La eterna sensación de empezar de cero, de la compañía Viento a Favor, que será acogida por la Sala Russafa; Niña de nadie, de La Zafirina, acogida por Escalante y Arcángeles, de Rafa Alarcón Producciones, producida para la Vicepresidencia y Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana y que se podrá ver en el Monasterio de Sant Miquel dels Reis.

Noes, creada por Russafa Escènica y dirigida por Gema Gisbert, se verá en La Mutant y ha realizado parte de su proceso de creación en La Granja y La odisea de sus vidas, producida también por el festival junto al CCCC y Teatro de lo Inestable, dirigida por Jacobo Pallarés y que se podrá ver en el Centre del Carme.

Además, las piezas de compañías nacionales que se mostrarán en el festival son Magia risas y yo, de Mag Marín y que se podrá ver en La Beneficència; Official presentation of the gadgets for our salvation, de Júlia Barbany y que se representará en la Sala Off; Water Falls, de La Mecánica, que se podrá ver en la explanada del Parc Central junto a Ribes Espai Cultural; Soy un baile, de Rosa Romero, en Espacio Inestable; y Bestia Sagrada, de Isabel do Diego (Juan Diego Calzada), que se verá en La Rambleta.

Viveros y actividades paralelas

Por otra parte, están los Viveros, que radiografían como ninguna otra cita en la ciudad cuál es el pulso de las artes escénicas más emergentes de la ciudad. Estas piezas cortas fueron el origen del festival y, con diferencia, la sección que más ha evolucionado. Empezaron partiendo en tres la recaudación de la taquilla, entre la compañía, la sala y el festival.

Desde la tercera edición se empezó a pagar un caché de 500 euros, y ahora, este ha llegado "poco a poco" a los 2000 euros, más el 50% de la taquilla, y la ayuda "vital" del Consorci de Museus, que a través del programa Via Escènica, genera residencias en diferentes poblaciones de la Comunitat, dándole a los creadores los recursos para la producción de su pieza, con una ayuda adicional de 1000 euros para sufragar costes de transporte, dietas, etc.

Además, Russafa Escènica quiere aprovechar ese escaparate para poner en contacto a las compañías con el mundo de la distribución y otros agentes culturales. En este sentido, el festival propone una batería de actividades paralelas centradas, precisamente, en actividades profesionales y talleres.

Noticias relacionadas