VALÈNCIA. Ya es un hecho que la Copa América se va a celebrar en Barcelona en 2024. Grant Dalton y el Team New Zealand asaltaron la Ciudad Condal hace unos meses porque querían defender su 37 Jarra de las Cien Guineas en España, pero no calcularon muy bien los pros y los contras con los que se iban a encontrar. Se obcecaron en los avales y el dinero que les había negado València, primera opción válida para los neozelandeses, y se tiraron a la piscina a por el ‘oro catalán’, sin pararse a pensar lo que podría ocurrir conforme fuera pasando el tiempo.
Grant Dalton, CEO de ACE (organizador de la 37 edición de la Copa América) y CEO del equipo defensor de la Jarra de las Cien Guineas, despreció a su país, Nueva Zelanda, por un puñado más de dólares. En esa ocasión, y a pesar de que no le gusta, sí echó mano de la política y dejó atrás una tradición de más de tres siglos para hacer unos buenos dineritos a costa de la búsqueda de algunos ‘pringaos’ que le reportaran unos buenos beneficios. Por supuesto que, en Nueva Zelanda, como le pasó en su día a Russell Couts, está repudiado.
Cataluña pujó por esta organización cuando vio que Puig y Ribó se negaban a implicarse en algo en lo que años atrás se había implicado, por cierto, con gran éxito, su oponente político. Los políticos catalanes, no menos catetos que los valencianos, no querían coger la responsabilidad de implicarse en una cosa de ricos y mucho menos si había que representar a España. Tuvieron que ser algunos empresarios catalanes quienes abrieran los ojos sobre que la implicación para Cataluña iba a ser muy beneficiosa. La Generalitat fue la primera que entró en el juego, luego la Diputacióny y mucho después la alcaldía, tras muchas conversaciones de empresarios y políticos de la comunidad.
Van pasito a pasito. En la presentación, en marzo de 2022, los políticos catalanes hablaban de la unión del país catalán para conseguir realizar un gran evento, en claro guiño al independentismo. Nadie se atrevía a decir la palabra España y solo contaban con el Gobierno de España para intentar sacarle alguna que otra aportación al gran desembolso que tienen que hacer antes de 2024. Era la oportunidad política más importante de la historia, ya que todas sus reivindicaciones de independencia serían presenciadas por muchos millones de espectadores.
Los contratos entre ACE y Barcelona están muy claros. La situación de las bases ya están adjudicadas a los equipos, que tendrán que construirse con euros españoles en el Puerto de Barcelona y ya hay que comenzar a soltar el dinero acordado para que la celebración de la Copa América sea una realidad. Ahora solo quedaba involucrar a un club, el Real Club Náutico de Barcelona, y a un armador, el navegante oceánico catalán Guillermo Altadill.
Recientemente, en la nota de prensa firmada por el Real Club Náutico de Barcelona y en la que se anunciaba tanto el club como el armador, se decía literalmente: «Se ha creado un nuevo equipo de la Copa América en Barcelona para representar a la ciudad, la región y el país en el desafío de la Copa América Juvenil y Femenina en 2024». Ni palabra de España, a pesar de que las reglas de la Copa América son muy claras: Un país, un club, un armador y un barco son los únicos capacitados para desafiar a conquistar la Jarra de las Cien Guineas. Supongo yo, que a la hora de hacer legal el papel que habilitaría a que un equipo español desafiase a Nueva Zelanda, pondrá España y no Cataluña.