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mirando al mar

Sailteam BCN

| 22/10/2022 | 6 min, 57 seg

VALÈNCIA. Ya es un hecho que la Copa América se va a celebrar en Barcelona en 2024. Grant Dalton y el Team New Zealand asaltaron la Ciudad Condal hace unos meses porque querían defender su 37 Jarra de las Cien Guineas en España, pero no calcularon muy bien los pros y los contras con los que se iban a encontrar. Se obcecaron en los avales y el dinero que les había negado València, primera opción válida para los neozelandeses, y se tiraron a la piscina a por el ‘oro catalán’, sin pararse a pensar lo que podría ocurrir conforme fuera pasando el tiempo.

Grant Dalton, CEO de ACE (organizador de la 37 edición de la Copa América) y CEO del equipo defensor de la Jarra de las Cien Guineas, despreció a su país, Nueva Zelanda, por un puñado más de dólares. En esa ocasión, y a pesar de que no le gusta, sí echó mano de la política y dejó atrás una tradición de más de tres siglos para hacer unos buenos dineritos a costa de la búsqueda de algunos ‘pringaos’ que le reportaran unos buenos beneficios. Por supuesto que, en Nueva Zelanda, como le pasó en su día a Russell Couts, está repudiado.

Cataluña pujó por esta organización cuando vio que Puig y Ribó se negaban a implicarse en algo en lo que años atrás se había implicado, por cierto, con gran éxito, su oponente político. Los políticos catalanes, no menos catetos que los valencianos, no querían coger la responsabilidad de implicarse en una cosa de ricos y mucho menos si había que representar a España. Tuvieron que ser algunos empresarios catalanes quienes abrieran los ojos sobre que la implicación para Cataluña iba a ser muy beneficiosa. La Generalitat fue la primera que entró en el juego, luego la Diputacióny y mucho después la alcaldía, tras muchas conversaciones de empresarios y políticos de la comunidad.

Van pasito a pasito. En la presentación, en marzo de 2022, los políticos catalanes hablaban de la unión del país catalán para conseguir realizar un gran evento, en claro guiño al independentismo. Nadie se atrevía a decir la palabra España y solo contaban con el Gobierno de España para intentar sacarle alguna que otra aportación al gran desembolso que tienen que hacer antes de 2024. Era la oportunidad política más importante de la historia, ya que todas sus reivindicaciones de independencia serían presenciadas por muchos millones de espectadores. 

Los contratos entre ACE y Barcelona están muy claros. La situación de las bases ya están adjudicadas a los equipos, que tendrán que construirse con euros españoles en el Puerto de Barcelona y ya hay que comenzar a soltar el dinero acordado para que la celebración de la Copa América sea una realidad. Ahora solo quedaba involucrar a un club, el Real Club Náutico de Barcelona, y a un armador, el navegante oceánico catalán Guillermo Altadill.

Recientemente, en la nota de prensa firmada por el Real Club Náutico de Barcelona y en la que se anunciaba tanto el club como el armador, se decía literalmente: «Se ha creado un nuevo equipo de la Copa América en Barcelona para representar a la ciudad, la región y el país en el desafío de la Copa América Juvenil y Femenina en 2024». Ni palabra de España, a pesar de que las reglas de la Copa América son muy claras: Un país, un club, un armador y un barco son los únicos capacitados para desafiar a conquistar la Jarra de las Cien Guineas. Supongo yo, que a la hora de hacer legal el papel que habilitaría a que un equipo español desafiase a Nueva Zelanda, pondrá España y no Cataluña.

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El CEO del equipo, Guillermo Altadill, siempre ha pasado de politiqueos e historias y parece que es el único que se ha dado cuenta de la gran jugada, con un as en la mano, que quiere hacer la Generalitat. Altadill, en esa misma nota de prensa declaró: «He participado en varias Copas América y la oportunidad de construir un equipo español y aprovechar el increíble talento de navegación de todo este país es una oportunidad increíblemente emocionante para mí. Como equipo, representaremos con orgullo a Barcelona y a nuestro país en general para mostrarle al mundo que España es una nación líder en vela y ser los favoritos locales para la Copa en 2024. Lo que ya me ha impresionado es la cantidad de interés y talento que esta oportunidad ya está atrayendo».

El navegante español sabe que Grant Dalton no se anda con bromas y no quiere, de ninguna de las maneras, que «su» Copa América sea prostituida para hacer propaganda política. Altadill es consciente de que si le sale bien esta oportunidad que le han dado, podrá pasar a la historia como conseguidor de que la regata más antigua del mundo (1851) se celebrara en España en 2024 y en su ciudad, Barcelona, y su región, Cataluña.

La nota de prensa también dice que «entre los objetivos más inmediatos está reclutar talento entre mujeres y jóvenes regatistas de toda España en un proceso abierto, basado en solicitudes para garantizar la inscripción transparente y abierta de atletas para los equipos juveniles y femeninos». Esta premisa es motivo de congratulación entre los regatistas españoles, si es verdad que se va a hacer así.

Los antecedentes respecto a esta cuestión no son muy optimistas, ya que con la creación de FNOB (Fundación de Navegantes Oceánicos de Barcelona) para organizar la desaparecida Barcelona World Race, no se contó con ningún navegante español, de no ser que se tuvieran que ocupar plazas vacantes, o fueran equipos patrocinados por empresas no catalanas.

No cabe duda de que es una gran oportunidad para los políticos catalanes para revindicar ante el mundo sus ‘sueños’ de independencia. No me extraña ni de la Generalitat ni del Ayuntamiento ni de la Diputación ni del Puerto, pero sí que el Real Club Náutico de Barcelona se vaya a prestar a este juego.

¿Cómo lo van a hacer? Muy fácil, mediante propaganda y comunicación. Hay una cláusula en la que el recinto del Puerto, antes y durante la celebración de la Copa América, va a estar gestionado por ACE y ahí no podrán disponer de ningún espacio sin el permiso de Grant Dalton, pero les queda el resto de la ciudad para llenar las farolas, los balcones y los medios de comunicación de proclamas de independencia. Estos no dan puntada sin hilo y ya lo han demostrado.

Grant Dalton es cada día más consciente de que esto va a ser como la pólvora cuando se vaya acercando la competición. Está esperando a que un posible equipo catalán sea capaz de apaciguar al movimiento independentista, pero creo que no va a ser así, ya que este equipo, si es catalán será la gasolina que alimente el fuego, y si es español, mucho peor.

Otro aspecto, no menos importante, es, ¿quién va a poner el dinero para diseñar y construir las dos unidades de barcos que harán falta para acometer esta importante regata? El presupuesto de cada uno de los equipos es de unos cinco millones de euros, aunque pienso que eso no se lo creen ni ellos. Los presupuestos de los equipos son muy altos, sobre todo en sueldos y en contratación de especialistas, como equipo de tierra para arreglar las averías que se puedan producir en cada una de las jornada

* Este artículo se publicó originalmente en el número 96 (octubre 2022) de la revista Plaza

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