Hoy es 8 de octubre
VALÈNCIA. El ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez recuperó este domingo el puesto de mando que abandonó en octubre del año pasado tras un convulso Comité Federal y consumó de esta manera su particular vendetta contra la presidenta andaluza, Susana Díaz, quien orquestó su caída con otros barones autonómicos tras las dos derrotas electorales y el intento del madrileño de alcanzar La Moncloa a través de un pacto con Podemos.
Sánchez, que partía de una desventaja de unos 6.000 avales, consiguió una amplia remontada en la cita de las urnas, situándose en el 50% de los votos e incrementando en unos 20.000 sufragios las firmas recogidas inicialmente. En cambio, Díaz perdió en todas las autonomías en las que se veía ganadora según los avales venciendo únicamente en Andalucía. Un varapalo que obliga a la reflexión -y a la reclusión- territorial de la todopoderosa presidenta autonómica, que ha arrastrado en su derrota -y viceversa- a otros jefes de gobierno como el valenciano, Ximo Puig.
El resultado, además, deshace el mito de que controlando únicamente Andalucía puede ganarse un proceso de estas características. De hecho, Díaz puede lamentar que algunos de sus aliados le fallaron en estas primarias, pero lo cierto es que la victoria en su tierra, si bien fue amplia, tampoco fue tan clara como se vaticinaba por la recogida de avales. Una circunstancia que confirma que muchas de las firmas recogidas se habían amasado bajo intensas presiones. Un caso que también se visualiza en la provincia de Alicante, donde los susanistas vencieron en avales y en la votación de este domingo, fueron derrotados con estruendo.
Por otro lado, la victoria de Sánchez trajo como primera consecuencia la dimisión de su excolaborador Antonio Hernando como portavoz del Congreso de los Diputados. El triunfo del dirigente madrileño también arroja un manto de incertidumbre respecto a las posición socialista en la cámara, con una moción de censura de Podemos activa que no prosperará pero que reactiva el debate contra Rajoy. En este sentido, cabe recordar que el principal caballo de batalla en su campaña ha sido la abstención del PSOE que permitió al líder del PP volver a ser presidente del Gobierno.
De esta manera, el triunfo del ex secretario general implica un vuelco absoluto al socialismo español, dado que la gran mayoría de referentes históricos del partido -Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba o Rodríguez Zapatero-, además de casi todos los presidentes autonómicos actuales habían mostrado su respaldo público a la andaluza. Es decir, la mayoría de la militancia este domingo dio la espalda a buena parte de los nombres propios del partido para entregar su confianza al líder derrocado, que tendrá una segunda oportunidad para enderezar el rumbo de la formación del puño y la rosa.
Por otro lado, la derrota de Susana Díaz deja a su compañero y aliado valenciano Ximo Puig en una situación complicada. Bien es cierto que en la Comunitat, y pese al respaldo público del jefe del Consell, los sanchistas vencieron de manera muy holgada, pero este hecho se ha reproducido en otras autonomías donde la dirección estaba con Díaz.
El resultado deberá dar paso a una reflexión profunda por parte del presidente, que se enfrentará en breve a un congreso nacional. La relación hasta ahora entre Puig y Sánchez no ha sido buena: el camino a seguir ahora se bifurca entre buscar reconducir la conexión o, en el caso del presidente valenciano, centrarse únicamente en la gestión de la Generalitat de forma unilateral e independiente a las directrices de Ferraz.