Los hosteleros van a acabar tarados, eso es así

“Se está señalando mal al verdugo, el ocio no contagia”, hablamos con Paula Costa (psicóloga) en torno a las consecuencias emocionales en el sentir de la hostelería

Deudas, impagos, desesperación, impotencia y un túnel en el que es difícil ver una rendija de luz. Todos sabemos que la situación es terrible pero... ¿qué pasa con la salud emocional del hostelero?

| 12/03/2021 | 6 min, 52 seg

111 millones de infectados en todo el mundo y (en España) un tsunami para el sector restauración: en un año se han cerrado 100.000 establecimientos y se calcula que hasta un 40% de establecimientos no volverán a abrir la persiana... ¿hasta dónde puede aguantar el hostelero y qué consecuencias mentales va a tener todo esto?

Hablamos con Paula Costa sobre ese tema tabú (la terapia, el cuidado) que siempre parece quedar relegado en un segundo plano.

Lo primero, cuéntanos un poco sobre ti: “queremos saber”

Soy Paula Costa, psicóloga, en redes La Terapeuta Millennial, y no llevaba mucho haciendo terapia cuando ocurrió la pandemia. Tuve que reorganizar el trabajo, como casi todos, trabajar desde casa, hacer terapia online y cubrir la necesidad de salud mental sin asistencia presencial. Esta adaptación ha hecho que vea con muy buenos ojos la terapia online, y de verdad que si no encuentras a alguien con quien hacer terapia presencial, recomendaría encarecidamente darle una oportunidad a la online. Yo estoy contentísima y mis pacientes online también.

Al turrón: en un año se han cerrado 100.000 establecimientos, se calcula que hasta un 40% de los negocios cerrarán si no llegan ayudas en un panorama que, según Ferran Adrià, “Esto es una tragedia, la situación es insostenible”, ¿cómo gestiona psicológicamente este panorama un hostelero?

Yo haría un llamamiento a la calma y a la serenidad. Entiendo la rabia que puede suponer y las pocas alternativas con las que contamos en un país en el que tantísima población depende de este sector, pero de verdad, animo a buscar opciones diferentes, encontrar cómo se puede adaptar el negocio y asumir o aceptar si no se puede hacer nada más. Pedir explicaciones y ayuda, por supuesto, pero ser conscientes del problema global en el que vivimos, también.

En normal que solo veamos las restricciones en lugar de esforzarnos en ver todas las otras cosas que sí podemos hacer

La hostelería valenciana ha vivido las restricciones más duras de toda España, qué triste la ciudad con las persianas bajadas... yo tengo la sensación (como ciudadano) de una ciudad fantasma...

Efectivamente, la ciudad está desolada. Yo vivo en el el barrio del Carmen, lleno de locales cerrados y sin terrazas. Parece otra ciudad, una ciudad postapocalíptica, solitaria, devastada incluso descorazonada. Siento que la gente va decaída por las calles, creo que estamos tan cansados de la situación y el hastío es tal que hace que sólo veamos las restricciones en lugar de esforzarse en ver todas las otras cosas que sí podemos hacer. Estoy siendo muy positiva, pero es que si no los soy yo, no sé quién lo va a ser, con esto quiero decir que soy consciente y también tengo mis días de verlo todo negro.

Desde la administración y desde muchos medios de comunicación, han señalado sin ambages a los restaurantes como los grandes culpables (pese a que las cifras dicen que menos del 2,3% de los contagios se producen en la hostelería) de la transmisión en gran escala de la pandemia. ¿Cómo les puede hacer sentir esto? Porque les estamos señalando con el dedo...

Les pueden hacer sentir culpables e irresponsables por no aceptar las medidas tan restrictivas, pero bueno se está señalando mal al verdugo, el ocio no contagia. Claramente el sentimiento de injusticia y rabia acompañará al hostelero. Espero que pueda ver otras opciones en su negocio, y que no le coma la desesperación.

“Basta ya, no somos culpables” dice Jose Rausell, uno de nuestros restauradores más calmados y reflexivos. ¿Qué consejos les das para revertir este sentimiento de culpa?

Ante todo decirles que más que culpables les veo víctimas de la situación. Se ha estigmatizado al contagiado, haciéndole sentir un ciudadano negligente, imagino que siendo los bares lugares de encuentro, se les señala a estos de manera indirecta. El fastidio es que aunque se les señala de manera indirecta, la lamentable repercusión económica es inminente y nos tenemos que hacer cargo de esto.

vamos a ser honestos: la terapia no va a arreglar la situación

¿Qué puede hacer un hostelero de a pie si siente que no puede con la situación? (es para deprimirse, desde luego)... ¿terapia? ¿meditación?

No quiero echarme piedras contra mi tejado, pero vamos a ser honestos: la terapia no va a arreglar la situación. La situación es la que es, tenemos que ser prácticos y flexibles. Lamentando la situación, habrá negocios que cierren, otros que sobreviven y lo que diferencia a unos de otros quizás es la capacidad de adaptación. Sé que a veces es imposible, por eso mismo, no lo solucionará la meditación… Mi recomendación es abrir el abanico de posibilidades, y entender el porqué de las medidas, estamos viviendo una pandemia mundial, que no se nos olvide. Es decir, tomar perspectiva y coherencia, redirigiendo toda esa frustración en algo pragmático para el negocio. No obstante, hacer terapia o empezar un proceso terapéutico no le viene mal a nadie, es algo que recomiendo a todo el mundo.

111 millones de casos en todo el mundo, y la sensación de que va para largo... ¿Crees que aprenderemos algo de todo esto?

La primera semana de confinamiento hice una lista interminable de cosas que podrías hacer para no aburrirte y sacar provecho del confinamiento. Un año después, maldigo este sentimiento capitalista de tener que ser productivos a tiempo completo. Espero que los aprendizajes no sean solo de repostería y hacer yoga, sino que se busque un aprendizaje más trascendental: conciencia de clase (no es lo mismo vivir en 45 metros cuadrados que en un chalet con piscina), sentimiento de comunidad (ayudar a la vecina mayor del tercero a subir el agua porque no puede) y la importancia de todos los integrantes de la sociedad, dejando de lado comportamientos individualistas.

Como escribió nuestro compañero Eugenio Viñas, “La historia y la sociología nos advierten de que la contención pandémica nos aboca al hedonismo”... ¿cuando acabe todo esto viene una época de desenfreno y lujuria?

¡Ojalá! Me gustaría equivocarme pero esta pandemia está disminuyendo nuestras habilidades sociales, y lo que realmente me preocupa es la generalización del miedo. Miedo a la persecución, a estar haciendo algo mal constantemente o miedo a relacionarte con tus familiares con naturalidad. Este miedo generalizado o estado de alarma continuo no deja de hacerse hueco en nuestras cabecitas, y para algunos jóvenes, cuyo aprendizaje social ha sido durante esta etapa, es innegable que o van a tener un déficit en sus interacciones o desarrollarán ansiedad generalizada, agorafobia, ansiedad social, obsesión por contagio… Aprovecho para comentar la importancia de la salud mental y la catastrófica repercusión que va a tener de esta pandemia.

No obstante, no será así para todo el mundo, y se convocarán fiestas, festivales y banquetes, estoy segura. Esperemos asistir cuantos más mejor ;)

Ya que estamos, Paula... sóplanos tus sitios favoritos para ir a comer :)

En qué tesitura me pones, pero siendo honestas, si me has visto tomando algo por El Barrio seguro que me has visto en la terraza de La Rentaora degustando su exquisita ensaladilla de berenjena, en Lluna que tienen un vermut casero riquísimo, o en Arandinos que es mi plaza favorita del Carmen. No puedo no nombrar el mejor ramen vegano de la ciudad en Damura, ¡tenéis que probarlo!

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