VALÈNCIA. La celebración de la pascua de este 2020 pasará a la historia por ser diferente. Ni pasos para los devotos, ni vacaciones para los ateos y menos costumbrismo del habitual - por eso del confinamiento- para que el informativo del mediodía le saque jugo.
El Coronavirus nos ha golpeado más fuerte de lo esperado como sociedad y con ello, a nuestra forma de consumir. La comunicación social nos gana la partida y el consumo de medios (principalmente periódicos digitales, TV, plataformas…) se dispara mientras que los ingresos publicitarios procedentes de las grandes marcas, se resienten. Una contradicción que responde a una lógica económica, pero que es una oportunidad única para crecer que aprovecharán los más atrevidos. De nada sirve pararse en un mundo donde la actualidad informativa sigue más candente que nunca. Y si no que se lo digan a Pedro Sánchez, a quien esta crisis del Coronavirus se le asemeja a un particular calvario religioso. Eso sí, siempre sin crucifixión y tan solo sometido al azote verbal de la oposición, la opinión pública y desgraciadamente, de los trolls que intoxican malintencionadamente en las redes.
La semana comenzaba con el Ministro Grande Marlaska anunciando medidas para este estado de alarma y entre ellas, una mención a la monitorización de las redes sociales que abrió la puerta a los amantes de la conspiración. De la medida inicial del Gobierno al bulo de ‘el gobierno te espía’ y de ahí, a la recuperación de la teoría de 'el Ministerio de la Verdad'. No fueron pocos los que encontraron un filón mentando referencias al libro '1984 ' de George Orwell. Ni otros, que, aprovechando el ruido de la cuestión, tomaron la palabra del gobierno en vano para alentar a la muchedumbre -como es el caso de Juan Carlos Girauta- bajo el hashtag #BulosGubernamentales . Qué menos que una algarabía multitudinaria en Twitter. En resumen: mucho ruido y ganas de jarana, pero solo un aperitivo de lo que estaba por llegar.
Esta semana, el vía crucis político de Sánchez ha sido constante. En vísperas del Pleno del Congreso, aparecían agitadores archiconocidos en las redes como es Alvise Pérez, quien se convirtió en la cabeza visible de la primera manifestación online contra el Gobierno. Sin nocturnidad ni alevosía: miércoles 8 de abril, a las 19:00 horas y por un canal de Youtube. El hashtag a seguir: #GobiernoDimision. Toda una declaración de intenciones con un seguimiento notable en visualizaciones y que cumplía el propósito de las derechas de continuar con una oposición crispante y tensa.
Y esa tensión contenida se vivió un día después dentro del Congreso. La sesión superó las 11 horas de duración y el Gobierno renovó el estado de alarma, mandó aviso de lo que queda por venir y a su vez, se percató que ese órdago televisivo de Sánchez para reeditar los Pactos de la Moncloa no tiene pinta de prosperar, por ahora.
Este confinamiento está sacando lo mejor de la gente. Pero no hay peor combinación que un móvil, poco sentido común y dosis de aburrimiento acumuladas. He aquí el caso del señor de Madrid que viajó a Torrevieja (pese a la prohibición) y no se le ocurre más que hacer un video para insultar a los lugareños. Y claro, la cosa acabó como acabó.
Por no hablar, de los dudosos hitos que algunos acumulan: la pena de cárcel de la señora de Tenerife que se ha saltado el confinamiento 8 veces, los casos de aquellos que salen a correr o en bici y son perseguidos y grabados por la Guardia Civil y otros cientos de despropósitos que descubrimos cada día. Casi seguro que todas estas ideas comenzaron tras almorzar de extranjis en Sueca.
Aun así, esto no ha sido gasolina suficiente para alimentar los grupos de Facebook, las cuentas de Twitter y los videos de Tik Tok. Faltaba la guinda: mientras la industria artística y musical se reivindicaba poniendo el ‘mute’ en redes sociales con su #ApagónCultural para los días 10 y 11 de abril, esta semana aparecía en escena Marta Sánchez. Ella, siempre agraciada con el don de la oportunidad en las redes sociales, hacía público a bombo y platillo una canción cuyos royalties se donarán para luchar contra el Covid-19.
Quizás, la buena nueva esta semana la hemos encontrado en el anuncio de Whatsapp de limitar el reenvío de sus mensajes para combatir la desinformación. Ya en su día, la plataforma de mensajería -ahora de Facebook- limitó de 20 a 5, las veces que se podía reenviar un mensaje. Aquí, como todo, la clave la encontramos no en el valor del automatismo del botón compartir, sino en la falta de cultura digital de la cual la sociedad carece y en las malas praxis, que nos llevan a difundir bulos, muchas veces sin querer. Ayer mismo, muchos nos dimos de bruces con una versión fake del BOE con marca de agua de la Cadena SER como si fuera un documento en exclusiva. Este anunciaba fechas oficiales del levantamiento del confinamiento según sectores y actividades. Horas después de su propagación, la cadena radiofónica tuvo que desmentir que se tratara de información ofrecida por ellos.
Y un rincón para anécdota tierna que nos ha dejado el periodista Mariano Alonso y su hija Martina. Su ‘eme’ se ha ganado los corazones de miles de tuiteros, tras ver su inocente interrupción en la rueda de prensa virtual de Inés Arrimadas. No hay metodología de teletrabajo capaz de minimizar las sorpresas que te puede dar un niño.