Cultivan la gastronomía de territorio, la sobiranía alimentaria y también la cultura de l’esmorzaret, pero el sepionet es el sepionet.
Podríamos hablar de la recién estrenada Alquería, nueva zona terraza para el culto a l’esmorzaret; podríamos enseñar su nuevo huerto; incluso señalar la bodega y todos esos detalles que han mejorado en sala y también en cocina. Es el sepionet “punxa”, el del Grau, este que tan solo se pesca en Castelló, tierno, sabroso, jugoso y todos los adjetivos acabados en oso con connotación positiva. Es una especie más pequeña que solo necesita un poco de agua fría y sacar la pluma interna, nada de limpiarse.
Con fabulosas habitas frescas de Torreblanca, de sus productores de confianza y una reducción de jugo de oreja que con intensidad mezcla y casa perfectamente este mar, huerta y montaña tan nuestro, tan mediterráneo y también de Oropesa, la casa de Boga Tasca. El sepionet, es el sepionet y aún así, bien destaca cualquiera de las elaboraciones de su pizarra, el menú que se tacha y que cambia según los productores de la zona. Así y con su cocina mayormente de carbón y leña, se convierte en una oda a la cocina slow hedonista que rematan con producto fresco y salvaje a la brasa. De aquella comida tampoco puedo dejar de recordar la tarta tatin, hecha al horno de leña con el cariño de las horas.