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EL MURO / OPINIÓN

Será el karma

Continúa el lío del Palau de la Música y la EMT. E irá en aumento. Todo el mundo ve fantasmas pero sin afrontar realidades

3/11/2019 - 

El director del Palau de la Música de Valencia, Vicent Ros, cree que existe contra él una conjunción astral -estilo surrealista Leire Pajín en su alumbramiento “histórico” Zapatero/Obama- como responsable del auditorio valenciano y a causa del desastre que va a significar que el coliseo permanezca cerrado, o sin fecha de apertura, y cuyo arreglo nos va a costar un pico. Total, porque el Comité de Empresa pide aclaraciones e información al respecto -cuatro meses han tardado, por cierto, en reclamarlas- y claridad en la resolución del conflicto o, al menos, noticias tranquilizadoras. Cree que le exigen demasiado porque ni él lo sabe y, por supuesto, menos su responsable política, la edil Gloria Tello, quien va del marrón al gris buscado conclusiones desconocidas, reflejo de una gestión general en el cap i casal.

Mal le pinta al alcalde Joan Ribó el asunto. Y los que vendrán a poco que los sindicatos, tan modosos ellos desde hace tiempo, se pongan de verdad a hacer ruido o reclamar responsabilidades globales, que es para lo que supuestamente están. Decía que le pinta mal a Ribó porque aún no ha salido de una y como se descuide va a tener la mitad de su equipo retratado. Y si no, sumen los casos de Grezzi, Fuset y Tello: líos innecesarios en los que se pierden muchas veces las formas a causa de la arrogancia y la borrachera de poder.

Así que, Ros se ha enfadado y ha salido valiente al estrado para responsabilizar a todos de acoso y derribo. No es para tanto. Ha salido él, pero no quienes realmente tienen que hacerlo, que son sus responsables políticos o su equipo técnico, si es que en algún momento ha existido. Que esa es otra.

Que me disculpe Ros, pero esto se llama gestionar y no sólo estar pendiente de si el trencadís queda fino o no, si este artista posa mejor o peor y hasta si cualquiera puede influir en la programación de un Palau de la Música actualmente muerto y en el que ya ni siquiera ensaya su orquesta, aunque igual es por miedo a que se les desmonten los atriles, las sillas o les caigan los focos en plena Patética de Tchaikovsky.

Siendo como ha sido técnico de la Orquesta de Valencia y del Palau el propio Ros, supongo que entenderá que el personal del auditorio, orquesta incluida, estén preocupados. Más aún cuando sólo escuchan hablar de futuro ERTE, normal ante las circunstancias, cambio de escenarios -lo de continuar utilizando el Palau de les Arts no está nada claro salvo si se pasa por caja, luego lo de la colaboración institucional ha de entenderse como un eufemismo- para que parezca puertas afuera que la normalidad es signo de identidad. Todo ello, además, sin información. Yo lo estaría. Mosqueado, no. Lo siguiente.

Que no se enfade Ros, ni vea fantasmas. No va con él. Pero es que, es lo que hay cuando alguien sale dando la cara. Le han pasado el muerto con descaro y ha picado el anzuelo.

Por menos, estos comités durmientes antes montaban a la mínima un pollo político de aúpa. Pero hay más, aún no han preguntado a los aficionados que son los realmente importantes y están muy cabreados. Les han alterado su funcionamiento y en privado, ya que no aparecen en los medios, llevan un mosqueo de mucho cuidado.

Qué se le va a hacer. Un poco de animación viene bien para despertar responsabilidades y conciencias. No todo ha de ser glamour y fantasía. Menos aún en asuntos como el que nos afecta, un escándalo en toda regla que en cualquier ciudad del mundo habría supuesto guillotina política y lago color rojo, como si el cadalso hubiera estado situado en ese estanque del propio jardín del Palau que ha vuelto a tener un fondo escarlata, como en plena Revolución francesa y con la Tercera de Beethoven de fondo.

Lo bien cierto es que el Palau de la Música ha jugado con fuego. Lo lleva haciendo desde hace cinco años, más preocupado en discursos de supuesto aperturismo y modernez que de estar en el día a día.

Yo de Ros me tranquilizaría un poco. Va en el cargo. Al menos para tomar aire. Porque, en asuntos como este, él es sólo el primer eslabón de una cadena que como todo indica en la política y apelando a la terminología musical es el inicio de un vivace y un crescendo que irá mirando más arriba, como así suele suceder en asuntos donde algunos creen que el silencio con el tiempo todo lo olvida.

Nos vamos a divertir, aunque nos vaya a costar la broma una fortuna  que aún desconocemos tras una gestión técnica y política bastante decepcionante. A ver si habitualmente se caen, así por así, dos techos de dos salas musicales, y haya que cerrar un auditorio a la carrera sin que no suceda nada, ni nadie responda absolutamente de nada. Y después nos adjunten la derrama.

Y es que la gestión pública es algo muy serio, aunque algunos/as se contenten con un like en sus redes sociales para dormir tranquilos/as ante fracasos descomunales que no quieren ver. Igual es que les persigue el karma. Por algo será.

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