Nuestra sociedad demanda un alto consumo energético y hasta el momento la manera más eficiente que hemos encontrado de satisfacerla es mediante la quema de combustibles fósiles, lo que está produciendo un cambio climático en el planeta que podría afectar de manera muy seria a nuestra civilización
He querido parafrasear el título del magnífico libro de Alfredo García, conocido en las redes como @OperadorNuclear, y que sin duda recomiendo encarecidamente su lectura. El libro se llama La energía nuclear salvará el mundo y trata de una manera seria, rigurosa y didáctica todo lo que rodea a la generación de electricidad utilizando la energía que hay dentro del núcleo del átomo.
En nuestra sociedad, desafortunadamente, la energía nuclear tiene mala reputación debido a que una de sus primeras utilidades fue el desarrollo de una bomba atómica para poner fin a la II Guerra Mundial. Eso no es más que una simplificación absurda, pues se estima que en Hiroshima murió aproximadamente la misma gente que en la I Guerra Mundial directamente por la guerra química y a nadie se le ocurre intentar prohibir los agentes químicos que causaron aquellas matanzas como el cloro o el fósforo ampliamente utilizados en productos de limpieza, en medicina o industrias alimentarias.
Muchos analistas políticos y culturales han visto en la corriente antinuclear, desarrollada fundamentalmente en los años 60, un movimiento interesado financiado por la URSS en la época de la denominada Guerra Fría para minar las sociedades democráticas occidentales que a su vez también poseían armas nucleares. Ese poso interesado permanece todavía en muchas personas y ha conseguido propagarse a las nuevas generaciones. Nuestros jóvenes no deberían dejarse influenciar por opiniones sino por datos y hechos para tomar una decisión responsable, pues está en juego su futuro.
"en un año muere más gente por la contaminación atmosférica que por la energía nuclear en 72 años"
En nuestra sociedad, actualmente, una persona consume, aproximadamente 100kWh de energía al día. Estamos hablando de media por lo que en los países desarrollados será mucho más. En el siglo XIX, cuando ya estaba en marcha la revolución industrial, el consumo era de unos 10 kWh. Desde que nos despertamos no paramos de demandar energía: encendemos la luz, nos hacemos el café, vamos en coche al trabajo, trabajamos con el ordenador, encendemos el aire acondicionado o la calefacción... El incremento de "demanda de energía per cápita" crece a un ritmo que parece imparable.
¿De dónde obtenemos toda esa energía? Por desgracia, actualmente el 85% procede de la quema de combustibles de origen fósil que producen los gases que generan el efecto invernadero. Sólo el 9% procede de fuentes renovables como la hidroeléctrica, eólica o solar. Si realmente queremos frenar el cambio climático no queda más remedio que invertir esos porcentajes, pero nuestro nivel de consumo actual lo impide: para lograrlo deberíamos volver al estilo de vida del siglo XVIII.
Desafortunadamente las energías renovables no pueden garantizar un suministro sostenido debido a que dependen directamente de las condiciones climatológicas. Les afectan las sequías (hidroeléctrica), aleatoriedad del viento (eólica) o la lluvia (solar). Se están haciendo investigaciones muy esperanzadoras en el desarrollo de baterías de enorme capacidad que puedan almacenar la energía para cuando las condiciones son desfavorables o para las noches. También se está investigando en el desarrollo de redes inteligentes interconectadas para llevar la energía allí donde se necesite desde donde se está produciendo, por muy alejados que estén los puntos. Para todo esto se necesita un desarrollo tecnológico importante y, sobre todo, una organización transnacional que coordine esfuerzos, así como alianzas o acuerdos entre países. Para ser sincero estamos muy, muy lejos de ese futuro en el que nos podamos abastecer únicamente de fuentes renovables.
¿Continuamos contaminando la atmósfera y contribuyendo al cambio climático? ¿Renunciamos a nuestro modo de vida actual? ¿Le dejamos un mundo inhabitable a nuestros descendientes?
Afortunadamente tenemos la llave para escapar de este aparente laberinto y es la energía nuclear. Esta podría, en principio, mantener durante mucho tiempo el alto requerimiento energético de nuestra sociedad hasta que la tecnología de las renovables esté lo suficientemente madura para que pueda proporcionar el 100% del suministro demandado. No tenemos otra alternativa, debemos considerar la energía nuclear como algo transitorio; una solución de compromiso.
Teniendo todo esto en mente podemos decir que las nucleares tienen a su favor:
También debemos hablar de los problemas:
Se estima que cada año mueren aproximadamente en el mundo 7 millones de personas por efecto directo de la contaminación atmosférica producida por la quema de combustibles de origen fósil. Por el contrario, se estima que desde 1952, año con el que se empezó a operar con la energía nuclear industrialmente, han muerto unas 100 personas incluyendo centrales y centros de investigación militares.
A todos nos viene a la mente el accidente de Chernóbil en 1986, cuyo número de muertos directos ascendieron oficialmente a 31. La Organización Mundial de la Salud estima que en toda Europa oriental pueden haber muerto unas 4000 personas por cánceres desarrollados posteriormente a ese accidente, pero con una incidencia estadística significativamente tan baja que esa información puede considerarse meramente orientativa.
Vemos que en un solo año muere más gente por la contaminación atmosférica que la que ha muerto por la energía nuclear en 72 años. Estos son los datos que tenemos y cada uno es libre de interpretarlos como desee. Seamos escépticos, seamos imparciales y analicémoslo todo con rigor, igual que cuando vamos a comprarnos un coche de segunda mano. No nos dejemos embaucar, no nos dejemos engañar, tengamos nuestra propia opinión. El mundo está lleno de extremistas unos dicen que la energía nuclear es un peligro y otros piensan que el Cambio Climático es un bulo; ambos grupos no son capaces de ver más allá de sus propias narices, todos ellos están cortados por el mismo patrón y les mueven intereses que nada tienen que ver con la ciencia y la objetividad.
¡Dejemos que nuestros jóvenes piensen libre e imparcialmente con todos los datos en la mano; al fin y al cabo, el futro lo van a vivir ellos!
José J. Morcillo.