Series y televisión

EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV

'En thérapie', la serie francesa que sentó en el diván a los afectados de Bataclan

Diez años después de los atentados de noviembre de 2015 en París, merece la pena repasar la serie que indagó en cómo el suceso había conmocionado al país

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VALÈNCIA. Se han cumplido diez años de la masacre de Bataclan. Todos los atentados indiscriminados islamistas son terroríficos, pero este tenía el añadido, al menos para mí, de que el objetivo fue una de las pocas aficiones que tengo: los conciertos. Eso me hizo leer todos los detalles de lo ocurrido, cómo operó la policía, cómo reaccionaron los supervivientes, cómo murieron los que tuvieron la mala suerte de estar en medio. Leer los testimonios era desolador, una auténtica pesadilla hecha realidad. Tanto fue así que en Francia, todavía en 2021, decidieron centrar la adaptación de la israelí Be’Tipul, de la que han salido todas las demás En Terapia, en los días posteriores a esos atentados. 

Lo más curioso de esta adaptación es que, si bien la estadounidense de HBO, la que vimos todos, era un copia/pega de los diálogos de la israelí, aquí no se han movido ni un milímetro de la propuesta original. Y eso que habían pasado 16 años del estreno de Be’Tipul. Pese a todo, si escribimos hoy sobre la versión francesa, del canal Arte, es para recomendarla igualmente. 

El primer motivo lo dio Alan Ball, creador de A dos metros bajo tierra, en el festival Serielizados Fest, celebrado hace una semana en Barcelona. Ya no sería posible hacer una serie como esa, tan sumamente buena, tan extremadamente buena que está en el Olimpo de las series. Y el porqué es conocido. En la era de la televisión por cable, había que distinguirse de la televisión generalista. Hoy, con la llegada del streaming, las plataformas para sobrevivir tienen que aplicar lógicas cien por cien generalistas. 

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El resultado de esta catástrofe son un noventa y cinco por ciento de series dedicadas a policías, detectives, criminales, asesinos y todo tipo de género negro, que no es malo per se, pero que como monotema es agotador, aburrido y repetitivo a más no poder. También abundan todo tipo de producciones relacionadas con famosos, ya sean realities o documentales sobre sus vivencias, con un pequeño espacio para el género tacuerdas siempre y cuando, o mejor, si hay un crimen de por medio

Aquí las cuentas se echan a lo grande. El engagement del espectador es lo que importa y eso se mide en minutos asistiendo a las mismas tramas estiradas como un chicle una y otra vez. Da la impresión incluso de que el fenómeno se retroalimenta, porque si se detecta que al público le gusta una cosa, se le da solo esa cosa y la sigue viendo, el círculo refuerza los patrones y el más de lo mismo no sé hasta dónde podrá llegar. 

En esta deriva, volver al formato de En terapia, en el que cada capítulo era la semana de un psicólogo dividida en cinco partes, es como irse de excursión al campo, donde el aire es fresco y se escuchan los pajaritos. Y hay que decir una cosa, aunque los personajes sean exactamente los mismos y la trama idéntica, merece un elogio la adaptación por conseguir que sea igual de interesante. Las pequeñas diferencias crean una propuesta completamente nueva. 

Eric Toledano y Olivier Nakache, los directores, para poder usar el título de la matriz tenían que adquirir una biblia que les obligaba a conservar la estructura por semanas, los arquetipos de los pacientes, el orden de las sesiones, las líneas dramáticas fundamentales y la evolución general del terapeuta. En realidad, no tenían margen de maniobra, pero la idea original es tan golosa que pocos países se han resistido a adaptarla. 

El hallazgo de la serie era su protagonista, un psicólogo entrado en años que afrontaba una crisis de edad dura. Hagai Levi (Our Boys, Secretos de un matrimonio), quien escribió la tragedia de este hombre, creó un personaje histórico. Un mito. Está don Juan del gran Tirso de Molina, y está nuestro psicólogo con andropausia del siglo XXI. Se puede representar mil veces de diferentes formas que sigue funcionando por sí solo. 

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Es una genialidad cómo este hombre mete la pata con una paciente que trata de seducirle, con su mujer, con su vida y con los que le ponen ante el espejo. Pero también es una delicia lo bien que se representa el poder de la consulta. El psicólogo, como cualquier otro médico, es una deidad ahí dentro. Pero en realidad son humanos, demasiado humanos, como todos los demás.

Hay un par de escenas donde los pacientes están a punto de romper la ilusión creada sobre la autoridad del médico –descubriendo que su váter personal está atascado, por ejemplo- en los que impresiona el pánico que siente ante la posibilidad de ser reconocido como una persona normal. 

Pese a todo, la terapia que se muestra es un poco peliculera. El punto fuerte está en la decadencia del hombre egoísta en el alma, que a partir de cierta edad se convierte en una fiera tan peligrosa como patética al percibir su propia decadencia y negarse íntima o subconscientemente a aceptarla. 

En cuanto a la particularidad francesa, destaca el policía de operaciones especiales, que tuvo que entrar en Bataclan, que es de origen árabe. Está plenamente integrado con sus compañeros y en Francia, ha cortado lazos con la patria de sus abuelos de la que salieron sus padres, pero la nueva coyuntura le mete dentro. Un imán le llama “traidor” y eso le desestabiliza hasta el punto de hacerle sufrir una profunda crisis de identidad. 

Aunque en España, actualmente, el discurso sobre inmigración está monopolizado por la ridícula brocha gorda de la extrema derecha, la realidad es que el emigrante siempre tiene una identidad conflictiva. Ya no forma parte de lo que deja atrás y nunca es del todo aceptado en plano de igualdad en el lugar de acogida. Esta pinza podrá apretar con mayor o menor intensidad, pero existe en todos los casos. 

Un quebradero de cabeza al que le da vueltas una parte muy importante de la población europea actual y que no suele ser reflejado con todos sus matices con mucha frecuencia. Y menos que se reflejará en una Europa que va de cabeza a un fracaso social solo comparable con la pobreza humana de sus oriundos. 

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