Series y televisión

'La realidad de The Biggest Loser': una sociedad feliz humillando a personas obesas, entre otras

Una serie documental sobre la trastienda de un reality extremadamente cruel en el que los concursantes tenían que adelgazar

VALÈNCIA. Hace unas semanas se ha formó un gran escándalo por la muerte de un streamer en Francia cuyo espectáculo era ser maltratado, que encima en España venía precedido de varias columnas sobre la situación de Simón Pérez, streamer que llevaba tiempo maltratándose a cambio de dinero de sus seguidores, pero que ha alcanzado verdadera notoriedad cuando le empezaron a donar para que fumara cocaína en base frente a los followers soberanos. De hecho, a mí me dio por verle cuando empecé a leer a los periodistas hablar de lo que estaba haciendo. ¿Estábamos una vez más (ya tuvimos en 2009 a Jade Goody) ante la predicción de Bernard Tavernier, La muerte en directo?

Tengo opiniones encontradas sobre el espectáculo de Simón. Es degradante hacer un show de alguien que se está hinchando a bazuco, con sus paranoias y pitidos procedentes del pulmón, aunque lo haga él mismo, pero a la vez me parece una persona inteligente que, entre inanes partidas a tragaperras digitales, peleas con su pareja y drogadicciones varias, cuenta unas historias y vivencias que merece la pena escuchar. Sin entrar en sus puntos de vista políticos o si sus proyectos económicos participados han sido presuntas estafas o simples bancarrotas, creo que un libro suyo podría ser grandioso si tiene la capacidad para poner en perspectiva su vida y en lo que se ha metido con el streaming. Me imagino que ya se le habrá ocurrido a alguien, pero veremos cómo acaba todo esto, que puede ser de cualquier manera, aunque la prensa seria sigue loca con ellos e informa al minuto (desde la indignación, claro).

Lo curioso es que estas polémicas han coincidido con la emisión en Netflix de Cuerpos de TV: La realidad de The Biggest Loser. Es un documental sobre darle al tentetieso, nuestro deporte favorito. Si bien ahora nos estamos llevando las manos a la cabeza porque lo hacen streamers –muy acertado el primer capítulo de la última temporada de Black Mirror, que ha tardado escasos días en cumplirse-, de lo que trata este reportaje es de un programa de televisión basado en humillar a la gente, poner al límite su salud y descojonarse toda la sociedad de ello, dentro y fuera de los platós, porque las víctimas eran culpables: eran gordos.

La serie cuenta la experiencia de los concursantes de un reality sobre perder peso de forma extrema, The Biggest Loser. No era un programa donde se hiciera divulgación y hábitos para combatir el sobrepeso, sino un verdadero circo propio de civilizaciones e imperios extinguidos en el que los concursantes tenían que competir entre sí y vencer tentaciones para diversión de los espectadores.

Las bajadas de peso fueron extremas, de perder decenas de kilos en tiempos récord. Tanto fue así, que sus metabolismos acabaron dañados de por vida y la mayoría salieron de ahí con secuelas y con una incapacidad crónica para volver a adelgazar. También se cuenta que hubo uso de drogas entre bastidores para forzar los adelgazamientos y que, como en todos los programas de este tipo, la falta de sueño y comida hacía que los concursantes estuviesen irascibles y se enzarzasen entre ellos.

La verdad es que el reality define perfectamente la cultura dominante en Estados Unidos y explica muy bien los fenómenos que ocurren en ese país, que amenazan con conducir a la sociedad occidental a su declive absoluto, porque importamos siempre lo peor de ellos. Hay quien cree que en Estados Unidos existe una obsesión con las dietas, la comida sana, etc… porque están todos locos. No hay que descartar la alienación y el sufrimiento derivado de la imagen, aquí también lo conocemos, pero nadie se ha parado a pensar que en ese país la enfermedad puede significar la bancarrota, la pérdida de todo.

Y ese es el motor que impulsa la comida sana, el ejercicio, la fobia al tabaco y otros hábitos insalubres con ira inquisitorial. Mucha gente quiere estar sana porque la cobertura sanitaria no está asegurada, aunque pagues. Los grises de los servicios que te dan los seguros se resuelven en los juzgados. O a tiros, como en el caso del famoso Luigi Mangione.

Dadas las circunstancias, al existir la demanda, se podría haber hecho un programa amable, divulgativo, que enseñase a la gente a comer y los beneficios del ejercicio, tanto físicos como psicológicos. Sin embargo, en el despacho de los directivos de televisión de la NBC, el estudio de mercado que mostró el interés creciente por los productos dietéticos y la pérdida de peso, se tradujo en un reality para humillar a gente con problemas de peso, hacerlos sufrir ante las cámaras y volcar en ellos toda la frustración y miseria contenida de una sociedad reprimida y disciplinada.

He aquí una muestra de lo que digo. En los comentarios de imdb sobre el programa, muchos sostienen que los concursantes sabían en lo que se metían. Y atención a este argumento: “Cualquiera que haya participado en deportes de equipo en el instituto ha pasado por cosas mucho peores”. Lo que se veía en la pantalla era solo un reflejo de lo que hay detrás en la calle.

Uno de los casos que cuenta el documental es el de una concursante que se cayó en mitad de una carrera y la acabó arrastrándose. Tenía un fallo multiorgánico, la tuvieron que sacar de ahí en helicóptero. No hay película distópica que haya parodiado algo así.

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