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VALENCIA

Beniferri también existe

Al Oeste de Valencia, entre Benimámet y Burjasot, partida ahora en dos por la CV-30 y al lado del Palacio de Congresos, hubo una extensa zona de alquerías con palacio que Jaime I entregó al Obispo de Barcelona; fue ocupada durante la Guerra de la Independencia por los soldados franceses del General Honoré Charles Reille, que convirtió la iglesia en establo, lo que levantó pública protesta contra Napoleón. Para que vean que ya entonces se protestaba.

Este barrio -desordenado, expropiado y dividido- se llama Beniferri. Tiene su parte moderna con grandes edificaciones, chalés de lujo, una ruidosa planta eléctrica, una antena, hoteles enormes y alguna escondida casa de latrocinio para ejecutivos de viaje que evita que su rotonda se decore con señoritas. Más allá, en su parte histórica, quedan algunas de las supervivientes alquerías tradicionales, algunas casas reformadas y la iglesia de Santiago el Mayor. Entrar en este entorno superviviente es recuperar una parte del sabor de la huerta, especialmente en la alquería centenaria convertida en el restaurante La Tavella. 

Me recibe Pablo Chirivella, el joven cocinero con cara no haber roto nunca un plato y que se ha formado en las cocinas internacionales de China, Inglaterra, Suiza, con Martín Berasategui y recientemente en México. La casa era propiedad de su abuelo, Salvador Valls, Síndico del Tribunal de las Aguas de Valencia, y de su abuela, una mujer de aquella generación de valencianas en las que el carácter se imponía a las restricciones de la época y que vive en el piso de arriba. La madre de Pablo, acogedora, se suma a mostrarme los recovecos de la casa y a contarme algunas historias de familia.

Al establecimiento se accede por un acogedor patio donde se puede ver la cocina moderna y, por las ventanas, la cocina antigua conservada con la misma estructura.  El interior recoge recuerdos, muebles restaurados de lo que fue la antigua boutique de moda de su madre en la misma alquería, manteles de hilo blanco, una chimenea de hierro y un salón lleno de detalles.

Me encuentro allí ni más ni menos que con mi amigo de los salones de enología, Juan Fernández-Cuesta, un hombre con muy buen fondo, ex redactor-jefe de la sección de Sociedad en ABC y actualmente crítico de vinos en el mismo diario, que me da a probar una bebida con sabor a naranja que pronto dará mucho que hablar. También está la hija de Jaime Orti, ex-presidente del Valencia Club de Fútbol, Noema Orti, interiorista y fundadora en 2011 del Laboratori Carme, un espacio muy especial donde el vino, la gastronomía y el diseño se juntan. Y Mariajo Cebriá, de la Asociación Valenciana de Sumilleres, que me presenta los mejores monastreles ecológicos trilogías y bilogías de la bodega Casa Los Frailes de Miguel Velázquez.

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