Conociendo la situación y el poco peso que la política valenciana tiene en Madrid, sea del color que sea, y después de tantos lustros, no esperaba ningún tipo de generosidad económica, ni compromiso para 2023. Es más, aún hay que dar ciertas gracias. Podría haber sido peor. Es lo que hay, lo que merecemos por nuestra complicidad, ausencia de reivindicación y baja autoestima.
Así que volvemos otro año a la casilla de salida y a reconocer otro fracaso tras comprobar lo buenos chicos que somos y hemos sido estando callados. No habrá mejoras presupuestarias. Nunca las hay. Por aquí nos conformamos con falsas promesas. Nuestros políticos y gobiernos suelen siempre doblar el lomo cuando alguien viene de Madrid. Estos presupuestos o anteproyecto de presupuestos del Ministerio de Cultura con la autonomía es una nueva carcajada sobre nuestra realidad por mucho que aún se escuchen advertencias de que en el trámite consecuente se animará a un cambio o “lo pelearemos más a partir de ahora”. Permitan que me sonría, aunque otros deberían de sonrojarse.
Tengo claro que Madrid no puede, y si me apuran, tampoco debería ser el salvador del caro presupuesto del Palau de Les Arts. Para algo se hizo desde el primer momento sin su participación ni invitación a fin de que no conociera los desmanes económicos y el descontrol de gestión que allí se iba a producir. No iba con ellos, así que con una ayudita sobra. Lo del IVAM es más de lo mismo. Para dejarlo correr. Es un museo con normas autonómicas, así que tampoco se trata de ampliar la dotación, si acaso de colaborar en otro tipo de alternativas.
Por tanto y por lo visto, no pintamos nada, bueno, no pintan nada estos “responsables” culturales que se miran el ombligo y se las dan de modernos. Por no entrar en las artes escénicas. Que esa es otra. Y mira que llevamos años con lo mismo. Aquí sólo se llora un poquito no sea que moleste. Es nuestra marca de identidad.
Pero más allá de estos dos casos que no tienen ni van a tener remedio hasta que no exista una fuerza reivindicativa y potente en Madrid con auténtico peso y no simplemente plegada políticamente, nadie lo cambiará. Incluso no sé de qué ha servido que hayamos tenido ministro de Cultura local reciente cuando sólo ha servido para su salto personal y profesional. También me asombra que todos los sectores afectados callen, así como las instituciones públicas o semi financiadas que están para dar la cara Unos y otros han sido y son cómplices.
Pero lo que sí me preocupa es que después de treinta años esperando un simple gesto con el Museo de Bellas Artes de Valencia, San Pío V, para que al fin tengamos un centro digno y dignificado y además siendo de titularidad estatal se trate a esta sociedad y al propio museo como un espacio subsidiario, como sucede con el Museo Nacional de Cerámica o a la nueva sede del Archivo Histórico Provincial de Castellón o en Alicante, donde la construcción de la nueva sede de la Biblioteca Pública del Estado -con un coste total de 10,9 millones- se quede con 100.000 euros en 2023... Las cantidades hablan por sí solas.
Así que, simplemente aparece una partida de 50.000 euros, para la mejora del entorno y accesos al Museo de Bellas Artes de Valencia, cuando la dotación total del proyecto se estima en 2.950.000 euros, con una proyección de inversión de dos millones para 2024 y 900.000 euros para 2025. Es más, el proyecto de instalación museográfica, se queda con 50.000 euros para 2023 y relega el grueso de 2,7 millones a 2024. Ahí es nada. Porque de aquí a 2024 a saber qué puede suceder.
La falta de dignificación de la política cultural por estas tierras tiene dos culpables: nuestro autogobierno y nuestra clase política. Llevamos años sin hechos, inversiones, ni prioridades. Una realidad que da cierta vergüenza y produce de nuevo mucha decepción. Mientras tanto el Consell Valencià de Cultura y nuestra conselleria del ramo, a lo suyo, o sea, en la nube sideral.
El IVAM explora la idea de narración en Suspensión de la incredulidad, la primera exposición en España de la artista