Navidad: época de excesos, regalos por compromiso, villancicos cansinos de Raphael y colas en la 4ª planta de El Corte Inglés. Paseos por la calle Colón, el olor de las castañas, cartas a mano (al fin) y mucha, mucha gastronomía, ¿sobreviviremos?
Me es imposible disociar la Navidad de los cómics de Futurama y los polvorones de La Estepeña (que son de Sevilla) en Las Añadas de España —aquella maravillosa mantequería abierta en 1989 y con más de 2.000 metros cuadrados. Las Añadas fue un pionero y quizá la primera tienda “gourmet” de España: chapó por culpa del ladrillo y aquella València gris. Creo que ahora hay un Mango. Hay que joderse.
La Navidad también es sinónimo de aquellas ilustraciones de Norman Rockwell (el pavo, la barba blanca de Papa Noel y una familia perfectamente rojiza de Tennessee que la España de nuestros padres hizo tan suya; qué cosas). Debe ser que es verdad lo que afirma un buen amigo —“el hombre que no sabe celebrar, no ha aprendido a ser hombre todavía”; y todos queremos ser ese hombre. Sinónimo de comedias románticas pero también de una de las mejores películas de la historia del cine Español, Plácido de Luis García Berlanga; de navajas y langostinos con Albariño en la barra de Civera y también ahora de platos de cuchara en Napicol, casa de comidas de hechuras clásicas que se acaba de trasladar al barrio de Roca en Meliana y que abrieron los chicos de Gula no mucho antes de que Jesús Ger (Marinda d´Or) extendiese el cheque sobre el que era su prometedor local en la zona universitaría de Blasco Ibáñez. Creo que quiere comprar treinta restaurantes en València. Malos tiempos para la lírica.
All I Want For Christmas Is You
Navidad es el inmenso árbol del Mercado de Colón, Love Actually, el capón de Cascajares y el spot de “las burbujitas” de Freixenet que este año protagonizarán Ricardo Darín y Michelle Jenner. Qué pedazo de actor, Darín. Los mantecaos (cuyo origen se remonta a la Andalucía del siglo XVI durante el reinado del Rey Felipe II y gracias a un excedente tanto de trigo como de manteca de cerdo) de San Pancracio en Antequera y para tantos valencianos de bien, las trufas de Martínez: desde 1931 en la calle Ruzafa donde Hilario Martínez y su mujer Antonia fundaron ‘Chocolates Martínez’ con la idea de despachar —qué bonita palabra, despachar— trufas clásicas pero también chocolate en polvo o ‘Cubanitos’. Ojalá no lo sustituya nunca una sucursal del banco hispano americano, como aquel bar de Joaquín Sabina en “Y nos dieron las diez”.
Planes gastronómicos navideños en València, en Navidad —y año nuevo. Me lo preguntan mucho y yo soy de lo que piensa que siempre es mejor un capricho que una convención. Solo faltaba. Fantásticas opciones son siempre El Poblet de Quique Dacosta en Correos, un festival en Rausell (eso sí es navideño de verdad: un pollo asado del Rausell), el menú Canalla del bistró de Ricard Camarena o los tacos de charales en Casa Amores, ¿por qué no?
La comida familiar del día de Navidad, difícil tesitura. Por un lado los gandes clásicos del cap i casal: el Restaurante Eladio de Michel Rodríguez, Aragón 58 de la familia Honrubia, Leixuri de la familia Sánchez Arrieta o el imperturbable steak tartar del Gastrónomo. Y luego está la otra opción: pasar por el Mercado Central a por un millón de quesos de Manglano, mojama de atún, jamón ibérico de bellota y dos botellas de Finca Terrerazo. Y celebrarlo con quien de verdad quieres. Y no olvidar nunca aquel proverbio: el buen corazón quebranta la mala ventura. Y que nos acompañe cada día este año luminoso y vibrante. Feliz Navidad.