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una historia contada y dibujada por olga mollà

‘Sota ciment’, un libro para encapsular la memoria de la huerta valenciana

17/04/2022 - 

VALÈNCIA. La tierra se labra, y los frutos se recogen, y si este proceso no se sigue todo el cultivo se echa a perder. Lo mismo pasa con las historias y la memoria, si algo no se escribe corre el peligro de caer en el olvido. Olga Mollà rescata y encapsula la historia de una familia en la huerta, que tiene que emigrar de forma obligada de su territorio. Una historia que no puede caer en el silencio y que aboga por la lucha de estas personas por su espacio. Su forma de permitir que esta historia viva para siempre es visibilizando todo ello, dando a conocer una situación de injusticia y haciendo una representación artística tanto conceptual como realista de su entorno. Para dar vida a esto recoge testimonios de familias reales, se nutre de toda la teoría tras el movimiento de “Salvem l’horta” y trabaja junto a colectivos y asociaciones para conocer todo lo que ha pasado:  “Sota ciment habla de esas personas que han estado luchando en defensa de un territorio”, y aclara, “no se puede cambiar lo que está destruido, eso ya no está… pero sí se puede dar a conocer la historia de esta gente, para que no quede en el silencio”.

Todo surge en realidad de una mezcla de casualidades, durante sus estudios universitarios Mollà estuvo viviendo cerca de una zona de huerta. Sin embargo, conforme avanzaba el tiempo vio como más y más construcciones se plantaban a su alrededor, y empezó a adentrarse en la problemática del "arrinconamiento". Junto a este momento de estrés y percepción del espacio que la rodeaba se sumó una historia de su padre, que es obrero y le hizo creer que le habían adjudicado una zona cerca de la calle en la que ella vivía: “Me empecé a poner súper triste, me agobié y me puse a llorar. Luego al enterarme de que era una broma quise comenzar a investigar sobre todo lo que había pasado en la Punta y Benimaclet, me pareció algo que tenía que contar”. Es ahí donde Mollà comenzó a conocer sus tierras, ser consciente de las historias de las familias que la rodeaban y informarse para poder contarlo: “Se lo contaba a gente de Bellas Artes, que suele estar más implicada, y a personas externas y muchas de ellas no sabían lo que pasaba aquí”, comenta, “es por ello que decidí hablar del tema, para luchar contra ese desconocimiento”. 

Contando ya con la fase de investigación resuelta Mollà se puso a trabajar tanto en la historia como en la estética del libro. Junto a Caliu Espai Editorial construye al fin Sota ciment. Lo hace con ilustraciones claras y un texto narrativo que acompaña al lector en un paseo entre la historia y la intimidad de las familias de la huerta, todo ello con frases tajantes como “El progrés havia arribat i la ciutat havia de créixer”, y junto a reflexiones sobre por qué la industrialización destroza los entornos naturales de las ciudades. Para representar todo esto el libro  pasea entre marrones anaranjados, verdes y blancos. Dejando entrever el avance de las industrias que poco a poco conquistan y eliminan el verde: “En cierto modo quería emular el color de la tierra y el verde para representar los frutos y las verduras, veía que contrastaba bien”. Con un proceso tipo escaneado y serigrafía superponen los colores, creando un relato en el que las tonalidades se entrelazan de principio a fin. En cuanto al proceso de creación Mollà pasa de una expresión más conceptual a algo más narrativo: “Me aconsejaron que tuviera en cuenta la narrativa de una historia, el libro ha vivido una evolución y yo he tenido un proceso largo de aprendizaje tanto a la hora de escribir como a la de pintar”.

Finalmente todo el proceso de investigación se ve reflejado en un trabajo que resistirá a cualquier excavadora o planos de construcción. Un canto a la necesidad de reivindicarse, a través de una historia humana de una familia que podría ser como cualquier otra, siempre rodeada de los movimientos sociales y las personas que defienden el territorio. Y ahora también de una joven autora que a través de los colores y las letras pone en claro una denuncia a la defensa de los territorios y revaloriza todo aquello que le rodea, tanto para despertar conciencia como para hacer "que la historia no se quede en el silencio”. Todo ello a través de páginas ilustradas y con un trabajo que es como una bocanada de aire fresco dentro de todo lo que vivimos actualmente, un retrato intergeneracional sobre un exilio forzado, que pone en valor el trabajo en contra del desarrollo urbanístico, que arrampla sin sentimientos contra todo lo cultivado con amor durante años, contra los recuerdos y sobre las generaciones.

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