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crítica de cine

‘Súper empollonas’: Heroínas ‘teen’ empoderadas

26/07/2019 - 

VALÈNCIA. Las películas que giran en torno al universo adolescente pueden entenderse como espejo de la sociedad y los cambios que poco a poco se van produciendo en su interior. Quizás por esa razón en los últimos años se ha producido una renovación en el enfoque de temas y también personajes dentro del subgénero para adaptarse a una realidad que necesita sacar a relucir tanto sus miserias como sus logros para ir avanzando en la construcción de un nuevo imaginario teen más acorde con los nuevos tiempos.

En definitiva, puede que se hable de las mismas cosas de siempre, pero ahora se abordan desde una perspectiva diferente, más concienciada e integradora. Los clichés que caracterizaron este tipo de películas en el pasado por fin comienzan a romperse, el personaje gay ya no es el mejor amigo de la protagonista, sino que toma las riendas del relato, la chica guapa de la clase deja de ser el centro de la función, sino que lo son aquellas a las que antes llamaban empollonas o marginadas. Y si es guapa, no tiene por qué ser tonta, porque, por fin, los adolescentes no son tratados como estúpidos o como objeto de burla, no se rigen únicamente por el sexo o por comportamientos superficiales, sino que tienen otros intereses y las historias que protagonizan también se introducen en terrenos mucho interesantes a la hora de hablar de cuestiones que pululan por el ambiente, como la sobreexposición, la cultura del éxito o la necesidad de aceptarse en un mundo lleno de estímulos negativos.

En los últimos tiempos la ficción adolescente ha sido tan abundante como variada. En plataformas ha triunfado Por 13 razones, Élite y más recientemente Euphoria. En cine, al principio estas historias comenzaron su renovación en el panorama independiente, pero poco a poco han ido pasando al mainstream con películas que nos llevan desde Con amor, Simon a La llamada, demostrando que, lo que antes podía ser una época oscura y torturada, ahora puede convertirse en un verdadero espacio de aprendizaje positivo.

También se han asentado las películas que abordan la experiencia juvenil desde el punto de vista femenino. Princess Cyd, de Stephen Cone; Lirios de agua, de Cécile Sciamma; Lady Bird, de Greta Gerwig; La (des) educación de Cameron Post, de Desiree Akhavan; Eight Grade, de Bo Burnham y ahora Súper empollonas, de Olivia Wilde.

La nueva generación de películas sobre la generación millennial y centennial enfrenta la intimidad de los personajes al entorno en el que viven. Continúa el sentimiento de indefensión, de inadaptación, las ansiedades y frustraciones por alejarse de los estereotipos predeterminados, pero también pueden entenderse como historias de liberación de los tabúes en medio de un engranaje social opresivo en el que de alguna manera se tiene que sobrevivir, y la única manera es educando en la tolerancia y el respeto. En este sentido, no resulta casual que una buena parte de estas películas estén dirigidas por mujeres, un hecho que contribuye a romper con la rueda del pensamiento patriarcal que había dominado la mayor parte de géneros hasta el momento.

Súper empollonas es la ópera prima de la hasta ahora actriz Olivia Wilde y quizás sea una de las sorpresas más excitantes que se han dado dentro de la coming-of-age contemporánea, una película que utiliza los clichés de las películas de instituto para darles la vuelta a través de buenas dosis de frescura, inteligencia, empoderamiento y humor desinhibido, como si se tratara de una buddy movie canalla con dos protagonistas feministas.

Ellas son Amy (Kaitlyn Denver) y Molly (Beanie Feldstein), dos amigas que acaban de terminar el instituto y que están a punto de pasar a la universidad después de haber centrado sus años estudiantiles únicamente en sus notas para convertirse en las mujeres de éxito del mañana. Sin embargo, el último día del curso se darán cuenta de que podrían haber aprovechado mejor el tiempo, que era compatible ser brillantes en los exámenes y también pasarlo bien. Así que decidirán poner remedio a eso en una sola noche en la que se enfrentarán a toda una yincana de situaciones rocambolescas en las que pondrán a prueba su amistad y sus propias convicciones, resituándose un poco mejor en el mundo en el que viven.


El objetivo será colarse en la fiesta del chico más popular del colegio, pero por el camino irán experimentando distintas situaciones inesperadas. Amy ya ha salido del armario, pero todavía no ha tenido relaciones sexuales y no sabe cómo abordarlas. Molly parece autosuficiente y despreciativa, pero encierra sentimientos románticos inconfesables. A las dos se les olvidó que antes de ser adultas tenían que pasar por la adolescencia y simplemente tener la oportunidad de equivocarse y aprender. 

Olivia Wilde consigue convertir el guion de Emily Halpern, Sarah Haskins y Katie Silberman en una auténtica fiesta, repleta de gags que funcionan, dotada de un ritmo perfecto y una chispa adictiva y con soluciones brillantes nada obvias como la que convierte a las protagonistas en Barbies durante una experiencia lisérgica. Sus personajes tienen encanto, no desaparecen de la memoria a los cinco minutos, porque Amy y Molly son divertidas, son inteligentes y capaces de sorprender tanto en un registro muy físico y energético como también sensible y emocional. Son las nuevas heroínas del género teenager.

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