Edgar Cabanas y Eva Illouz desmontan en 'Happycracia' el gran negocio de la industria de la felicidad y su nula base científica
Hoy cumplo 41 años. Si todo va bien y la vida no me juega una mala pasada, se supone que estoy en la mitad. A mitad camino de mi vida. 40 años por atrás y otros 40 por delante que espero seguir viviendo intensamente. Solo puedo que dar gracias a la vida y pedir un deseo: cumplir muchos más.
Se acerca el verano y toca rescatar la frivolidad del fondo del armario. Hartos de tanta seriedad impostada, vivamos la vida sin pretensiones, como algo liviano y agradable, deteniéndonos en la piel de las cosas y no en su engañosa profundidad. Ser superficial es una actitud virtuosa y hasta cívica, tal vez la única respuesta a las trampas del mundo
El psicólogo tinerfeño se aleja del buenrollismo habitual y desmitifica la felicidad como el objetivo último de la vida
La gente se empeña en ser feliz a toda costa. Si echas un vistazo a sus redes sociales, todos están con una sonrisa postiza. Ya va siendo hora de enmendarles la plana. La felicidad es un asunto discutible y pasajero en un mundo en el que existen, por desgracia, la muerte y la enfermedad. Ten el valor de no sonreír