Las valencianas Noelia Esteve, Alba Mompó, Dámaris Esteban y Lolita componen Tampó d’Aspart, un grupo “porno punk hardcoreta performativo” que explora el odio a través de sus letras. Todas ellas tejen la nueva escena femenina del punk desde la rabia pero también con respeto, trabajando en un modelo de relaciones de poder horizontales y tratando letras con las que librarse de las problemáticas sociales
VALÈNCIA. No les gusta tocar en espacios mainstream, les encanta chillar, berrear y hasta gemir sobre el escenario. Ellas son Tampó d’Aspart, el grupo valenciano de chicas que están a punto de revolucionarlo todo. Tan solo son cuatro pero suenan como si sobre el escenario fueran catorce: Noelia Esteve, guitarrista de la banda; Alba Mompó, bajista, la batería Dámaris Esteban y Lolita, la cantante. Desde el respeto, las relaciones de poder horizontales y gracias a sus letras expresan su rabia más absoluta. “No som músiques ni tenim massa idea de tocar, fem punk perquè ens apassiona i és el mitjà més senzill, o així ho veiem nosaltres, per dir clar el que ens travessa”, explica la bajista. Se autodefinen como fieles defensoras y creadoras del “porno punk hardcoreta performativo”, y a veces ni siquiera ensayan antes de sus conciertos.
Lo que sí que hacen es transformar sus temas y sus puestas en escena en una auténtica fiesta. En un concierto en el que confiesan que habían perdido hasta los apuntes para tocar acabó, de alguna manera, saliendo todo bien: “Va ser un bon concert perquè tot i sonar terriblement mal”, explica Mompó, la gent es diverteix, és punk, és la nostra forma de soltar el nostre malestar i transformar-ho en alegria. I com ho sentim tan fort i és autèntic, la gent ho viu com nosaltres. Fem punk com eina de teràpia personal i grupal, no per agradar o fer una tendència”, explican desde la banda.
En ese mismo concierto los decibelios sobrepasaban los niveles normales. La “bataka” del grupo, Dámaris, veía que la percusión era clave en el acompañamiento de la voz de Lolita, y sus fuertes ritmos hacían que todo se centrara en un final cañero: “Al tindre un ritme bailongo i punk, convertit al final a canyero i molta tralla 'bombo-caixa' desencadena un sentiment d'eufòria incontrolable que et fa botar i menejar tot el cos, volent compartir-ho en altres però sense fer mal, formant-se el meravellós 'pogo' amb mogolló de somriures i bona energia”. Las componentes ponen el poder en gran parte en la voz, que es performativo porque se hace sin previa preparación: “Lolita és molt expressiva, i sense prèvia preparació, en cada concert viu i representa les cançons amb el seu propi cos, arribant d’una manera simbòlica a transmetre el significat de cada cançó, des de la ràbia, el plaer, l’angoixa passant fins i tot per la violència”, explica Mompó.
¿Y sobre la escena? Consideran que, en comparación con otros sitios, en València hay un mayor movimiento de conciertos, eventos y demás. Aunque para Esteve muchas veces lo que más se ve y llama la atención es el hombre “normativo punk” existen y berrean las mujeres, en un nuevo movimiento cultural en el que se concibe a la mujer en esta escena: “Al igual que en el resto de subculturas y en la sociedad general, actualmente parece haber una transformación en la forma de concebir la mujer en lo punk”, explica la guitarrista, quien tiene clarísimo que Tampó d’Aspart es la forma de abrir nuevos caminos de diálogo en la escena: “A través del grupo intentamos mostrar que las mujeres también podemos ser "kostras", hablar de nuestro placer sexual o criticar a aquello que nos enfada ya sea los hombres tóxicos, los patinetes o la poli, entre otras cosas”. Entre sus temas se pueden oír letras de lo más “bestias” como pueden ser las de: Odiamos a los del patinete, Estem fartes… son algunos de los temas con los que berrean con rabia sobre todo lo que les molesta.
Sus actuaciones son algo que les va desde dentro, de la forma más directa. La cantante confiesa que más que centrarse en hacer algo “performativo” actúan de manera natural y esporádica, dejando el lado más “primitivista, instintivo y desde las entrañas”, de esa manera los ensayos parecen una absoluta locura, en la que todo está permitido: “Nos tocamos, nos revolcamos por el suelo e incluso vamos más allá. Todo nace de una sinergia momentánea en la que está todo permitido”. Todo bajo la óptica de los cuidados y desde un enfoque feminista del punk.
Esteve comprende que gracias a Tampó D’Aspart se puede obviar esta visión que se tiene el punk como algo de “gente agresiva, un poco yonki y desatendida de la sociedad”, ellas le dan la vuelta: “El enfoque feminista del punk, es en primer lugar, visibilizar a las mujeres y ocupar el espacio que nos pertenece, teniendo voz y reconocimiento igual que ellos”, explica Esteve, “por otra parte, relacionarse a partir de los cuidados y la horizontalidad, cuidando todo tipo de relaciones y generar espacios seguros para todes”... aunque si se encuentran con algún abuso por supuesto cabe denunciarlo.
En sus conciertos siguen el sistema porno punk, que según lo explica Mompó se trata de una apropiación de los cuerpos, con el que disfrutan de su propio cuerpo ellas solas: “Gaudim del plaer de nosaltres mateix, no ho fem per als ulls d’un subjecte masculinitzat que ens hipersexualitza i ens cosifica per a si mateix”, explica la bajista. En cuanto al espacio punk la cantante Lolita explica que sus canciones de gritos de rabia se sienten más cómodas en los centros sociales y sus espacios propios, donde se pueden permitir “huir del mainstream de la capital”.
Las cuatro integrantes del grupo se conocieron en okupas, y tienen muy claro de dónde vienen y hacia dónde van. Sin embargo su que encajan con algunos eventos de subcultura como puede ser Tenderete, el festival de fanzine, donde tuvieron un concierto totalmente oscuro y superando los decibelios permitidos en los claustros de La Nau: “Tocar en un sitio como las Naves fue muy guay, pero por lo general nosotras preferimos seguir en nuestros espacios, ahí es donde podemos hacer lo que nos da la gana”.
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