El Ayuntamiento de Alicante ha arrinconado, que no descartado, un curso de tarot para emprendedoras que la Agencia Local de Desarrollo había programado para favorecer el empleo femenino. Esta frase es como el cuento del dinosaurio de Monterroso, se cuenta sola. Pero como hay que llenar un mínimo de 500 palabras para esta columna, habrá que extenderse algo más. El portavoz municipal de Compromís, Rafa Mas, cuenta que ayer por la mañana desayunó con café, torrada de pa amb tomàquet (esto es una elucubración) y el programa de actividades del Centro de Emprendedores de la agencia que comanda Mari Carmen de España. Vio lo del curso de tarot para el éxito empresarial. Y, naturalmente, se atragantó. Lo colgó en redes sociales, se generó un reventón térmico de grandes proporciones y el consistorio retiró la propuesta. “Lo hemos puesto en cuarentena”, me declararon a mí. “En el ámbito privado estas cosas funcionan muy bien”, continuaron. No se hacen una idea de lo difícil que es contenerse a veces mientras trabajas en este oficio. Mucho más precario, por lo visto, que el de vender humo a la gente que busca un sueldo.
La mera insinuación de ofrecer algo así debería haber acarreado un no rotundo por parte de quien confeccione la programación de los cursos de empleo. Pero coló. La cita era el día de Halloween, además. La responsable de impartir la charla, Almudena Polo, que cree que es el momento de que el inconsciente pase a ser consciente y contribuya a nuestro éxito laboral. O algo así. El descrédito en todo el país de la concejalía de De España fue inmediato y, por extensión, el del Ayuntamiento. Las carcajadas se escuchaban en nuestras antípodas neozelandesas. Lo cual no está mal, porque echarse unas risas mientras uno atraviesa los informativos y periódicos de cada día sirve para desengrasar. Relacionar el tarot con el empleo es como aconsejar el uso de la escoba de Harry Potter para evitar los atascos del centro de Alicante. Pasando por alto la atribución de la cartomancia a un programa específicamente femenino, el caso es preocupante. El Ayuntamiento de Alicante ha ofrecido el tarot como vía para la búsqueda de empleo a las mujeres paradas. Como solución para empresas precarias. Otras dos frases de Monterroso.
Ya no se trata únicamente de la aparente desconsideración ante un tramo social atrapado entre el bucle de las cifras del paro. Y digo aparente porque desde el gabinete de De España, y en palabras del mismísimo alcalde, Luis Barcala, la publicación del programa se había lanzado sin supervisión. Es que, además, lo que se alentaba mediante esta superchería es que la desesperación de algunas desempleadas las podía haber llevado a sacarse un dinerito echando las cartas a personas aún más incautas. Para algo tenía que servir. Cuando todo el mundo sabe la cantidad de impuestos que genera una actividad que generalmente se realiza en la salita de estar más pequeña de cada casa, sin supervisión ninguna y con un tapete y una baraja como único recurso para descontarse el IVA. Exacto, nada. Y con el consiguiente empujón a la economía sumergida. Un dinero tan negro como las velas y la magia de los videntes, de los médiums, de los lectores de las rayas del culo, que también los hay. La señora Polo, alquimista de los negocios, puede engañar a los bobos del ámbito privado cuanto quiera. Ahí está Íker Jiménez en Cuatro para demostrarlo. Pero el sector público no debe invertir un solo euro ídem en este tipo de actividades. Si no llega a ser por la tostada de Rafa Mas, la desfachatez nos la habríamos desayunado todos los alicantinos.