VALÈNCIA. La última sinfonía de Piotr Ilich Chaikovski, compuesta en el año 1893, llevó por nombre La Patética y en esta el compositor ruso rozó la perfección con una sinfonía que quería que fuera tan única como “ejemplar”. Tras esta melodía, perfecta para enloquecer y para culminar una carrera en mayúsculas, hay una estela de malas decisiones que llevaron al compositor a un terrible tormento psicológico que le persiguió hasta el último de sus días. Ahora, sobre las tablas del Principal, se imagina la historia tras la composición de esta melodía a través de una obra de teatro que lleva su mismo nombre.
El domingo 23 de noviembre Miguel del Arco acerca a València esta historia que se interpreta de la mano de Israel Elejalde, Fran Cantos, Francisco Reyes, Emilio Buale, Inma Cuevas, Juan Paños y Manuel Pico. Lo hace con una obra de teatro creada con una coproducción del Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze y con las melodías de Chaikovski, claro, aunque con la composición musical de Arnau Vilà. Entre melodías imposibles e imaginando a un director frustrado que intenta encararse a La Patética de Chaikovski, del Arco imagina la vida de Pedro Berriel, un director de orquesta de 53 años que intenta interpretar con claridad y precisión esta sexta sinfonía imposible.

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- Foto: BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
Sobre el escenario le persigue un atormentado Chaikovski que persigue al director que se encuentra en la fase terminal de una terrible enfermedad. “El teatro sirve para hablar de un momento en el que el director pone de pie la sinfonía y se le aparece el propio Chaikovski. Creo que en el arte se puede generar este espacio en el que están las conversaciones con las que todos soñamos, en las que nos acercamos a nuestros referentes”.
“Es como quien lee a Shakespeare y siente que le está hablando al oído, esta obra tiene también un recorrido hilarante en el que el hombre traspasa la frontera de la realidad. Es un momento de movimiento frenético y también dramático en el que todo parece encajar”. Este encuentro entre ambas artes se da también en la fase de creación de esta obra de teatro, en la que del Arco se inspira -libre y remotamente- en Morir, la novela de Arthur Schnitzler que lee como “un viaje enajenado entre la realidad y la ficción” y que le sirve para hablar de la propia extinción del ser humano.
“Los delirios hilarantes de un hombre que se revuelve ante la tragedia de su propia extinción. Las cartas que el compositor ruso escribió en vida a sus seres queridos y, fundamentalmente a su mecenas, sirven para dar forma a este Chaikovski imaginado junto al que el moribundo director de orquesta trata de encontrar un sentido a la vida, a la muerte y a su actividad artística”, destaca en las notas del autor. “Pedro tiene claro cómo debe ser ejecutada La Patética, cuál ha de ser el sentimiento preciso que la ilumine. Cree tener la clave para desentrañar el programa secreto con el que el compositor vertebró su última creación -autodenominada como biográfica- y del que solo llegó a decir: Que intenten adivinarlo…”.

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- Foto: BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO
Del Arco navega entre la angustia y el humor para ofrecer al espectador un relato en el que la creación roza el límite de la locura. Cualquier creador puede verse reflejado en un director que intenta siempre superarse a sí mismo, llegando a retratarse a él también como autor: “Pienso en la idea de la perfección y al momento que llega a un punto límite. Los creadores rozamos estos momentos en los que todo lo que te rodea te parece horrible y en el que crees que tienes que desistir. De esta obra aprendo que he perdido la inconsciencia con la que solía trabajar y que he ganado profundamente en inseguridad, y eso es algo terrible”.
“Pasan los años y cada vez adquiero más conciencia de lo que he hecho, antes me lanzaba a las cosas sin más. Creo que esta pieza conecta con el espectador precisamente por esta idea, por la crudeza con la que se aborda, porque la gente sale arrebatada con este relato. Creo que la obra consigue generar un espacio de reflexión sobre cómo seguir adelante como artista y es algo que nos pasa a todos”. Entre melodías musicales y sobre un escenario de teatro del Arco, piensa también en el cine y recuerda la inseguridad con la que Scorsese se refiere a sus películas, y como muchas veces la dirección le supone una frustración.
Uno de los componentes clave de La Patética, la pieza de teatro, es también la muerte, que se aparece casi como un personaje en sí mismo. Sin embargo, del Arco explica que la muerte sirve también como una especie de consuelo para lanzarse a hacer las cosas: “Creo que la obra sirve también para hablar de la importancia de aprovechar el tiempo, de gozar, vivir y ser feliz y de buscar una alegría sencilla y poderosa”. Porque, aunque de primeras no lo parezca, para del Arco La Patética es una melodía atormentante, pero que sirve también como un canto a la vida.

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- Foto: BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO