Teatro y danza

LOS TÍTERES SOPLAN LAS VELAS

Medio siglo del Teatro La Estrella: “Trabajar para la infancia es lo más difícil del mundo”

  • Bombalino y Cuchufleta, 1996
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VALÈNCIA. En el año 1975 la valenciana Maite Miralles era sencillamente Maite, una mujer artista con cierto interés en las artes escénicas. En su viaje a Madrid conoció al actor y director extremeño Gabriel Fariza, que en ese momento no tenía ni idea que junto a Maite cambiaría su nombre a Bombalino, y que ella, en ese preciso momento, se convertiría en Cuchufleta. 

Este primer encuentro entre ambos, hace medio siglo, fue lo que puso la primera piedra del Teatro La Estrella, un proyecto artístico que este año celebra tres aniversarios en uno: el del 50 aniversario del germen de la idea, los 45 años desde que se implementó el proyecto como empresa y sus 30 años de la Sala Cabanyal del Teatro La Estrella. 

 

Una celebración que sirve como excusa para repasar la historia de la primera compañía valenciana de títeres que, a día de hoy, sigue manteniendo su actividad en la ciudad, y que ahora se rinde a las manos de Maite Miralles (València, 1948) persona tras la que se encuentra la payasa Cuchufleta y quien bombea el corazón del proyecto. Con motivo de celebrar medio siglo de historia, Miralles conversa con Culturplaza sobre la historia real del teatro, cómo se ha adaptado a los nuevos tiempos y el germen de la idea que ahora está “más viva que nunca”. 

 

Exposición del Centre del Carme dedicada a la historia del teatro La Estrella
  • Exposición del Centre del Carme dedicada a la historia del teatro La Estrella -

 

Lo hace llamando a una de sus dos personalidades dentro de la entrevista, pues uno de los motivos por los que siempre ha trabajado tan bien dentro del Teatro La Estrella es que no diferencia entre ella y su personaje: Cuchufleta, que nació de las manos de Fariza, quien tristemente falleció en el año 2019, pero cuyo legado sigue vivo a través de su hijo y Miralles. “Nos conocimos en 1975 en Madrid y desde ahí empezamos a trabajar juntos, yo antes me dedicaba solo a pintar y cuando le conocí me empecé a apasionar por el teatro a través de sus ojos. En el 1995 inauguramos la sala del Cabanyal -aniversario que se celebra dentro del programa del Festival de Titelles en su 8ª edición- y en el 1998 llegó la sala de detrás del Botánico, nunca dejamos de trabajar por el mundo del Teatro La Estrella”, comenta una de las mitades del proyecto.

 

“A lo largo de los años, y casi sin renovar las historias o los personajes, hemos podido seguir haciendo el mismo tipo de teatro porque siempre hemos hecho caso a un modelo de creación que nace desde el corazón y eso se adapta a los tiempos que corren”. Prueba de ello se refleja ahora en la publicación Teatro La Estrella. 45 años de historia, el catálogo del del Centre del Carme, que repasa la historia de esta compañía de teatro -a la que le dedicaron una retrospectiva el año pasado- y que cuenta la historia de la familia Fariza-Miralles entre sus títeres, objetos personales, decorados y anécdotas. Todo ello gracias al relato de Miralles que toma forma a manos de la comisaria de la exposición Trisha Miró y el diseñador Diego Obiol.

 

“Cuando me llamaron para hacer esta muestra retrospectiva, vi todo el trabajo que habíamos hecho Gabriel y yo a lo largo de tantos años. En el Centre del Carme se pudo ver sólo una milésima parte de nuestra obra, pero en nuestro imaginario hay miles de horas de trabajo, cientos de niños y decenas de historias que llevamos contando durante años”. Entre estos relatos, Miralles recuerda con especial emoción aquellos en los que reinventaron cuentos clásicos y algunos en los que no llegaron a plantearse ningún tipo de límite de materiales o espacios: “Nosotros siempre decíamos que un espectáculo eran mil horas de trabajo y que el mejor momento era cuando estábamos dentro del taller construyendo los personajes”.

 

“Siempre nos ha gustado jugar sin límites y dar rienda suelta a nuestra imaginación, una vez llegamos a construir un caballo de Gulliver de dos metros y medio de alto que llenaba todo el escenario, es un buen reflejo de que La Estrella siempre ha sido técnica y creación, sin preocuparnos por las limitaciones. Es lo que hacía que pudiéramos crear cosas extraordinarias”. De Fariza -Bombalino dentro del proyecto- Miralles recuerda que más que creador era constructor y que su habilidad para inventar mecanismos era el encaje perfecto con su obra plástica: “Cualquier cosa que yo dibujara en papel él era capaz de darle movimiento. Entre los dos hacíamos una pareja imbatible que no se ponía límites de ningún tipo”. 

 

Teatro en la Malvarrosa, 1990
  • Teatro en la Malvarrosa, 1990 -

 

Este modelo de creación, tan visceral como apasionada, se refleja en obras que no han caducado a lo largo de más de 40 años de historia, algo que se refleja en la 8ª edición del Festival de Titelles de Cabanyal-Canyamelar, en el que se homenajea la labor de esta compañía celebrando “tres décadas de arte” en el barrio. Un homenaje que sirve también como excusa para repasar el repertorio de la compañía valenciana, que lejos de cambiar el relato se ha actualizado sólo a los nuevos ritmos: “Releemos los textos para adaptarlos a la mentalidad del momento, le damos mucha importancia a qué se dice y cómo se dice sin perder el fondo de la narración. Trabajamos mucho la dramaturgia, la creación de los personajes y las marionetas de todo tipo que nos ayudan a contar las historias”. 

 

A través de sus títeres, que ahora miran al presente a través de sus movimientos, Miralles contempla que poco a poco los lenguajes del teatro han tenido que ir adaptándose para recabar la atención de sus públicos: “Trabajar para la infancia es lo más difícil del mundo, pero siempre hemos estado contentos porque nuestras marionetas se comunican como queremos, tanto con los niños como los adultos. Cuando vas creciendo aprendes con el público y la práctica y es lo más interesante y bonito de este trabajo”. 

 

Imagen de archivo del Festival de Titelles
  • Imagen de archivo del Festival de Titelles -

 

¿Y qué es lo que han aprendido de los públicos actuales? Miralles destaca que ahora tienen que plantear obras más cortas y con muchos más estímulos: “Antes tenía que haber estímulos cada 10 o 15 minutos y ahora hay que hacerlos cada 5 o 7. También las obras duran menos, cuando antes, si una pieza duraba menos de una hora y media se consideraba casi una estafa”.

 

Aunque hay algo que, a lo largo de cincuenta años, nunca ha cambiado. La pasión y el “alucine” con el que los niños miran a las marionetas: “El público siempre mira a la marioneta, nunca te mira a ti porque tiene una atracción que no tiene una persona de carne y hueso. Una marioneta puede ser bruja, lobo y pirata y eso forma parte de su forma, gesto, artesanía y movimiento”. Y que siempre se mantiene viva, ya sea dentro del baúl, sobre el escenario o a manos de otros intérpretes, algo que para Miralles forma parte de su personalidad, ya que no distingue persona y personaje. 

 

Teatro en la Malvarrosa, 1990
  • Teatro en la Malvarrosa, 1990 -

 

Tras medio siglo, la pregunta que más recibe, y aun así le sorprende, es si se plantea jubilarse, a lo que Cuchufleta -o sea, Miralles- responde que no entra en sus planes porque en su tiempo libre haría exactamente lo mismo. Tal es su compromiso con su personaje que cuenta que durante mucho tiempo su teléfono personal era el de la propia compañía, por lo que atendía llamadas de niños que querían hablar con la payasa Cuchufleta: “Llamaran a la hora que llamaran y tuviéramos sueño o cosas que hacer, hablábamos como el personaje. Estando hospitalizada llegué a llamar a una niña porque no podía ir a su cumpleaños y estuve hablando con ella un rato, para nosotros lo más importante es que el proyecto siga vivo a través de estos buenos recuerdos y que haya hecho feliz a tantos niños y niñas de València”, explica la actriz.

 

Ahora espera que la ciudad le devuelva pronto el favor de homenajear a su compañero de vida: Gabriel Fariza, cuyo apodo dentro de la compañía: Bombalino, dará nombre al futuro Centro de Artes Escénicas Bombalino: “Espero que La Estrella siga en el Cabanyal muchos años más, mientras dure, y que siga adelante la creación del centro Bombalino en homenaje a Gabi, por todo lo que hemos hecho por el teatro, los títeres y los niños”. 

Función en el Teatro La Estrella, 1996
  • Función en el Teatro La Estrella, 1996 -

 

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