VALÈNCIA. Dicen de ella que es renovadora del flamenco, aunque a este adjetivo le pone peros. También que es libre, este lo acuña ella misma. Experimentadora intrépida, señalan. Este último, a cargo de la revista The New Yorker. Muchos son los apellidos que la acompañan, entre los que también suma su extenso palmarés: el Premio Nacional de Danza 2018, el galardón El Ojo Critico en 2014 o de varios Premios Max, el último en 2024 por La materia, junto a Daniel Abreu. Entre otros, muchos otros. Hablamos, por supuesto, de Olga Pericet.
La cordobesa visita este fin de semana el Teatre Rialto de València con el espectáculo Baile sonoro (11 y 12 de octubre), una creación que recurre al llamado Recital Flamenco para darle un nuevo giro personal dentro de la escena contemporánea en la que vive.
En este “concierto danzante” está, además, acompañada en la composición musical y guitarra por José Manuel León y en el cante por Mercedes Cortés, un proyecto que desplegará sobre las tablas del teatro valenciano ese je ne sais quoi que la ha llevado a conquistar escenarios de todo el mundo.
- Llega a València con el espectáculo Baile sonoro, una creación siempre en proceso de adaptación y evolución, ¿qué puede esperar el público?
- Un flamenco latente porque siento que, además, se va a ver a la Olga más tradicional, por decirlo así. Es un resumen, una etapa evolutiva, hacia el hueso del flamenco, mi flamenco. Hay varios pilares fundamentales: la guitarra, el toque, el cante y el baile. No hay más. Por eso digo que siempre está latente, es el pulso del flamenco más irracional.
- En esa idea de espectáculo vivo hay siempre un elemento de sorpresa para el público, ¿lo hay sobre el escenario?¿Sigue sorprendiéndose?
- Sí, totalmente, por eso digo que está vivo. Hay muchos espacios de improvisación. Lo que se va a ver es lo que pasa en ese momento, por eso no quiero cerrar el espectáculo definitivamente. Lo que suceda en València no va a suceder en otros teatros. No solo espacialmente, nosotros tenemos la libertad, el cheque en blanco, para de repente cambiar el curso y dialogar de manera diferente. Dentro del espacio y de la pauta, por supuesto.
- La he escuchado decir: “Yo soy libre por naturaleza”, ¿es difícil serlo?
- No es algo que trabaja, naces así. Quizá cogí esos valores de pequeña y es como que me sale natural. Es verdad que a veces tiene su responsabilidad y consecuencias, tanto para bien como para mal. Pero no puedo ser de otra manera. Creo que con los años ese es calificativo que más me gusta.

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- Imagen: Cortesía IVC.
-Cuestión de palabras, el apellido que parece que siempre le acompaña es el de “renovadora” del flamenco, ¿habita con comodidad esta palabra?
- No, porque tampoco me lo planteo. Nunca me lo planteé. Simplemente sé que abrí puertas y sigo queriendo abrirlas. Últimamente me aburre mucho esa palabra porque creo que se ya la ponen a todo el mundo. No me dice nada.
- Ha actuado por todo el mundo, para distintos públicos y culturas: ¿se ve mucho las diferencias?
- Sí, por supuesto. Es como hablar del humor. No es lo mismo el humor español que el de un asiático, norteamericano o un latino. La gente lo que está viendo realmente son emociones o cómo tú percibes el mecanismo del movimiento y la tradición. La receptividad no es igual, hay diferentes respuestas y a mí eso me gusta, me hace apostar más por lo que nosotros tenemos aquí. Lo valoro mucho más. Es un motor tan fuerte… realmente hay algo ancestral que une muchas culturas siendo diferentes.
- ¿En qué medida es importante como creadora seguir siendo observadora, sentarse en la butaca?
- Es fundamental. De hecho, no entiendo a alguien que crea y que no observe, incluso ya no en el escenario, sino lo que te rodea. Creo que las personas que no hacen eso realmente no son creadoras. Pueden ser copiadoras, pero no creadoras.
- ¿Es más fácil ser copiador hoy en día?
- Yo lo veo y me da pena. Me da pena es que el desconocimiento haga que eso no se perciba, eso sí que es frustrante. Lo veo totalmente, incluso en gente experta que escribe y no lo ve. Me da mucha pena.
- ¿Qué escenarios, físicos o intelectuales, le quedan por conquistar?
- Todos. La conquista puede ser muy efímera, porque a veces vuelves al mismo sitio y lo tienes que reconquistar. No tanto para los demás, el día que yo sienta que estoy agotada en ese sentido, creo que no quiero seguir haciendo lo que estoy haciendo ahora.