Teatro y danza

Pablo Rosal celebra la poética del lenguaje frente a las prisas y el cinismo en 'A la fresca'

El espectáculo del dramaturgo y director de escena cierra el festival Al crepuscle en los jardines de la Gerencia de Port de Sagunt

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VALÈNCIA. Pablo Rosal suele trabajar desde una inocencia pactada. No es ingenuidad, sino una decisión artística consciente y deliberada: una forma de resistencia política frente a un mundo dominado por las nuevas tecnologías, el descreimiento y el cinismo. Para el poeta, dramaturgo, actor y director de escena catalán lo provocativo en nuestro tiempo es volver a encontrar lugares de encuentro.

“Frente a una realidad donde no hay más imaginación que la de producir más, una sociedad que solo sabe buscar lo siguiente ciegamente, que no para”, el creador propone este próximo 22 de junio un espectáculo que define como una apología de la desaceleración, A la fresca.

La obra se sitúa en una casa de campo donde tres desconocidos, un escritor que regresa al que fuera hogar de veraneo de sus abuelos, un cocinero local y un albañil, coinciden gracias a las virtudes de salir a la fresca. La trama gira en torno a la tradición arraigada de sentarse frente a la puerta de la vivienda para disfrutar de la brisa y socializar cuando el calor disminuye.

 

 

“Este novelista cansado del mundo, que busca paz en el pueblo, descubre que ni siquiera ese lugar se ha librado del avance materialista, pero junto a estos dos personajes va a recomponer un mundo donde aún es posible soñar”, sintetiza Rosal.

El autor aborda temas profundamente políticos sin recurrir al panfleto ni al discurso directo. El problema de la vivienda en España, la vida acelerada y productivista y la intrusión constante de la tecnología en las relaciones humanas son los ejes invisibles de una pieza que reivindica el derecho a parar y a conversar sin objetivo.

Con esa premisa, ni beligerante ni irónica, sino profundamente poética en el lenguaje, Pablo Rosal ha construido una fábula para la compañía Los Despiertos. La formación, integrada por los actores Alberto Berzal, Israel Frías y Luis Rallo, le dio absoluta libertad. Solo había unos mínimos condicionantes: eran tres intérpretes y tenía que ser algo muy austero, honesto y a escala humana. 

Su generosidad se extendió a aceptar una petición del dramaturgo: uno de los personajes, el de la cocinera, tenía que ser una mujer. “La interpreta un hombre de una manera muy fina, muy elegante y y sin parodia”, avanza.

Limbo sin dispositivos
 

En A la fresca no hay móviles ni menciones al presente. “Siempre intento eliminar referencias a la actualidad o a la tecnología, porque estropean el teatro. El teatro es el arte de estar, de crear atención. Y los dispositivos inteligentes son lo contrario: una hiperestimulación constante, ir a favor de la multiplicidad inabarcable del mundo”.

En una crítica reciente, asimilaron la obra de Pablo Rosal a una bomba contra el capital camuflada en un caramelo. Al director de escena les gusta. “Hoy en día muchas propuestas artísticas se dedican a regañar a los espectadores, cuando precisamente son conversos. Yo no quiero crear conflicto. Si vamos al teatro es porque tenemos alguna sensibilidad y formamos parte de una masa de personas que aún tiene alguna esperanza en el mundo. No se trata de de convocar a la comunidad para conflictuarse con ella, sino para hacernos fuertes, para recordar de lo que estamos hechos. Quiero revelar la sensibilidad infinita que todavía llevamos dentro”.

Este impulso poético se traduce en la propia estructura del texto: diálogos que no buscan resolver nada, sino desplegar posibilidades. Hay un momento en que el escritor les propone hablar sin hacerlo de ellos mismos ni del mundo. Es ahí donde aparece la palabra poética que genera un mundo y lo conecta todo.

“Es una apología estetizada de entrar al final de día a un lugar que no tiene tiempo, un espacio que no tiene normas concretas. Se trata de un universo donde se suspenden las relaciones sociales y las personas, generalmente mujeres, comentan las cosas del pueblo”, resume.

 

Un festival en coincidencia con la puesta de sol

La representación de A la fresca sirve de clausura al Festival Al Crepuscle, que se celebra del 19 al 22 de junio, en coincidencia con el solsticio de verano. Rosal valora que la propuesta se alinee “perfectamente” con el espíritu del encuentro: propuestas artísticas en diálogo con el atardecer, sin iluminación artificial, aprovechando la belleza natural del ocaso. 

Bajo el cielo cambiante de Port de Sagunt, el barcelonés invita a un refugio compartido. A la fresca es un montaje que, sin artificios, invita a un paréntesis de escucha y reivindica la pausa como un acto de resistencia.

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