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Sergi Heredia: "Una singularidad teatral como la de Vila-real hay que cuidarla y defenderla"

VALÈNCIA. En plena madurez creativa y con una sólida trayectoria a sus espaldas, Sergi Heredia vuelve a poner el foco en la innovación dentro del circo contemporáneo. Fundador y director de la compañía La Fam, el también actor ha celebrado este año el reconocimiento a Ambulant, una obra de gran formato que ha supuesto el arranque de su nueva marca nacida en pandemia para dar voz al circo de sala, La Fam Produccions.

 

Tras alzarse con el premio Max a la Mejor Labor de Producción, ha aprovechado las ventajas del lenguaje universal del gesto para cerrar una gira con la que el espectáculo visita este verano Portugal, Noruega, Francia y Bélgica. Pero su hambre no se detiene y ya ultima Quimera, su próxima gran apuesta, en la línea de Aquiles, el gigante articulado que, entre otras citas, cerró en 2022 Sagunt a Escena.

 

La nueva propuesta, protagonizada por una gran marioneta de un dragón, a medio camino entre el mito y la leyenda, está previsto empezar su recorrido por las calles en septiembre, consolidando a la compañía como uno de los referentes europeos en la creación de espectáculos de circo técnicamente ambiciosos.

 

- ¿Saben tus padres a qué te dedicas?

 

- Todo el mundo conjetura cosas, pero no saben hasta dónde llegan mis competencias. Cuanto más lo explico, mejor se lo pueden imaginar, pero nunca se hacen a la idea de wu versatilidad: el mío no es un trabajo de oficina ni de dirección, sino que obliga a saber hacer de todo e intentar defenderlo con la mejor profesionalidad.

 

- ¿De dónde viene tu pasión por el circo?

 

- Yo vengo del teatro, pero el circo ha estado muy presente en mi vida desde pequeño, como espectador. He visto mucho circo de carpa y después en la calle, a través de festivales de teatro donde se realizan espectáculos espectaculares. Con el tiempo es una disciplina que me ha apasionado. Ambulant nace del interés por plasmar el circo en escena de la manera que a mí me gustaría verlo.

 

- ¿Hay algún montaje que te marcara especialmente como espectador?

 

- Cuando era pequeño recuerdo el ambiente del circo de Navidad en la Plaza de Toros. Y de adulto, el Circo del Sol, porque me llamó la atención la unificación a través de la dramaturgia. Lo que ves no es un un número inconexo detrás de otro, sino una puesta en escena unificada donde los personajes tienen relación entre ellos. Eso me abrió la mente.

 

- ¿Ha ganado calle el circo de calle?

 

- Ha tomado otro lenguaje absolutamente diferente del de carpa. En la calle se encuentran lenguajes o propuestas que no tienen nada que ver con lo que la gente tiene en mente cuando habla de circo. El circo de carpa, con algunas excepciones, guarda un formato más clásico, con un maestro de ceremonias y alguna coreografía grupal, pero el resto son una cantidad de números organizados con un sentido de coherencia interno, pero que el espectador advierte como aislados unos de otros. En la calle trabaja otra generación de artistas, con una mentalidad diferente, donde mayoritariamente han buscado realizar un espectáculo con una duración aproximada de una hora donde se cuenta una historia muy particular y sus personajes son multidisciplinares. Un elemento que ha evolucionado muchísimo es el payaso. En la dramaturgia de espectáculos más contemporáneos tiene un desarrollo distinto, donde no necesariamente aparece maquillado.

 

- ¿Qué opinas del uso de animales animatrónicos en sustitución de los reales?

 

- Es la manera que algunos circos han utilizado para adaptarse a los tiempos actuales, pero creo que deberían ir un poquito más allá y poner toda la atención en una buena dirección, una buena puesta en escena y, en suma, generar un espacio que se convierta en un lugar mágico nada más pasar por la puerta, donde pasen cosas únicas. Al circo no le hacen falta los animales, porque no aportan nada y están fuera de su espacio natural. En la carpa, a mí me apetece ver a artistas, así que intentar simular con seres que no tienen alma, porque no dejan de ser máquinas, todavía se aleja más de lo que debería ser este género.

 

- Tus estudios fueron inicialmente de audiovisuales. ¿Cuál ha sido tu formación para dedicarte a la producción circense?

 

- Empecé a estudiar audiovisuales con 18 años y simultáneamente ya me formaba como actor. Finalmente, a los dos años, me decanté por la interpretación y me fui a estudiar a Barcelona en el Institut del Teatre. Hice muchos cursos monográficos y actividades formativas complementarias, entre otras, cursos específicos en una escuela de circo. Mi idea era ser actor, pero llega un momento en el que montamos una estructura pequeña de compañía, las producciones empezaron a funcionar, la compañía se hizo grande y he acabado relegado a un espacio diferente del que tenía en mente, la producción, aunque continúo ejerciendo como actor siempre y tanto como puedo.

 

- ¿Eres un productor al que le gusté meter mano en la parte creativa?

 

- Sí, para Ambulant contamos con Adrian Schvarzstein, un director internacional al que le trasladé lo que tenía en mente. Como venía de lejos, no solo marqué la idea original, sino que la decisión final de la parte artística de la producción (la elección y el diseño de vestuario, la composición musical, la escenografía y la iluminación) vino también dada por mí. En realidad, lo que a mí me mueve de todo esto no es la producción, sino la creación.

 

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- La directora del Teatro Circo Price, Aránzazu Riosalido, ha destacado que el circo es el primer arte escénico que pisamos cuando somos niños, así que está comprobado que el poso emocional que te deja no lo hace ningún otro arte escénico. ¿Es algo que tengas presente?

 

- Lo pienso mucho. Es más, con Ambulant hemos recibido la maravillosa noticia de haber generado público nuevo. Cuando vas a un sitio por primera vez es muy importante que te guste lo que veas para guardar un buen recuerdo y querer repetir. Cuando celebramos sesiones escolares, me encanta ir corriendo a la puerta a escuchar qué dicen los niños al salir. He llegado a oír: "Es lo mejor que he visto en mi vida”. Eso quiere decir que en la siguiente ocasión entrarán al teatro sin miedo. Resulta imprescindible que también lo tengan claro los programadores, porque muchas veces consideran el circo como un arte menor, cuando somos buenos generadores de nuevas audiencias.

 

- ¿En tu vida prima la máxima del más difícil todavía?

 

- Claro, sin duda. En el día a día es todo una aventura. En el ámbito artístico nos jugamos las cartas a que una producción funcione o no, a que tenga una buena gira, mientras ya estamos pensando en la siguiente. Por lo tanto, cada proyecto que hacemos es un más sencillo todavía.

 

- La productora valenciana María Zamora, reconocida el año pasado con el Premio Nacional de Cinematografía, declaraba en una entrevista reciente que a sus ayudantes les ha aconsejado que se curtan en las tareas más pequeñas de este oficio: ser runner, cortar calles, planificar comidas… ¿Cuántos bocadillos has preparado tú?

 

- Buah, yo he hecho de todo y continúo haciéndolo. No quiero cambiarlo. Hay gente que piensa que con el tiempo y la especialización se abandonan ciertas cosas, pero es que a mí me encanta ensuciarme las manos. No tengo problema en hacer muchísimos bocadillos, en conducir la furgoneta muchísimos kilómetros, en recorrer muchos países y cargar, descargar, montar y desmontar, tirar cable y coser vestuario. Nuestro trabajo artesano guarda la magia, la poética y la nostalgia ligadas a las artes del teatro y el circo.

 

- La pandemia fue el impulso para montar Ambulant, un proyecto de productora de gran formato en un horizonte que la población afrontaba desde la contención. ¿Te gusta llevar la contraria?

 

- Trabajo por impulsos. Si hay algo que me gusta y necesito hacer, lo hago y no me muerdo la lengua ni le doy más vueltas. En este caso, cuando llegó la pandemia, ya tenía ese proyecto hacía mucho tiempo en marcha y me dije: "Es ahora o nunca”. La Fam Teatro era la marca de teatro de calle, y para poder abrir una línea de sala y no generar mucha confusión entre el público, generamos La Fam Produccions. Es el apéndice que nos abre la posibilidad de poder coproducir, crear con otros artistas y sacar adelante producciones de circo a medida. Lo normal hubiese sido hacer una producción pequeñita, manejable, que entrara en una furgoneta, con pocos artistas, para que fuese económica y fácil de mover, pero me encantan los retos, hacer cosas que se salgan de la norma y acabamos con un gran formato de circo en la sala, formando un equipo de 14 personas en gira, con un camión y dos furgonetas. Del mismo modo que reivindico la calle como espacio público donde han de pasar cosas, me apetece reivindicar el circo de la arena, sacar adelante un espectáculo gigante y que la gente que venga realmente se sorprenda de lo que vea.

 

- Estudiaste interpretación en Barcelona, pero no te quedaste allí. ¿Qué atracción tiene Vila-real para que no te dejaras arrastrar por las sirenas de una gran capital?

 

- Me parecía más interesante volver y aplicar todo aquello que había aprendido para hacer un poco de músculo en mi ciudad. Vila-real concentra a muchas compañías de teatro de calle. Posiblemente es la ciudad europea con más compañías por habitante. Es muy fuerte. Nada común. Y una singularidad así hay que cuidarla y defenderla. Hemos sembrado muchas semillas y una de ellas ha sido una manzana en forma de Max.

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