Teatro y danza

Teatro La Màquina une la obra Lorca y la música de Raffaella Carrá en su nueva propuesta

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VALÈNCIA. Federico García Lorca intentaba escribir una comedia musical, pero Doña Rosita la soltera le quedó “un poco amarga”, según sus propias palabras. Algo que la compañía, escuela y sala de teatro La Màquina ha querido matizar en esta Doña Rosita la soltera con algún verso de La Carrà, una adaptación que llegó cuando se cumplían 90 años desde la creación de este clásico y que se podrá volver a partir del 28 de noviembre y hasta el 14 de diciembre. 

Rafa Cruz es el responsable de la idea original y dirige un espectáculo en el que los textos del poeta granadino adquieren un sabor diferente al maridarlos con las canciones más populares de Raffaella Carrá, uniendo los caracteres de dos defensores de la libertad y dos absolutas fuerzas de la naturaleza. Son los ingredientes de un sorprendente homenaje a las mujeres que han de soportar la presión social por el paso del tiempo y la falta de adecuación a los cánones. 

El espectáculo completa la trilogía en la que Rafa Cruz y Gretel Stuyck han colaborado con el dramaturgo catalán Marc Rosich. Se conocieron hace un par de décadas en Barcelona, donde cada uno desarrollaba sus carreras escénicas. Del trabajo en común surgió una sólida amistad y una complicidad creativa que han mantenido en el tiempo, yendo a más cuando la pareja vino a Valencia para fundar La Màquina. 

Sobre su escenario representaron las dos primeras piezas de la trilogía, Vittoria y Les nits de Salustiana, espectáculos de corte contemporáneo donde exploraban la conexión entre España e Italia, que para ellos reside en el realismo, surrealismo, sentido del humor y apasionamiento vital de ambas regiones. Un tema que aparece de nuevo en Doña Rosita la soltera con algún verso de La Carrà.

“Empezamos a jugar con Doña Rosita porque Gretel tenía la edad y la capacidad de transformación que requiere este personaje al que el público acompaña durante tres décadas. Por casualidad vinieron las canciones de Raffaella y, cuanto más las escuchábamos, más nos dábamos cuenta de que eran como un antídoto para el ambiente social opresivo que recrea la obra”, comenta Cruz. 

En el libreto, junto a los versos de Lorca fueron colocando de éxitos de la diva italiana que hablan las relaciones sexuales, de la liberación femenina, del disfrute de la vida, de la homosexualidad… Aportaban nuevas lecturas y funcionaban como contrapunto de escenas donde la protagonista va evolucionando. Desde los 20 a los 50 años, va pasando del amor de juventud a la incertidumbre de la despedida, cuando su prometido emigra para mejorar su posición social antes de casarse, y acaba por aceptar con resignación la espera eterna. 

Innovar en la puesta

Doña Rosita ve cómo se le va escapando la vida mientras el pueblo murmura y en esa deriva le acompañan curiosas versiones en vivo de canciones como Lucas, Para hacer bien el amor hay que venir al sur, Rumores, Mamá dame 100 pesetas, Fiesta o 5353456. Son cantadas por Las Manolas, acompañándose de guitarra, cajón y piano. Rosich ha escrito estos personajes a partir de la fusión Las Ayoras y Las Solteronas, del texto original. Una licencia creativa a la que dan vida tres jóvenes talentos de la escena valenciana. Se trata de la cantante y actriz Candela Mora; la música y actriz Nuria Bartolomé; así como la música y cantante Ana Zomeño. Ellas representan la voz de la juventud, pero también los pensamientos más recónditos de la protagonista, el soplo de libertad que ansía. 

Otra innovación en el montaje es que Stuyck, además de encarnar a la protagonista en tres periodos vitales diferentes, se transforma en otros cuatro personajes, cambiando de edad en cada rol, incluso de género, para dar vida al matrimonio, tío y tía de Doña Rosita; al Ama que la crió al fallecer sus padres; incluso a su propio novio de juventud.

“Hemos querido respetar al completo la poesía de Lorca, los fans van a encontrarle en este montaje. Pero también se traslucen los rasgos principales de nuestro sello como compañía”, explica Cruz, en referencia a que, por una parte, está su apuesta por la autoría contemporánea, “el estilo tan personal de Rosich está presente, esa combinación de emoción y humor que nos desarma”. Por otra, se ve el carácter abierto de La Màquina, la búsqueda de temas, personajes y planteamientos no convencionales. Además, el montaje abunda en su línea de dar mucho peso escénico al elenco, “reducimos la escenografía y los efectos escénicos para que se pueda apreciar la riqueza en matices de los textos y las interpretaciones”, comentan desde la escuela de formación y sala de teatro, alojada en la calle Pare Jofré nº7 de Valencia.    

El resultado es un acercamiento fresco y novedoso al clásico, que incrementa la fuerza de su mensaje, totalmente vigente a pesar de que se creó en 1935. “Hemos trabajado mucho para favorecer la complicidad con el público, que los espectadores identifiquen a cuántas Rositas conocen, si ellos mismos se han plegado a los patrones sociales preestablecidos. Esta obra no habla solo del matrimonio, también aparecen la falta de libertad en la toma de decisiones vitales y las consecuencias del juicio social, temas completamente contemporáneos”, apuntan desde la compañía, escuela y sala valenciana, animando al público a acudir a su teatro para dejarse llevar por la belleza de las palabras del poeta granadino y por la chispa de Raffaella en un espectáculo que, como Doña Rosita, está dispuesto a romper las normas.

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