Teatro y danza

IZAR Y SOPLAR LAS VELAS

‘Two girls one cake’, una obra sobre el deseo de pedir deseos

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VALÈNCIA. “Que demani un desig, que demani un desig!”, es la petición que corean los integrantes de la banda Manel en su canción Aniversari, dedicada enteramente a ese momento en el que se celebra un año más de vida. Un momento en el que, delante de familiares y amigos, uno debe formular, en voz baja y hacia sus adentros, un deseo que le acompañará durante todo este nuevo año. Puede ser la paz mundial o algo más personal, puede ser el deseo de que todo siga como está o de que todo cambie.

Pero desig suena demasiado flojo, hay quien prefiere nombrarlo en español: deseo, que parece que se te llena más la boca. Y es que deseo es una palabra muy grande, y hay que querer decirla alta y clara, aunque se susurren sus intenciones. Este es uno de los debates que se plantean Paula López Collado y Candela Herrero en su nueva obra de teatro Two girls one cake, una pieza que habla de alguna forma del deseo de pedir deseos y que se estrena el 17 de septiembre en Coworkshop Spain (en la calle Puerto Rico 52) dentro del marco del festival Russafa Escènica.

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La idea original surge de un texto que Collado tenía preparado desde hace unos seis años sobre el sentimiento que le provocan los cumpleaños, la tensión de formular un deseo frente a una vela y la angustiosa sensación de una “terapia obligada” que se monta alrededor de una tarta. A través de esta idea, con la que se estrena la compañía La Dengue de Collado, juega junto a Herrero a darle una nueva forma al sentimiento del deseo sobre las tablas. “El cumpleaños es un momento en el que te planteas muchas cosas y en el que estás obligado a formar parte del ritual del deseo, que siempre se tiene que cumplir. A partir de esta idea inicial trabajamos sobre todo lo que rodea a esos recuerdos desde puntos totalmente diferentes”.

Mientras para Collado este momento ante las velas era más bien una tortura, para Herrero conectaba con otro relato, uno más alegre y emotivo. Como ellas, miles de niños y niñas tienen sentimientos muy encontrados frente al fuego que se posa sobre un palito de cera que parece capaz de desatar la magia con un soplido. “Nos interesa la temática del cumpleaños y ver cómo la vivimos desde diferentes lugares, nos centramos en un momento muy concreto para hablar de la disyuntiva que se genera en este mismo lugar en el que se juega mucho con lo que es real y lo que es mentira”, a lo que Herrero se pregunta, ¿se cumplirá el deseo que he pedido o tal vez no?

Con una pieza que juega con el lenguaje, escrita en valenciano y en castellano, ambas se atreven a encarnar a todo tipo de “parejas” frente a la tarta. A dos personajes que van cambiando cada rato y que de alguna forma muestran los polos opuestos que se pueden poner frente al pastel. Lo hacen para mostrar el subtexto de cualquier relación afectiva y los espacios que se generan en ellas: “Hablamos de los vínculos y las relaciones que se viven dentro de una relación. En una pareja, por ejemplo, puedes tender a maternar, a comportarse como una desconocida o a ser una amiga. Con esto hablamos de relaciones humanas, del miedo a crecer y hacerse mayor”, explican las creadoras de la pieza.

Así pues, el ritual se convierte en sí mismo en una excusa para hablar de las personas que crecen un año más. El dilema que plantea Two girls one cake puede ser tan universal como el simple deseo de volar o viajar en el tiempo. A su vez, ayuda a las creadoras a conectar con su niña interior, con la sensación que tenían en los cumpleaños y con lo que les evoca la palabra deseo, un ejercicio al que se enfrentan en pareja en una residencia artística que hicieron en Alzira. En este tuvieron que hacer una redacción en la que hablar de lo que era el deseo para ellas. Herrero pensó en pedir lo que llevaba pensando años y años, que le condena como valenciana: dejar de tener miedo a los petardos, aunque mientras hace esta entrevista en plena ola de calor confiesa que pediría que “no le sude todo el cuerpo”.

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Collado prefiere no pronunciar su deseo en voz alta, porque si lo hace no se cumple -se rompe- pero puede ir de algo tan profundo como querer pasar todos sus futuros cumpleaños con la misma gente, como algo más simple como fumarse un cigarro cuando le apetece. Todos los deseos: los banales y los profundos, tienen espacio en Two girls one cake.

“En la pieza hablamos también de los deseos accesibles, en sacarlos del pensamiento y activar un motor que te impulsa a cumplirlos. La pieza habla de entender el deseo, de no esperar a que las cosas pasen solas y de intentar conseguir las que están a nuestro alcance”. Así que para evitar el calor mejor levantar la mano para abanicarse un rato, y para desear otras cosas sin miedo mejor izar las velas y dejar que salga a flote la imaginación. Cerrar los ojos y desear, todo el rato, sin necesidad de una fiesta ni una tarta.

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