VALÈNCIA. Tras la tempestad llega la calma, o eso dicen. A veces la calma se convierte de nuevo en una tempestad, más si es para recordar los estragos de algo que cambió la forma de vivir de quienes se quedaron bajo la lluvia. Para analizar algunos de los testimonios de la Dana del 29 de octubre de 2024, Lucía Sáez y Ester Medrano de la compañía La Subterránea reúnen a diez dramaturgos para tender puentes con diez personas afectadas por la Dana. Lo hacen para generar unos textos que reflexionen sobre la tragedia a través de la dramaturgia con Voces para después de la Dana, uno de los capítulos que se encuentra dentro de los Cuadernos de Dramaturgia Viva en su 29ª edición.
Este proyecto conecta a diez personas afectadas con diez dramaturgos valencianos: Mafalda Bellido, Sònia Alejo, Begoña Tena, Isabel Martí, Arantxa Cortés, Víctor Sánchez Rodríguez, Ion Iraizoz, Xavo Giménez, Rafa Segura y Alberto Martín de Miguel, que a través del arte intentan dar forma a los relatos de quienes se vieron afectados. Precisamente en la 29ª edición se recuerda como esta arrasó con la vida de los valencianos, y los dramaturgos son los encargados de dar voz a esta catástrofe. Algo que para Roberto García, director artístico de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos Guillermo Heras, es crucial para transformar el dolor a través del arte.

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- Imágenes cedidas por La Subterránea
“Cuando el presente irrumpe con tanta fuerza, la escena no puede mirar hacia otro lado. Los dramaturgos y las dramaturgas terminamos escribiendo sensibilizados por lo que vivimos: conflictos recientes, heridas abiertas, catástrofes como puede ser la Dana. Por eso hablamos de obras En carne viva: piezas que laten y supuran, que transforman el dolor en teatro a través de la metáfora, la ficción, la poesía escénica, el drama o la comedia”, destaca García. A su lado, Sáez, destaca que este ejercicio les sirve para dar forma a los testimonios que intentan abarcar todas las zonas afectadas -más allá de la zona cero- y que intentan aportar una nueva mirada a través de la dramaturgia.
“Conectamos a los dramaturgos con las personas afectadas, facilitamos el diálogo entre ambos y hacemos un registro fotográfico de las sesiones para que quede constancia de este intercambio. Intentamos que se sientan cómodas ambas partes para compartir esa parte de su historia”. Respetando siempre a las personas afectadas, Sáez destaca que este proyecto nace de la necesidad de dar voz a quienes necesitan sanar a través del arte. Una de las encargadas de este ejercicio es la dramaturga Begoña Tena que contacta con Carlos y Sebas para contar su historia: “Quería hablar de su caso y comprender cómo habían llevado todo el proceso. Tuve un proceso largo de estar en su casa, conocerlos de cerca y pasar un verano con ellos para relatar su memoria sobre ese 29 de octubre”.

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- Imágenes cedidas por La Subterránea
Una experiencia que queda reflejada con el tono y voz de Tena y que resuena con otras nueve voces de creadores en un proyecto que busca precisamente la pluralidad. Algo que para Tena ayuda a “dar forma a diferentes historias y comprender todas las maneras que existen de contar un relato”, y que puede ayudar a los afectados a sanar sus heridas. En el caso de Carlos y Sebas se vieron aislados durante mucho tiempo y rodeados por una montaña que “se les vino encima”. Tena en su texto explica cómo se produjo algo “casi milagroso” que hizo que la catástrofe les rodeara.
“Ellos me contaron que a su alrededor estaban todos los árboles arrancados de raíz. La sensibilidad con la que me lo transmitieron me resultó casi mágica, en mi texto está presente la idea de una línea invisible que parece que les protegiera. Ellos son conscientes de que tuvieron a la muerte muy muy cerca”. Por otro lado, también dentro de Voces por la Dana, la dramaturga pone el foco en el “patrimonio natural” que no se va a poder recuperar tras la tragedia: “Nunca volveremos a ver los muros centenarios que rodeaban esa muralla”, destaca.

- Foto: KIKE TABERNER
Respecto a la labor de Sáez y Medrano en estos Cuadernos de Dramaturgia Viva Tena contempla que parte de su relato es también contemplar el poder titánico de la naturaleza, que les acerca con “relatos muy sensibles hacia el entorno”, aunque siempre deseando no haber tenido que escribir sobre un día tan duro y doloroso para la historia de València. “Nuestra labor junto a los afectados es escuchar, escuchar y estar atentos para poder encontrar el tono correcto y respetuoso para contar sus historias. En mi relato me he abierto a una forma de escritura diferente que no sabría bien como clasificar, tal vez se acerca más a la poesía que al teatro convencional”, explica la creadora.
Por su parte, Sáez, señala que tras el proceso de creación de los dramaturgos se enviaron los textos a los protagonistas del relato, para saber que estaban “cómodos y tranquilos con el resultado”, y para ver como habían hablado los creadores de sus heridas, que se han podido contar cuando la tempestad había dejado espacio para la reflexión: “Antes de los textos vino la ayuda a quienes nos rodeaban, fue como un instinto, y después he llegado la creación.
“Siempre tuvimos claro que primero había que barrer y que luego llegarían los artistas. Esta mediación nace para reflejar lo que se vivió durante la Dana y de asignar los testimonios con quienes podían contarlos”. Un reflejo que ayuda a los lectores a comprender la magnitud de lo sucedido, que sirve para que los afectados puedan sanar y que ayuda a los dramaturgos valencianos a dar una nueva forma a una historia que, por triste y dolorosa que sea, forma parte del ADN valenciano, y que hay que reivindicar con las voces que resuenan “para después de la Dana”.