VALÈNCIA. Dos generaciones con una herida abierta entre ellos: la guerra abierta por la brecha material entre personas de la tercera edad y jóvenes. Lo que el mundo se supone que tenía que ser y de repente ya no es. El futuro cancelado. Todo esto es tan solo una percepción, o solo una parte del problema. Porque en el aquella posguerra, el futuro de aquellas personas que también soñaban con una vida mejor también se vino abajo. Ahora, casi 100 años después, curan las heridas generacionales a través del teatro.
Espacio Inestable acoge El tiempo arrebatado del 17 al 19 de febrero, un montaje teatral que nace de Hongaresa de Teatre gracias a un taller co-organizado por el Casal Jove del Puerto de Sagunto y Centre Teatral Escalante con el objetivo de generar obras hechas para público adolescente —el gran olvidado—. Paco Zarzoso escribió para una iniciativa nacional El viejo para el mismo segmento de edad y le picó la curiosidad de seguir investigando, pero dando un paso más: ¿y si ahora eran los jóvenes los que escribían la obra?
De ahí nace esta propuesta, que ha llevado un proceso de investigación y escritura de varios meses. A lo largo de este, Mel·lina Algarra, Daniel Cazacu, Rubén Ferri, Irene Gallardo, Cristina López, Lula Heredia, Lorena Pérez y Yasmina Sanz (que están acabando o cursando estudios de Arte Dramático entre la ESAD, la Escuela del Actor y la Escuela Off) han generado una conversación con personas mayores, con la generación de sus abuelos, para conocer cuáles fueron sus miedos, retos y esperanzas y qué puntos en común podían encontrar.
Todo el proceso se basa en las tres heridas de Miguel Hernández (vida, amor, muerte), y en cómo siguen atravesando, de manera diferente pero a la vez parecida, a cualquier generación. “Los jóvenes se dieron cuenta que, sin maniqueísmos, ni cualquier tiempo pasado fue mejor, ni debemos obviar que antes se era, por ejemplo, más solidarios, o la comunicación era más personal”, explica Zarzoso a este diario.
“La mayor sorpresa es la empatía instantánea de los jóvenes a la gente mayor al darse cuenta, desde una mirada predispuesta al cariño, que muchas de esas heridas, eran iguales cuando sus mayores eran también adolescentes. Que amaban y sufrían igual”, añade el dramaturgo. Así, esas tres heridas de Miguel Hernández ni si crean ni se destruyen, tan solo se transformarían: en el amor, ahora se admiten otros tipos de relaciones, pero a la vez los vínculos se han vuelto casi gaseosos; en la muerte, renunciamos a la ritualización impuesta por la cultura católica, pero también se pierde el duelo; y la vida se aborda desde una perspectiva más hedonista, pero eso no ha hecho más que aumentar la ansiedad.
Por su parte, Mel·lina Algarra y Lula Heredia comentan que se dieron cuenta “de la cantidad de clichés falsos que se nos viene a la mente cuando pensamos en la generación de nuestros abuelos” y subrayan que la experiencia del taller con Zarzoso les ha servido para “pensar desde el no-juicio y desde las visceras de cada una”. Para muchas de ellas, esta es la primera experiencia de escritura teatral, y para todas, la primera vez que escriben los personajes que luego interpretarán: “Paco nos ha enseñado a encontrar nuestra personalidad y, sobre todo, nos ha dejado que dejemos huella en los personajes que hemos credao”, cuentas admiradas.
La obra ya se pudo ver en el Grau Vell del Puerto de Sagunto, un barrio periférico, casi aislado, que precisamente es memoria viva del pasado marinero y obrero de la ciudad. Más tarde se pudo ver en la Nau de Ribes, y este fin de semana será el turno de Espacio Inestable. El resultado del taller son varias escenas escritas por los diferentes jóvenes donde traducen las tres heridas de las dos generaciones para poder curarlas. Además, explica Zarzoso, “cada escena tiene, a su vez, una textura: hay alguna lorquiana, otra postrealista, otra de teatro corporal, hay música, también audiovisuales…”.
A pesar de todo lo curado, el futuro cancelado no se ha resuelto para la generación de los estudiantes de Arte Dramático: “la esperanza tiene que ser último que se pierda, sino que se baje el telón y vámonos”, dicen Algarra y Heredia. “Este taller ha sido un viaje y vivirlo ha sido una especie de sueño. Y nos quedamos con muchas enseñanzas de Paco [Zarzoso], como que el teatro es prosa y poesía”.