Ante una catástrofe como la que sigue en curso no se justifica una gestión con un "pedid y se os dará" ni basta con colocarse un chaleco rojo y dejar que el silencio de los días sirva de manto que cubra cualquier forma de ineficacia del Gobierno valenciano y lo libere de las responsabilidades asociadas a gestión. Pero, sobre todo, ni lo uno ni lo otro dejan a los ciudadanos a salvo de volver a padecer el mismo o mayor desastre en fechas más o menos próximas. Esto es lo que no debemos olvidar una vez más.
Las informaciones asociadas al día a día de esta catástrofe nos ponen ante datos muy significativos. No les cansaré. Creo haber leído en este diario que el 32% del PIB de la Comunidad Valenciana ha quedado reducido a barro y escombro; que la recuperación de los distintos polígonos costará al estado la cantidad de 6.400 millones de euros. No pongo valor al suma y sigue de muertes, a las horas de incertidumbre de sus familiares, a los días de dolor soportados. Este saldo solo alcanzará la debida compensación cuando se reconozca una errónea gestión y la desaparición en silencio de todos y cada uno de los responsables que tuvieron competencia en uno u otro aspecto y momento de la misma; ni el horizonte europeo puede dejar a salvo de esta responsabilidad a la Sra. Vicepresidenta. El daño ha sido tan inmenso que cualquier error o cualquier ineficacia solo pueden tener este efecto para dejar a salvo la dignidad personal.
Ahora bien, desplazadas las responsabilidades a quienes las tienen, es inevitable que todos los ciudadanos nos hagamos una pregunta: ¿Alguien puede garantizar que nunca más se producirá otro desastre como el que están padeciendo nuestras gentes? Creo que nadie se hará responsable de dar esta garantía. Por eso, una vez más, vuelvo a repetir que temo sobre todo a nuestros propios errores que serán inducidos por los responsables políticos de turno, pues siempre habrá alguien que quiera dejar inmaculadas las páginas de su agenda pretendidamente ecologista y que pretenderá convencernos para que renunciemos a convertirnos en "dueños y señores de la naturaleza". Esa renuncia pondrá de nuevo en riesgo nuestras vidas, nuestros bienes y nuestro necesario sosiego. No lo duden: volverá a pasar y nuestros barrancos volverán a verse saturados y a requerir más vidas, más dolor, más trabajo.
Es necesario poner manos a la obra, hacer posible que la razón y la técnica conformen una alternativa a un desastre que no sabemos cuándo se producirá, pero que se ha de padecer. Todos hemos conocido por los medios las declaraciones de profesores de hidráulica de nuestra Politécnica que nos daban cuenta de proyectos que han sido enterrados por los políticos de turno. Nadie los ha reclamado. Todos han vivido creyendo que salvaban el entorno y sólo han logrado destrozar el 32% del PIB valenciano. El lobo ya ha engordado bastante a base de desgarrar ganado; el ciudadano ya ha sufrido bastante para que sea prioritario y una exigencia a cualquier partido político el que ofrezca una solución para nuestra Comunidad. Seamos lúcidos y urjamos soluciones del problema. Se limpiarán las calles, se restablecerá la alta velocidad y se reconstruirán los puentes, pero dudo que seamos tan responsables como para urgir la solución de las avenidas. Es claro: el partido que no urja la solución, consentirá el nuevo desastre.