VALÈNCIA. La aceleradora de empresas Orizont, dependiente la Sociedad de Desarrollo de Navarra, Sodena, enumeraba recientemente las 10 principales tecnologías que marcarán el futuro del sector agroalimentario. El decálogo contiene los siguientes puntos: Transformación digital, calidad y seguridad alimentaria 4.0, big data, drones, alimentos del futuro, tecnología móvil, tecnología laser, sostenibilidad, cadenas de distribución cada vez más personalizadas e industria 4.0.
Algunas de las citadas son tecnologías propiamente dichas, pero otras son tendencias que atañen a toda la cadena del sector agroalimentario a y que están relacionadas tanto con las soluciones tecnológicas como con el surgimiento de nuevas formas de consumo. Existen también retos compartidos a escala global que imponen nuevas directrices en defensa de la sostenibilidad y el medio ambiente.
En lo que respecta al consumo, la tendencia más clara es la hiperpersonalización. Así se puso de relieve en un encuentro celebrado el 5 abril en las instalaciones de Wayra, la aceleradora corporativa de Telefónica Open Future, en Madrid. Organizado por Pascual Startup en colaboración con IBM Digital donde se habló, entre otras cosas, del cambio de paradigma y los nuevos modelos de relación. “Las empresas se tienen que adaptar al consumidor. Ahora el consumidor reivindica su puesto y dice dame lo que yo quiero y cuando yo puedo, no cuando te venga bien a ti”, decía Eva Corcia, cofundadora de Delsúper. La respuesta que ofrece su startup consiste en una red de compradores experimentados que se encargan de hacer la compra en los principales supermercados, comprobar in situ el estado de los alimentos -también frescos- y trasladarlos al punto y la hora que pide el cliente.
Siguiendo con la hiperespecialización y con vistas a un futuro no muy lejano, algunos de los participantes en el encuentro hablaron de un día en el que no hará falta hacer la compra porque el sensor del internet de las cosas (IoT) instalado en el frigorífico irá detallando las necesidades de la despensa y trasladará la demanda al supermercado. Más distante aún, se habló de otro hipotético día en el que ya no hará falta comer.
David Mois, fundador de la empresa de realidad virtual Bsense, se resistió un poco a aceptar que los placeres de la mesa pudieran reducirse a la ingesta de una pastilla, pero sí reconoció el progresivo salto del marketing al consumering, cada vez más personalizado. “Si me puedo imaginar un mundo donde la leche que reciba en casa esté diseñada especialmente para mi componente genético. Se pueden crear alimentos nuevos hechos a medida”, dijo. Ciertamente, la genómica nutricional ya no es una hipótesis, es una realidad donde empresas como Nutrición G3, dependiente de Making Genetics, han visto su oportunidad de negocio.
A este tipo de alimentación inteligente se suman tecnologías también complejas, como la impresión 3D para los alimentos. Tampoco esto es ya una conjetura, sino una línea de investigación abierta por la NASA en 2012 para mejorar la alimentación de sus astronautas en el espacio. A día de hoy, compañías como la americana BeeHex producen pizzas no sólo para su traslado en las naves aeroespaciales, sino también para la distribución masiva.
Es otra de las tendencias que se deducen del decálogo de Orizont cuando habla de tecnología móvil, transformación digital y calidad y seguridad alimentaria. Así, uno de los proyectos que acaba de incorporarse a la aceleradora de Sodena es Agropestalert, una iniciativa que ofrece soluciones para el campo enmarcadas dentro del Internet de Las Cosas (IoT) para detectar plagas agrícolas. Mediante una red interconectada de dispositivos inteligentes, identifica posibles plagas relacionando algunas características de los insectos, como su frecuencia de aleteo o velocidad de vuelo, con variables como la humedad relativa, luminosidad, hora, velocidad del viento y temperatura ambiental. La información se envía en tiempo real para poder determinar y controlar posibles plagas y evitar daños sobre los cultivos.
Asociado a los nuevos modelos de consumo y a la mejora de la calidad y seguridad, otro concepto que cobra cada vez mayor protagonismo es la trazabilidad en toda la cadena de suministro de productos alimentarios, desde que se producen hasta que llegan a la bolsa de la compra. Con estas miras desarrolla Mercatrace una solución con la que quieren poner en valor a los dos eslabones más débiles de la cadena: los productores y los consumidores. Valiéndose de la tecnología blockchain (cadena de bloques) la plataforma, 100% en la nube, recoge todas las trazas de los productos, cada vez que cambian de mano. Escaneando la etiqueta, el consumidor puede consultar desde su móvil el historial de un artículo concreto antes de tomar la decisión de compra. Por su parte, los productores tienen oportunidad de publicitar el valor añadido que les distingue de la competencia. Javier Asensio, CEO de Mercatrace, augura un futuro inmediato para la industria agroalimentaria “donde la interacción entre el productor y el consumidor final será cada vez más estrecha”.
Pero la trazabilidad tiene otros usos. Uno de ellos es que, en caso de alerta o crisis alimentaria, permite a las autoridades sanitarias identificar con prontitud los focos que la ocasionan y atajar la expansión de la misma.
También dentro de la sostenibilidad y la economía circular, la trazabilidad es de gran valía. El seguimiento posibilita saber cuáles son los productos aptos para devolver a la cadena del consumo humano o si es preferible destinarlos a otros usos, como alimentación animal, fabricación, producción de combustible, etc. en beneficio de un consumo responsable.
Impulsar modelos de economía circular es uno de los grandes retos acordados por los responsables de la industria agroalimentaria en la última edición de Envifood Meeting Point. Se habló también de la búsqueda de soluciones que palíen el cambio climático y del compromiso con la eficiencia energética. Muchas empresas tomaron nota, como en el caso de Useful Wastes, con una propuesta para la transformación de residuos de desalinizadoras y crear agua a menor coste y convertir los residuos generados en otros productos.