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ENTRE SANGRE Y ARMADILLOS

'Territorio': una reflexión entre viñetas sobre la venganza a años luz

29/07/2024 - 

VALÈNCIA. En un escenario postapocalíptico, un armadillo podría ser el candidato perfecto para convertirse en un buen soldado. Su tez inexpresiva y su caparazón formado por placas le podrían dar esa estética de soldado romano impasible, duro por fuera y enigmático por dentro. Sus extremidades cortas no le permitirían huir muy lejos, eso sí, pero ganaría puntos en apariencia. Estos peculiares animales son, en parte, protagonistas de Territorio, un cómic escrito por el guionista David Muñoz y dibujado por Miguel Robledo que, tras siete años de trabajo, ve la luz de la mano de la editorial Astiberri. En esta obra de ciencia ficción la humanidad gana la guerra contra una “civilización extraterrestre”, pero durante el conflicto otros protagonistas viven su propia lucha interna.

El soldado Castro se acaba incorporando a la brigada de Noguera, quien reconoce inmediatamente a Castro como aquel niño que le hizo bullying en el instituto, hace más de veinte años. En un escenario que parece a años luz, Noguera tiene que decidir si, en este nuevo sistema en el que viven, hay espacio para la venganza en medio de un conflicto armado. Muñoz ya publicó Miedo, un cómic en el que reflexionaba sobre la situación de acoso que vivió en la escuela cuando era niño. Ahora, sin embargo, genera un nuevo escenario más fantasioso en el que la venganza toma un tono adulto y en el plantea si merece la pena derramar sangre por un conflicto del pasado. 

“A partir de la idea del bullying, y enlazando con la ciencia ficción, surge la idea de ambientar el relato en un futuro en el que la sociedad está en guerra con los extraterrestres, aunque los malos en este caso son los humanos”, explica el autor, “el relato al final se centra en la relación entre el acosado y su abusador, como su vida cambia a lo largo del tiempo y que les hace conectarse”. De esta manera enlaza de forma visual y argumental un relato en el que todo se apoya en el tema principal del acoso, poniendo a la venganza como protagonista, en una historia que salta a lo largo de veinte años y que se compara constantemente con una guerra abierta. Una vez termina el conflicto, tal y como lo explica Muñoz, se ve como por desgracia el abuso se sigue dando entre los grupos implicados, algo que "ya no tiene ningún tipo de sentido" y que representa otras de las capas de la eternidad del bullying.

Junto a Robledo compone territorios “tanto físicos como mentales” en los que las páginas se convierten en un póster enorme y en el que los bocadillos traducen el idioma alienígena entre tipografías de lo más extrañas. “Le damos la vuelta a la cuestión narrativa, de diseño y de lenguaje. Queremos construir un mundo propio que funcione para el lector, para que pueda incluirse en el relato sin ningún esfuerzo”, apunta el dibujante. Uno de los retos, de los más curiosos, es dibujar infinitos bocetos para dar vida y forma a las armaduras de los armadillos, construir las armaduras de guerra de los humanos y la arquitectura de este universo postapocalíptico. 

Incluyendo a los armadillos dentro del relato, Muñoz los emplea como “excusa” para personificar el bullying, para darle forma dentro de la historia: “Cuando has sufrido bullying te vuelves duro por fuera y blandito por dentro, me parece una buena metáfora. En el libro Miguel los dibuja huyendo, robando y peleando, por lo que se ve que son personaje ágiles y fuertes a los que te puedes imaginar en combate”, explica el guionista del relato. Entre sangre, sudor y lágrimas, Muñoz y Robledo conversan a lo largo de más de siete años para terminar componiendo un relato que, tristemente, tiene mucho que ver con la actualidad.

A pesar del tiempo que pasa entre el primer guion y la publicación, Muñoz termina contando algo de lo más actual, demostrando que los conflictos nunca han cambiado: “Al final contamos una historia que se podría haber escrito hace dos días. Es la historia de la humanidad, hablamos de invasiones, de colonización y de guerra... Leyendo nuestro trabajo, siento muy poca fe en la humanidad”, añade el autor, quien da forma a un relato entre mundos que no parece tener solución ni cuando se imagina dentro del mundo de la ciencia ficción. 

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