Quiero hacer un homenaje a nuestros padres, la gente de la postguerra. Gente fuerte, luchadora y vital. Los vimos en sus últimos años enfrentarse a una pandemia, y no fue la única en su vida. Y no hubo queja. Ahora se habla mucho de resiliencia, ellos la practicaban.
La historia de España en el siglo XX está marcada por eventos que transformaron profundamente su sociedad y economía. Entre estos, la Guerra Civil (1936-1939) y sus secuelas dejaron una impronta indeleble en las generaciones nacidas inmediatamente después del conflicto. Estas generaciones, conocidas como la generación de la posguerra, enfrentaron el arduo desafío de reconstruir un país devastado y sumido en la pobreza. Su esfuerzo incansable y espíritu de sacrificio forjaron las bases del bienestar del que disfrutaron las siguientes generaciones.
La generación de la posguerra creció en un entorno de escasez y dificultades. Muchos de ellos se vieron obligados a dejar la escuela a una edad temprana para contribuir al sustento familiar, trabajando en sectores como la agricultura, la industria y la construcción. A pesar de las penurias, desarrollaron una ética de trabajo sólida y un fuerte sentido de comunidad. Estas características fueron fundamentales para la recuperación económica de España durante las décadas de los 50 y 60, cuando el país comenzó a experimentar un notable crecimiento económico conocido como el 'milagro español'.
Sin embargo, ¿cómo ven las generaciones más jóvenes, particularmente la Generación Z, este legado de esfuerzo y sacrificio? ¿Pueden realmente comprender las dificultades de sus abuelos y bisabuelos en una España tan diferente a la que conocen hoy? Y lo que es más importante, ¿cómo se están adaptando estas generaciones más jóvenes a los desafíos únicos que enfrentan en el mundo contemporáneo?
Entre la generación de la posguerra y la Generación Z se encuentra la Generación Baby Boom, nacida entre 1946 y 1964. Esta generación creció en un período de relativa estabilidad y prosperidad económica, beneficiándose de las mejoras en la educación y la sanidad pública que impulsaron sus predecesores. Los baby boomers son conocidos por su fuerte ética laboral y su compromiso con la construcción de una vida mejor para sus hijos. ¿Cómo se percibe hoy este compromiso, especialmente en un contexto donde los jóvenes luchan por encontrar empleos estables y bien remunerados?
"¿Están preparados los jóvenes de hoy para enfrentar los desafíos con la misma tenacidad que sus antecesores?"
Un factor clave para el ascenso social durante la etapa del baby boom fue el acceso a la educación universitaria. Durante esta época, las universidades españolas se expandieron considerablemente, ofreciendo a muchos jóvenes la oportunidad de acceder a una educación superior que sus padres no habían tenido. Este acceso facilitó la movilidad social y permitió que muchos individuos mejoraran significativamente su nivel de vida. Sin embargo, en el contexto actual, la universidad ha perdido parte de su papel como motor de ascenso social. La saturación del mercado laboral con titulados universitarios, junto con la precarización del empleo, ha llevado a una situación en la que poseer un título ya no garantiza el mismo nivel de estabilidad y prosperidad que antaño. ¿Qué ha cambiado en el papel de la universidad y cómo podemos revalorar su importancia en la movilidad social?
La Generación Z, nacida entre mediados de los 90 y principios de los 2010, ha crecido en un contexto muy diferente. Esta generación se ha beneficiado de los avances tecnológicos, el acceso a la educación y un nivel de bienestar que sus abuelos y bisabuelos apenas podrían haber imaginado. Sin embargo, también enfrentan una serie de retos únicos, como la precariedad laboral, la crisis climática y la incertidumbre económica derivada de la globalización y las crisis financieras recientes. ¿Están preparados los jóvenes de hoy para enfrentar estos desafíos con la misma tenacidad que sus antecesores?
Uno de los puntos de fricción entre estas generaciones radica en las percepciones y expectativas respecto al trabajo y la vida en general. Mientras que la generación de la posguerra valora la estabilidad laboral y la seguridad, la Generación Z tiende a buscar mayor flexibilidad y realización personal en sus trabajos. Además, la Generación Z es más consciente de los problemas medioambientales y sociales, lo que influye en sus decisiones de consumo y estilo de vida. ¿Podemos reconciliar estas diferencias para construir un futuro más inclusivo y sostenible?
El filósofo español José Ortega y Gasset decía: "El esfuerzo de ser individuo, de ser auténtico, sólo puede hacerse desde la tradición y, al mismo tiempo, desbordándola". Esta cita nos recuerda que, aunque cada generación debe enfrentarse a sus propios desafíos, no puede desvincularse completamente de las experiencias y enseñanzas del pasado. Esta integración y superación del legado previo es esencial para el progreso. ¿Cómo podemos fomentar un diálogo intergeneracional que permita esta integración y superación?
"La clave radica en dar con un terreno común y fomentar el diálogo intergeneracional"
A pesar de estas diferencias, es fundamental reconocer que cada generación enfrenta sus propios desafíos y que las dificultades que experimentaron las generaciones pasadas no disminuyen los problemas actuales de los jóvenes. La precariedad laboral, por ejemplo, es un problema real que afecta a muchos jóvenes españoles, que a menudo se ven obligados a aceptar contratos temporales y salarios bajos, dificultando su capacidad para planificar el futuro. ¿Qué políticas y estrategias se pueden implementar para mejorar las condiciones laborales de los jóvenes?
La clave para avanzar radica en encontrar un terreno común y fomentar el diálogo intergeneracional. La sabiduría y experiencia de las generaciones mayores pueden combinarse con la creatividad y la innovación de los jóvenes para abordar los problemas contemporáneos de manera efectiva. De esta forma, se pueden diseñar políticas y estrategias que promuevan un desarrollo sostenible y equitativo para todos. ¿Estamos dispuestos a escuchar y aprender unos de otros para lograr este objetivo?
En conclusión, el debate intergeneracional en España refleja una dinámica compleja entre el legado del pasado y las aspiraciones del presente. La historia demuestra que tiempos difíciles hacen gente fuerte, gente fuerte hace tiempos fáciles. Tiempos fáciles hace gente débil, gente débil hace tiempos difíciles. ¿Cómo podemos asegurarnos de que aprendemos de la resiliencia y el sacrificio de las generaciones pasadas para enfrentar los desafíos actuales y futuros, asegurando así un progreso continuo y sostenible para todos?
Isabel Martínez Conesa es catedrática de la Universidad de Murcia y directora de la Cátedra de Mujer Empresaria y Directiva.