Los meses de confinamiento han acelerado una revolución digital que ya estaba en marcha. Los avances en telemedicina, educación a distancia y las videoconferencias de trabajo han llegado para quedarse. En el campo de la música en directo también se ha redoblado el interés por las retransmisiones digitales. Pero hay quien pone en tela de juicio su rentabilidad, e incluso su valor como experiencia cultural
VALÈNCIA. Puesta en escena de andar por casa, sonido ambiental, fallos de retransmisión… Al principio, los directos del confinamiento tenían el encanto de la improvisación; un cierto aroma a resiliencia frente al encierro. A las iniciativas particulares de músicos se sumaron después las marcas, que contrataban a su vez a los artistas para llevar esos conciertos caseros a sus plataformas. Reconozcamos, sin embargo, que el encanto inicial se tornó pronto en empacho, y que lo único que nos decimos es "qué ganas tengo de ver un concierto de verdad". Uno de esos que no solo permiten, sino que reclaman la bendita promiscuidad de los cuerpos. Cuándo volveremos a disfrutar del apelotonamiento en primera fila y los empujones involuntarios; cuándo volveremos a acodarnos en la barra de un bar sin aprensión; cuándo volverán los chillidos y las conversaciones cabeza con cabeza; cuándo podremos prescindir del extenuante e inútil cálculo mental de gotas, microgotas y parábolas virulentas. ¿Cuándo podremos bailar?
Las bandas han vuelto a juntarse en los locales, y algunas salas empiezan a anunciar los primeros conciertos del post-confinamiento. Pero nadie sabe aún cuándo regresaremos a ese pasado reciente en el que no se hablaba de cuadraditos en el suelo ni de aforos al 30 por ciento. Lo que sí parece estar sobre el tapete es el debate sobre el papel que pueden jugar los conciertos en streaming, más allá del contexto del confinamiento. ¿Es una de las claves del futuro, o un mero parche?
Javier Campos, socio fundador de la empresa de ticketing Notikumi, es de los que opina que la experiencia de un concierto en vivo siempre será “insustituible”, pero que las retransmisiones online son una herramienta muy útil para complementar los ingresos de promotores, salas, artistas y festivales, no solo ante esta situación, sino previendo también posibles escenarios venideros, con medidas de confinamiento total o parcial que pueden volver a producirse. “Su función no es sustituir la experiencia real e intensa de un concierto, sino ser un acompañante estratégico, ya que es muy difícil garantizar la viabilidad económica de los conciertos cuando hay limitaciones drásticas de aforos”, nos cuenta.
Notikumi lanzó la semana pasada un nuevo servicio que permite la retransmisión de directos por streaming dentro de una plataforma digital que permite al organizador del concierto (que puede ser la propia banda, un promotor o una sala) gestionar directamente la venta de entradas y los ingresos publicitarios, prescindiendo de los intermediarios habituales como Instagram o Youtube, e integrando la retransmisión en tu propia página web. Es decir, los anuncios que aparecen en la pantalla durante tu concierto no proceden del Adserver de la plataforma que te acoge, sino que los gestionas tú mismo. “Por supuesto, existe la posibilidad de que alguien venda tickets en nuestra plataforma para conciertos que después retransmiten por Youtube. Pero si lo haces así, no puedes controlar el acceso por el IP de cada usuario. Todo el mundo con el enlace de Youtube, aunque sea privado, podrá ver tú contenido sin pagar”, señala Campos.
Otra de las ventajas con las que Notikumi Live promociona su servicio es su compromiso de no utilizar las bases de datos de los usuarios “ni para venderlos a terceros ni para comunicar”. A cambio de poner a disposición de sus clientes el ancho de banda, la plataforma y las herramientas de ticketing, Notikumi cobra una comisión de 50 céntimos por entrada vendida. También existe la posibilidad de que el grupo, por ejemplo, llegue a un acuerdo de patrocinio con una marca, y ofrezca el concierto gratuitamente, pero los 0,50 céntimos por usuario que accede deberían abonarse igualmente.
“Hemos desarrollado esta herramienta a petición de muchos de nuestros clientes, especialmente salas de conciertos que están atoradas por las cancelaciones. Creemos que es el momento de virar hacia un modelo de negocio alternativo. Las salas cada vez más serán no solo escenarios, sino también “platós televisivos”. Son los espacios mejor preparados técnicamente para ofrecer un contenido de calidad.
¿Cuánta gente está dispuesta a pagar por ver un directo desde el salón de su casa? ¿Cuánto está dispuesta a pagar? Nos movemos en un terreno poco explorado todavía. En España, la primera experiencia “seria” con los conciertos en streaming tuvo lugar el pasado 30 de mayo, el grupo madrileño Los Punsetes como protagonistas. Tocaron desde la sala Moby Dick y a través de la nueva plataforma de conciertos digitales de pago DigitalFep. Existían dos modalidades de entradas; la general, de 8 euros, y la VIP, de 15 euros, que permitía el acceso a un espacio donde se podía hablar con la banda tras el concierto. Se pusieron a la venta únicamente 30 entradas físicas (lo que permitía la legislación del Estado de Alarma en ese momento). Luis Fernández, bajista del grupo, nos cuenta sus impresiones: “Me pareció una experiencia bastante fría -confiesa-. Creo que este tipo de soluciones son como tapar un agujero de cañón con una tirita, porque no es un negocio sostenible a largo plazo. Independientemente de que hagas una realización profesional, con varias cámaras, etcétera, creo que con que lo hagas una vez, ya tienes la experiencia, y ya está. ¿Cuántas veces has visto Star Wars en tu casa? ¿Dos, tres, cuatro? No más… Los conciertos en streaming tienen aplicaciones concretas y puntuales a las que les veo más sentido. Por ejemplo, si viene Nick Cave al Palacio de Deportes de Madrid, con entradas caras que se agotan, igual sí es interesante vender entradas a 10 euros para verlo en streaming”.
Fernández, fundador a su vez del sello discográfico Sonido Muchacho, hace otra reflexión interesante: “La gente se está aventurando muy a lo loco en este terreno, que es muy desconocido, sin tener en cuenta muchos factores relacionados con los derechos de imagen, derechos editoriales y muchas cosas implícitas con las que se está haciendo la vista gorda, pero que pueden cambiar en cualquier momento. Hay muchos intermediarios, desde la empresa editorial hasta la agencia de management, el sello discográfico, etcétera…, y todo eso al final se traduce en menos ingresos para las bandas, que al final son las que menos pillan. De toda esta crisis, yo extraigo dos conclusiones: qué bien vivíamos antes y qué poco lo valorábamos. Ante el problema de la caída de ingresos por las cancelaciones de conciertos, la única solución es que llegue una vacuna. Lo demás son parches”.
En València, este fin de semana se iba a llevar a cabo una experiencia similar en la sala 16 Toneladas, con un cartel formado por Cuello, Las Víctimas Civiles y el locutor Juan de Pablos como dj. En esta ocasión se iba a realizar a través de la plataforma Watchity, aunque los organizadores decidieron el pasado miércoles cancelar la retransmisión por "motivos técnicos". Permanecen sin embargo el formato físico: 4 sesiones repartidas en dos días (viernes 19 y sábado 20, a las 20 y a las 23 horas), con un aforo de 65 personas sentadas en cada una de ellas. El precio para los asistentes es de 10 euros.
Otro músico escéptico es Pau Roca, guitarrista de La Habitación Roja. “Sinceramente, a mí no me gusta nada eso de reinventarse. Al final siempre es para empeorar un poco más. Antes fue la de perder el formato físico y acabar regalando tu catálogo a cuatro plataformas. Parece todo muy libre, pero al final perteneces a alguien. Además, para mí la experiencia de quedar con amigos para tomarte una caña e ir juntos a un concierto no es sustituible. No se puede deslocalizar la experiencia. Hay veinte mil conciertos míticos que puedes ver gratis en Youtube. Así que antes que pagar por ver un concierto por streaming de The National, me pongo el de los Kinks en el 65. Hoy solo pagaría por ver a Iron Miden si puedo ir en persona. Si no, me pongo en casa su concierto de Los Angeles del 85, obviamente”. “Por otra parte, como músico tampoco me convence. Por lo que me comentan por ahí, los números no salen. Me temo que a los grupos no nos queda más que esperar a que todo esto pase, y volver a los conciertos de siempre, que se han convertido prácticamente en nuestra única vía de ingresos”.
Esta misma semana, la agencia de innovación madrileña Hecho Company, fundada por Oyer Corazón y el dianense Nando Abril daban a conocer Música Confín, proyecto orientado a promover conciertos de bandas emergentes locales en espacios singulares en toda la geografía nacional. La actuación central se realizará ante un público de no más de 30 personas, y con distancia de seguridad. La novedad principal con respecto a otras propuestas es que estas actuaciones se replicarán con “Streaming Parties” en otras ciudades (es decir, en un local, y con aforo limitado, pero para verlo a través de la pantalla y con precio algo menor). La tercera opción es verlo desde casa, pagando una cantidad todavía menor.
La prueba de fuego de este proyecto será el próximo 27 de junio en el espacio Els Magazinos (Denia), con Nebulossa, nueva banda compuesta por Mark Dasousa, Ophelia Alibrando y Maria Bass. Las Streaming Parties para esta ocasión serán, por un lado, en el espacio de coworking Talent Garden Madrid, y en el espacio Gallo Rojo de Sevilla.
Grupo local; realización profesional a varias cámaras, equipo técnico de sonido; réplicas en otras ciudades, y precios entre los 5 y los 20 euros. ¿Salen las cuentas? “Nuestro objetivo es vender 2.000 entradas en cada acción para cubrir gastos y pagar a los músicos -asegura Abril-. Somos ambiciosos en los números, y sabemos que estamos empezando y que ahora toca probar e ir aprendiendo e introduciendo cambios hasta que el modelo esté listo para escalarlo y hacerlo más grande” ¿Por qué bandas emergentes? “Los grupos consolidados lo están pasando mal, pero van a salir adelante; pueden diversificar y aguantar unos meses con sus recursos. Sabemos que 20 euros por entrada física, aunque sea con consumición, no es del todo barato. Pero la idea es que los que compren la entrada sean conscientes de que este concierto tiene fines sociales. Nuestro target son bandas no del todo emergentes, sino que ya han llegado a unos mínimos, pero que por culpa de esta situación pueden llegar a desaparecer. Esto desde luego es solo un empujón, pero si les ayuda a pagar varios meses de alquiler del local, algo es. Por eso nuestro lema es Gente que Salva Gente”.
“Es difícil saber si estos proyectos van a sostenerse más allá del contexto del confinamiento -reflexiona Javier Campos, de Notikumi-. Lo único que podemos hacer es probar y analizar los datos. Tenemos que averiguar si estamos dando respuesta a una demanda, o si estamos tratando de crear una demanda que todavía no existe. Soy consciente de que todavía hay muchos promotores reticentes a embarcarse en el streaming. Tienen dudas sobre si podrán llegar a cubrir gastos; piensan que la gente no está dispuesta a pagar. Pero creo que ahora no hay que obsesionarse en monetizar, sino en las oportunidades que pueden surgir en el futuro inminente y que quizás no están teniendo en cuenta. Por ejemplo, las posibilidades de que un grupo amplíe su base de fans en otros países. Yo creo que no solo no compite con los conciertos en directo, sino que puede ayudar a reforzarlos. Imagínate que para promocionar tu gira haces un concierto previo por streaming, algo que no sea caro de producir, junto con una entrevista. Imagina que los 3 euros que pagas por ello se te descuentan después del precio de la entrada al concierto físico. Estoy convencido de que la música en directo prevalecerá, pero también creo que el modo en que consumimos música va a cambiar mucho en los próximos años. Uno de los motores de ese cambio, que beneficiará mucho a los contenidos en streaming, será el 5G”.
“Yo creo que en futuro convivirán los dos modelos; el físico y el digital. Y no solo para la música, para el teatro o la danza también. Todo se va a hibridar -sostiene Nando Abril-. Y no hay que preocuparse: cuando se inventó el ascensor no dejamos de utilizar las escaleras, ¿no?”.