El economista de Pictet WM confía en los esfuerzos negociadores de ambos bloques para evitar nuevos aranceles y devolver las aguas a su cauce
MADRID. La imposición de aranceles adicionales del 10% al 25% a 200.000 millones de dólares de productos chinos desde el 10 de mayo, China ha respondido con una subida media ponderado de aranceles al 18% desde cerca de 8,5% a 60.000 millones de dólares en mercancías de EE UU. Trump, tras la moratoria desde el 1 de marzo, parece indicar que ha perdido la paciencia, especialmente cuando las conversaciones se habían vuelto más técnicas (en asuntos como nombramiento de un órgano bilateral para hacer cumplir las normas de propiedad intelectual ). Además, los principales contendientes del partido Demócrata para las elecciones presidenciales de 2020 se están centrando en el comercio. Algunos han acusado a Trump de ser demasiado indulgente y el presidente ha podido pensar que debe adoptar una línea dura. Además Trump sabe que hay abundantes señales de que la economía estadounidense sigue sólida, resistente a la desaceleración mundial y que los aranceles ya aplicados anteriormente a productos chinos han tenido poco impacto en el crecimiento, inflación y empleo en EE UU, menos de lo que muchos esperaban.
El caso es que Trump, dependiendo del estado del mercado de valores, al que ha ligado su credibilidad, puede activar y suavizar la retórica comercial. De hecho pensamos que puede encontrar un acuerdo comercial en algún momento las próximas semanas, aunque esperamos baches. Además el acuerdo está destinado a ser frágil. De hecho el nuevo aumento de aranceles ilustra diferencias respecto a si se eliminan aranceles existentes, pues el gobierno de EE UU quiere mantenerlos para asegurar que China cumpla y una amplia gama de asuntos más profundos y arraigados, desde transferencias tecnológicas hasta política industrial del gobierno chino. Ahora bien, es probable que el nuevo conjunto de aranceles, al igual que los inicialmente aplicados a productos chinos, tenga impacto limitado en el crecimiento de EEUU, del 0,1% del PIB. No altera la posibilidad de recesión estadounidense, que sigue moderada, aunque hay que observar las condiciones financieras y reacción del mercado de valores.
Además los nuevos aranceles pueden dar a la Reserva Federal razón adicional para, a pesar de la solidez de la economía, mantenerse en espera. Puede verse tentada a recortar tipos de interés si la inflación central se reduce al 1% desde la actual 1,8%, si bien los aranceles pueden crear inflación -aunque los del pasado septiembre han tenido un efecto sorprendentemente limitado-. Por otra parte, el rebote el crudo puede proporcionar aumento de expectativas de beneficios en el índice S&P500 en 2019.
Además los temores de compresión de márgenes empresariales en EE UU han resultado exagerados hasta ahora, pues las empresas han superado expectativas este primer trimestre, más en ingresos netos que ventas. Haría falta mayor crecimiento salarial para presionar realmente los márgenes. El caso es que es improbable que la Reserva Federal reduzca tipos, a menos que las acciones caigan sustancialmente (15 a 20%).
Por su parte, el Gobierno chino -como Trump- puede haberse envalentonado con la mejora macroeconómica, pues desde el segundo semestre de 2018 sus esfuerzos han generado aumento del crédito y se ha estabilizado el crecimiento del PIB anualizado en 6,4% el primer trimestre. Aun así el arancel adicional del 25 % sobre importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares puede reducir en 0,3% el PIB chino. Junto con los aranceles ya existentes el impacto puede ser 0,8% de su PIB anual, suponiendo que no se retiren.
Hasta ahora ambas partes han encontrado fuentes alternativas para las mercancías afectadas por aranceles (China está importando brotes de soja de Brasil) pero, a medida que los aranceles se transmiten a lo largo la cadena de valor, será cada vez más difícil. Mas aún, no se debe subestimar el posible impacto a medio plazo en las acciones chinas. El MSCI China ya cayó 20% entre marzo y octubre de 2018 cuando EEUU implantó sucesivas rondas de aranceles y el progreso en las negociaciones ha sido un catalizador del rebote este año, apoyado por el relajamiento de la Reserva Federal y mejora macroeconómica. Ahora bien, el mercado de valores de China ya mostraba señales de falta de aliento -las compras netas de inversores de acciones domésticas se había reducido desde marzo-. Así que la fuerte reacción del mercado es un saludable antídoto frente a la complacencia y recordatorio de que las cuestiones políticas rara vez siguen un camino recto.
Sin embargo, en la medida en que los tuits de Trump reflejan afán de lograr un acuerdo puede ser positivo para los mercados de acciones. Además China ha logrado estabilizar su crecimiento con un estímulo relativamente modesto en comparación con el que siguió a 2008 y tiene considerable margen de maniobra para medidas adicionales. El Banco Central de China, tras los últimos tuis de Trump, ha anunciado una nueva ronda de reducción requisitos de reserva de los bancos, lo que, junto con otras medidas puede proporcionar apoyo significativo al crecimiento-. A ello se añade que la inclusión gradual de acciones 'A' chinas domésticas en los principales índices de emergentes proporcionará apoyo técnico los próximos meses. Sin embargo una completa cancelación de las conversaciones comerciales o nuevos signos de contracción en los indicadores económicos chinos nos harían revisar este escenario.
En cualquier caso las tensiones comerciales ya desencadenaron aumento de volatilidad en marzo 2018 y pueden deteriorar el sentimiento, pero parece improbable que el índice VIX vuelva a máximos de entonces. De todas formas, aunque el mercado de valores de EE UU puede hacer frente a aranceles adicionales, sin embargo, los mercados europeos y japoneses, más expuestos a activos de emergentes, pueden sufrir más.
Thomas Costerg es economista de Pictet WM