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VALÈNCIA. Anna y Vicent viven bajo el mismo techo, ambos están en plena pandemia y un simple estornudo les puede provocar todo tipo de sensaciones: desde ansiedad hasta miedo pasando por la desesperación absoluta. Su historia, la de la “paranoia” de la pandemia, se cuenta ahora en Todo bien, un cortometraje valenciano que está en la carrera a la 38º edición de los premios Goya, nominado como mejor cortometraje de animación. Esta tragicomedia traslada al espectador al momento del confinamiento para contemplarlo desde el humor.
El cortometraje es una producción de Saltarinas, de Rocío Benavent, que cuenta con la coproducción de Diana Acién quien dirige esta historia con la que reflexiona sobre perderle el miedo a la pandemia: “Al final, mirando atrás y volviendo la vista hacia delante, te das cuenta de que por muy grave que fuese, todo sigue girando y moviéndose. La vida no se detiene; incluso ante la posibilidad de otra pandemia, la humanidad seguro que encuentra la manera de seguir adelante”, reflexiona sobre la obra que aterriza en un mundo desconfinado.
En apenas cinco minutos de duración Anna y Vicent muestran diferentes maneras de enfrentarse a un mismo conflicto universal: Vicent se vuelve obsesivo por la limpieza y Anna busca la manera de escaquearse sea como sea. Su estrategia es comprarse un perro de juguete por internet para salir a pasearlo, una historia basada en un hecho real: “La idea principal era hablar sobre el proceso de adaptación que conlleva pasar por algo peligroso y desconocido como puede ser la pandemia. A veces tomamos decisiones impulsadas por el miedo o la ansiedad, que pueden resultar extravagantes e incluso cómicas”, explica Acién, quien añade que se inspira en la noticia real que publicó el periódico de Palencia sobre un hombre que fue denunciado por sacar un perro de juguete a pasear durante el estado de alarma.
Toda esta historia se cuenta sin palabras y con un estilo de animación 3D con estética 2D. Desde producción Benavent explica que la técnica empleada les ayuda a mostrar mejor las caras y expresiones de los personajes con más gracia: “Al no hablar nos tenemos que fijar más en los gestos, trabajar con esta técnica nos ayuda a dibujar las expresiones con humor y también nos parecía una manera muy original de trabajarlo”, añade.
Acién explica también que la mímica y las expresiones faciales fueron un reto para ellas al tener que enfrentarse a la temida mascarilla, aunque lo resuelven a través de la boca y las cejas: “Optamos por resaltar las cejas, permitiendo que sobresalgan de la mascarilla. Esta decisión nos facilitó la transmisión de gestos y expresiones, asegurando que las emociones de los personajes sean comprensibles. Además, a pesar de la ausencia de diálogo, los personajes "hablan" a través de onomatopeyas, lo que añade riqueza a los gestos y emociones transmitidos”, explica la directora.
Con todo esto el cortometraje busca también un cambio de roles de género. Benavent explica que querían hacer que Vicent fuera el obsesionado con la limpieza, mostrándole a él como el personaje que se vuelve un poco “loco” con el orden mientras Anna tiene una visión más contemplativa: “A ella le da por beber o fumar mientras piensa a su vez en escapar, diríamos que es la parte tóxica que se le destapa con esta situación. Sus roles se invierten con los de Vicent que es quien busca protegerse excesivamente y se obsesiona por todo”, añade.
Durante el proceso de creación se planteó que el corto se llamara Confinamiento, aunque Benavent desvela que fue al final cuando decidieron darle un giro un poco más positivo para dar un mensaje esperanzador: “Pensamos al final en la filosofía de que “todo saldrá bien” y que saldremos de esto. También queríamos darle un giro más positivo, Todo bien son dos palabras que abarcan un concepto de calma”, añade. Para Acién encapsula esa misma perspectiva “optimista y resignada ante las adversidades”, para demostrar que pase lo que pase la vida sigue su curso. Con algunos síntomas leves de gripe tanto Benavent como Acién se preparan ahora para la carrera hacia los Goya, con una reflexión pandémica que propone cambiar estornudos por risas, u otro tipo de muecas se expresen con las cejas.