VALÈNCIA. La sombra de Venecia viene siendo alargada en las últimas ediciones del Festival de Toronto. Títulos oscarizados como Gravity (Alfonso Cuarón, 2013), Spotlight (Thomas McCarthy, 2015) y La forma del agua (Guillermo del Toro, 2017) fueron aclamados en la muestra canadiense, pero después de fichar unos días antes en el Lido.
Este año, las quinielas daban por hecho un nuevo sorpasso de la Mostra, con la última ganadora del León de Oro, Roma, de Alfonso Cuarón, y el debut en la dirección de Bradley Cooper, A Star is Born, ya exhibido en el certamen italiano, como principales candidatas al prestigioso premio del público en la ciudad de la hoja del arce. Pero no, Toronto se ha marcado un buen tanto. La película merecedora del 41 Grolsch People’s Choice Award ha sido uno de sus estrenos mundiales, la comedia Green Book.
Peter Farrelly, conocido por firmar a cuatro manos con su hermano Bobby los taquillazos gamberros de los noventa Dos tontos muy tontos (1994) y Algo pasa con Mary (1998), ha restado sal gruesa a su carrera en esta road movie que amalgama el humor con el comentario social. El filme detalla el viaje real al Sur Profundo de EE.UU. emprendido en 1962 por el pianista de jazz Don Shirley junto a su rudo chofer italoamericano.
La extraña pareja
Mahershala Ali y Viggo Mortensen desprenden una química incontestable en esta suerte de Paseando a Miss Daisy (Bruce Beresford, 1989) a la inversa. Ali, oscarizado hace dos ediciones por su papel en Moonlight (Barry Jenkins, 2017), aporta elegancia, clase y dignidad al virtuoso músico.
Por su parte, el actor estadounidense de ascendencia danesa, realiza una nueva gesta camaleónica al incorporar al buscavidas del Bronx Tony Lip, un hombre iletrado, peleón, familiar y con un punto racista que vivió una transformación personal en su periplo por los estados más segregacionistas del país. Mortensen se ha puesto fondón para el papel, ha mimetizado el acento de los emigrantes italianos de Nueva York y replicado la voracidad y los malos modos en la mesa del verdadero Lip, que hizo sus pinitos como actor con papeles en El padrino (Francis Ford Coppola, 1972), Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990) y la serie Los Soprano.
El guión ha sido coescrito por el hijo del verdadero protagonista, Nick Vallelonga, y su título hace referencia a una guía utilizada entre los años treinta y sesenta por la gente de color para evitar lugares problemáticos y recomendar alojamientos seguros.
Historias de barrio
En la liza por el premio se quedaron en segunda y tercera posición la nueva película de Barry Jenkins, If Beale Street Could Talk, y la personalísima Roma, de Cuarón. Ambas revalidan a sus directores tras ganar el Óscar, y las dos son historias de barrio íntimas, de hermosa factura y protagonizadas por actores desconocidos en la piel de gentes sencillas.
La del mexicano está filmada en un exquisito blanco y negro y relata sus recuerdos de infancia en la colonia de México DF que le da título. El proyecto supone el regreso de Cuarón a su país 16 años después de Y tu mamá también (2001). Tal es el compromiso con el relato, que el director ha asumido también el guión, la edición y, por primera vez en su trayectoria, la dirección de fotografía.
La película es un homenaje a las mujeres que lo criaron y una radiografía de las relaciones de clase a través del personaje de una interna que trabaja como criada y niñera para una familia bien. La actriz debutante que le da vida es Yalitza Aparicio, a la que veremos nominada de seguro en esta temporada de premios.
La misma suerte puede correr la también primeriza KiKi Layne, que en la nueva película de Jenkins incorpora a una joven de 19 años embarazada a la que le apremia sacar de la cárcel a su marido, acusado injustamente de una violación. El drama, inspirado en la novela homónima del escritor y activista por los derechos civiles James Baldwin también se caracteriza por una cuidadísima fotografía, que se alterna con imágenes de archivo que plasman la brutalidad policial ejercida contra los afroamericanos.
Welcome Netflix
La principal diferencia entre ambos títulos es la exhibición de la que serán objeto. Roma ha sido producida por Netflix, de modo que, aunque la plataforma baraja estrenarla residualmente en la gran pantalla, se visionará principalmente en pequeños dispositivos.
Y es que, a diferencia de los festivales de Cannes y Venecia, donde el gigante del entretenimiento online ha sufrido las críticas respectivas de los distribuidores franceses e italianos, el TIFF ha abrazado a la compañía de streaming, que ha presentado ocho productos propios en el festival. Entre ellos, la película inaugural, El rey proscrito.
El drama histórico, vendido como una Braveheart (Mel Gibson, 1995) con escenas de acción ultra violentas, ha llamado la atención de crítica y público por un par de planos donde las armas son, si acaso, de seducción: dos desnudos frontales de su actor protagonista, Chris Pine. Pero esa ya es otra historia, que llegará a Netflix en 9 de noviembre.