El secreto para la tortilla que hace Chelo es el mismo que el de miles de dueñas de los fogones de sus casas: la intuición. «Las hace como se hacen en casa, a ojo, sin tiempos, sin medidas. Así, todos los días». 

Al ritmo que llevamos de tendencia en tortillas crudívoras, esto es la resistencia. Una tortilla cuajada pero jugosa, bien batida pero sin textura de ‘flan de huevo pocho conoce y se fusiona con quiche lorraine mediocre’. Generosa en patata pero sin ser aceitosa, ni tampoco un mazacote que hubiera erradicado la Gran Hambruna irlandesa, cuando el escarabajo de la patata se ensañó con los cultivos del tubérculo. Y con sabor a lo que tiene que saber. 

A ver, no será la tortilla de tu vida. Pero estas tortillas siempre han estado en nuestras vidas.